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Nueva evidencia demuestra que el asesino confeso de Laura Luelmo mintió a la policía

Fabricio Ojeda
26 dic 2018
01:21

La versión que dio el homicida de la joven educadora busca confundir a las autoridades para obtener una menor pena, pero evidencias científicas apuntan a un cruel asesinato.

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El crimen de la maestra de 26 años Laura Luelmo, ocurrido en Huelva a mediados de diciembre, tiene a los españoles consternados. Ahora surgen nuevas informaciones que demuestran que el asesino, Bernardo Montoya, la mantuvo secuestrada dos o tres días antes de matarla de un tubazo en la frente.

El periodista Nacho Abad, especialista en sucesos, reveló en su programa ‘Espejo Público’, que se transmite por Antena 3, que la Guardia Civil ha encontrado restos de sangre de la profesora zamorana en las paredes del domicilio del asesino confeso.

Se trata de “sangre proyectada” en las paredes, explicó Abad, lo que indica que la maestra de dibujo fue golpeada con un objeto contundente mientras estaba viva, y que el homicidio ocurrió en el interior de la vivienda del indiciado.

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Este hallazgo comprobaría que Montoya, de 50 años, mintió en su declaración, en la que aseguró que la agresión a la víctima se produjo en su automóvil, cuando le golpeó el rostro contra el maletero para someterla, y que estaba viva cuando la dejó abandonada en el lugar donde hallaron su cadáver, a 5 kilómetros de la casa ubicada en El Campillo.

Abad señaló que de acuerdo con los indicios hallados en el inmueble, Montoya limpió el piso con lejía para tratar de desaparecer los rastros de sangre, pero olvidó hacer lo mismo con las paredes, donde quedaron los restos proyectados.

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SECUESTRADA Y ABUSADA

Un despacho del diario El Mundo indicó que según la autopsia efectuada al cuerpo de Laura Luelmo, la joven sufrió agresión sexual además del fuerte golpe en la frente que le produjo la muerte por traumatismo craneoencefálico dos o tres días de su desaparición el pasado 12 de diciembre.

Además de la sangre en una manta y las paredes, los expertos forenses también han hallado otros restos biológicos en el coche del detenido, un Alfa Romeo azul, con el que supuestamente trasladó el cadáver a lugar donde lo abandonó.

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Un investigador policial informó a El Mundo que el detenido, a pesar admitir que se encontró con Laura y forcejeó con ella tras una fuerte discusión, evitó durante horas confesar que la había matado y, de hecho, no ha querido reconocerlo explícitamente.

Según la versión de Montoya, él estaba sentado en la puerta de su casa cuando ella, recién mudada al vecindario, le pidió la dirección de un supermercado.

Entonces él la envió a un callejón sin salida y corrió hacia su carro para llegar antes que ella y cuando la alcanzó y quiso someterla se originó el forcejeo en el Laura se golpeó la cabeza contra el maletero.

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"Ha tratado de contar una versión para que pareciese que ha sido una muerte accidental, fruto de un forcejeo, para ahorrarse unos años de cárcel al hacer que le condenen por homicidio y no por asesinato, que requiere alevosía o ensañamiento, como todo apunta", comentó el policía.

Sin embargo, agregó que ante la gran cantidad de pruebas que lo incriminan, no le ha quedado más remedio que confesar su crimen.

Una de estas evidencias criminológicas arrojadas por la autopsia determinó según el medio que Laura murió entre el 14 y 15 de diciembre, es decir, dos o tres días después de su desaparición.

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Esto quiere decir que Montoya la mantuvo secuestrada en su casa durante todo ese tiempo, donde habría abusado sexualmente de ella antes de asesinarla, circunstancia que el homicida había querido ocultar en su primer testimonio.

Luego de que el cúmulo de evidencias lo hiciera confesar su responsabilidad en el crimen, Bernardo Montoya lo admitió públicamente, cuando envió un mensaje a la familia de la profesora asesinada frente a las cámaras de la televisión.

Al salir de los juzgados la madrugada del 21 de diciembre, Montoya exclamó frente a los presentes: "Pido disculpas a la familia. Lo siento".

Luego fue trasladado a prisión sin derecho a fianza por orden de la juez Elvira Mora, quien le imputó los delitos de asesinato, detención ilegal y agresión sexual.

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