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Un esposo celoso

Vanessa Guzmán
12 dic 2018
00:40

Hoy te traemos una historia divertida sobre un marido celoso que te hará cumplir con tu dosis diaria de risa.

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Para todos los eventos estresantes que nos trae la vida, hay al menos una solución: la risa. Se dice que compartir una buena carcajada con alguien puede mejorar tu estado de ánimo, alegrarte el día y generar un ambiente positivo.

Nada es mejor remedio que la risa, y unas cuantas carcajadas al día te ayudarán a cuidar tu salud física y mental. Aquí tienes un poco de humor para alegrarte el día.

Una tarde, un hombre celoso llamó a su esposa y le dijo:

"Oye, mi amor ¿Puedes decirme dónde estás en este momento?".

Imagen tomada de: Shutterstock

Imagen tomada de: Shutterstock

La mujer le respondió que estaba en casa, pero el esposo no estaba tan convencido de que ella estuviese diciendo la verdad. Ante la duda de su paradero, le pidió que encendiera la licuadora de la cocina para poder escucharla.

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La esposa hizo lo que se le pidió y encendió la licuadora, por lo que él colgó sintiéndose tranquilo y aliviado. Sin embargo, al día siguiente volvió a hacer lo mismo.

"Hola esposa. ¿Puedes decirme dónde estás ahora, mi amor?".

Imagen tomada de: Shutterstock

Imagen tomada de: Shutterstock

La esposa, en tono confiado, dijo que estaba en casa, pero él nuevamente quiso asegurarse y le pidió que encendiera la licuadora.

Ella hizo lo mismo sin chistar y, una vez más, el hombre colgó aliviado.

Al día siguiente, el hombre decidió sorprender a su esposa y se fue a casa sin previo aviso. Cuando llegó, se sorprendió al encontrar solo a su hijo, ya que la mujer no estaba ni cerca.

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Inquieto y algo molesto, el hombre le preguntó a su hijo dónde estaba su madre, a lo que el niño respondió:

"No sé. ¡Pero ella ha salido con la licuadora!".

Imagen tomada de: Freepik

Imagen tomada de: Freepik

Definitivamente, en una relación siempre debe haber confianza ¡o terminaremos haciendo cosas muy raras! Pero también se debe mostrar aprecio por el otro y hacer las cosas sin quejas, a menos que quieras tener una experiencia como la de este esposo que tuvo que aprender por las malas.

Mientras estaba mirando un partido de fútbol en su casa, la esposa lo interrumpió pidiéndole un favor, que para muchos podría parecer sencillo y nada molesto.

"¿Cariño podrías arreglar la luz en el pasillo? Ha estado parpadeando por semanas ya", dijo la mujer.

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Imagen tomada de: Pixabay

Imagen tomada de: Pixabay

Entonces él la miró y contestó con tono malgenioso: "¿Arreglar las luces ahora? ¿Parece que tengo cara de electricista? No lo creo". Ella dejó pasar la respuesta grosera y le preguntó si podría arreglar los escalones de la entrada, pues estaban a punto de romperse.

"¿Parece que tengo cara de carpintero? No lo creo. No quiero arreglar los escalones", respondió el hombre molesto. Ya me cansé de ti. ¡Me voy al bar!".

El esposo fue al bar y bebió por un par de horas, hasta que comenzó a sentirse culpable por como trató a su mujer y decidió ir a casa. Al llegar, los escalones habían sido reparados y la luz del pasillo estaba perfecta. Todo esto pasó mientras él tomaba unos tragos.

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Imagen tomada de: Shutterstock

Imagen tomada de: Shutterstock

El marido sorprendido le preguntó a su esposa cómo hizo para arreglar todo mientras él estuvo afuera. A lo que ella respondió algo inesperado:

"Cuando te fuiste, me senté a llorar afuera. Entonces un buen jovencito me preguntó qué pasaba, y le dije. Él se ofreció a hacer las reparaciones y todo lo que yo tenía que hacer era acostarme con él u hornearle un pastel", explicó la esposa.

Así que el marido preguntó: "¿Qué tipo de pastel le horneaste?". Y ella respondió:

"¡Holaaaa! ¿Acaso me ves cara de pastelera? ¡No lo creo!".

Este chiste sigue haciendo a todos reír a pesar de tener años circulando por todas partes, pero llama a la reflexión acerca de la comunicación entre las parejas en el hogar.

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