La trágica vida y destino de las quintillizas Dionne
En una granja de la aldea de Corbeil, Onatario, el 28 de mayo de 1934, Elzire Dionne, una mujer de origen franco-canadiense, trajo al mundo a cinco niñas iguales: Annette, Emilie, Yvonne, Cecile y Marie.
Estas quintillizas nacieron al menos dos meses antes de tiempo. Las niñas eran tan pequeñas que cabían en una sola mano, y entre las cinco pesaban 6,35 kilos, recordó el blog Para los curiosos.
Las esperanzas de que estas niñas sobrevivieran eran muy pocas, ni siquiera su padre creyó que lo lograrían, pero ellas fueron muy fuertes.
Mujeres de otras aldeas les dieron leche materna, la Cruz Roja canadiense envió enfermeras y una incubadora. De esa manera, se convirtieron en las primeras quintillizas supervivientes conocidas.
De inmediato, en el mundo empezaron a decir que las quintillizas Dionne eran un milagro y se convirtieron en símbolo mundial de fortaleza y alegría.
Empresas y marcas aprovecharon para comercializar productos en su honor, como por ejemplo las muñecas fabricadas por Alexander Company, que aparecieron en Wichita Antiques Roadshow en julio de 2008.
Las niñas también se convirtieron en una atracción turística. En el año 1937, más de tres mil visitantes pasaban por el complejo “Quintland”.
Las niñas alcanzaron tanta fama que hasta Hollywood hizo cuatro películas sobre ellas en los años 30, todos con finales felices. Sin embargo, en la vida real sus vidas eran un poco tristes.
En mayo de 1935, el gobierno provincial de Ontario les quitó las cinco niñas a sus padres, tras un contrato con unos promotores para exhibirlas en la Feria Mundial de Chicago.
Aunque Oliva, el padre de las quintillizas, canceló el contrato un día después de firmarlo, las autoridades de todos modos se las quitaron, alegando que el propósito era proteger a las bebés de supuestos “secuestradores y explotación”.
Las chicas se volvieron la atracción turística más grande de Canadá. Las enfermeras las mostraban a la multitud, desde un balcón con sus nombres escritos en una tarjeta.
En los medios, decían que la crianza era privilegiada, con una enfermería 24 horas, una piscina y un área de juegos. Pero realmente, estaban cubiertas por un cristal blindado y así los turistas podían verlas.
A pesar que en el interior estaba cubierto por una malla, las pequeñas podía notar las sombras de los espectadores.
Cecile en una autobiografía que realizó en 1963 dijo que ellas sabían que tenían espectadores.
Ella escribió “We Were Five”, donde relata toda la experiencia de estar aisladas durante la infancia. “Vivimos en el centro de un circo”, escribió.
Según estimaciones, Quintland recaudó hasta 500 millones de dólares para la provincia de Ontario en menos de una década.
Las niñas fueron utilizadas en todo tipo de anuncios, muñecas Madame Alexander, avena Quaker, productos Palmolive, la miel Bee Hive, pastas de dientes, entre otros.
Era todo un negocio, mientras el aparcamiento para turistas y la entrada al hospital eran gratis, una tienda generó millones de dólares para el estado, evitando su quiebra.
Vendía todo tipo de souvenirs postales, platos y muñecas Dionne (que todavía se venden ampliamente en Internet, así como el boletín de fans Dionne Quintuplet). También vendían otras cosas procedentes de la granja de la familia, como “piedras de la fertilidad” que se vendían por 50 centavos.
Cada vez era una fiesta con tal de vender material para los diarios y folletos. Les hacían fiestas, tallaban calabazas para Halloween, se sentaban en las piernas de Santa.
A pesar de vivir cerca, los padres de las quintillizas no eran unos visitantes frecuentes, puesto que no eran bienvenidos. “Apenas nos conocíamos”, dijo Cecile.
Sin embargo, cuando las niñas tenían 9 años, sus padres ganaron la custodia, luego de una dura pelea.
Pero el nuevo hogar no fue tampoco motivo de felicidad. No sintieron que sus padres fueran unos salvadores, por el contrario, a su madre la veían con desamor y a su padre como un controlador.
Las quintillizas sentían que habían pecado desde su nacimiento y anhelaban no haber nacido el mismo día. Cuando tenían 18 años, las hermanas Dionne dejaron su hogar y rompieron contacto con la familia.
Emilie se convirtió en monja. Pero murió a causa de una convulsión en 1954. Tres de ellas se casaron y tuvieron hijos, pero se divorciaron. En 1970, Marie murió de un coágulo de sangre.
A mediados de 1990, las tres hermanas que quedaban, Annette, Cecile e Yvonne, escribieron en un libro titulado “The Dionne Quintuplets: Secretos Familiares”, entre otras cosas, en él revelan que su padre abusó de ellas cuando las llevaba en el coche.
Por supuesto, tuvieron miedo de hablarlo con su madre. Sin embargo, se lo contaron a un capellán de la escuela y el consejo que les ofreció fue que usaran un abrigo grueso cuando fueran en el auto.
Pese a los ingresos generados por el público de las quintillizas, en 1941 fue depositado un millón de dólares en un fondo fiduciario y apenas cumplieron los 21 y pudieron recibir los beneficios, quedaban solo 800 mil dólares.
Nadie las preparó para el mundo real y cuando estuvieron solas tuvieron problemas para administrar el dinero. Los fondos fueron desapareciendo poco a poco.
Cuando Annette, Cecile e Yvonne cumplieron 60 años vivieron juntas en las afueras de Montreal y los ingresos con los que subsistían eran de 746 dóalres al mes.
En el año 1998, las hermanas solicitaron al gobierno canadiense una recompensa por el dinero que les quitaron. Inicialmente le ofrecieron dos mil dólares al mes. Pero, luego de una protesta pública, acordaron cuatro millones.
Fue ese mismo año que McCaughey dio a luz a los primeros septillizos supervivientes del mundo. Las hermanas aprovecharon la oportunidad para enviar una carta a la revista Time.
“Esperamos que sus hijos reciban más respeto que nosotras. Los nacimientos múltiples no deben confundirse con el entretenimiento, ni deberían ser una oportunidad para vender productos”, escribieron. En el año 2001, Yvonne murió y solo quedan Cecile y Annette.