Niño sin una mano que soñaba con no estar solo, celebra la primera Navidad con su hermanito
Al principio, el jovencito de casi 10 años no quería saber nada de un nuevo integrante de la familia, pero una vez que lo tuvo en casa, la reacción fue totalmente distinta.
Diogo Farinhoto, el pequeño de 9 años que nació sin su mano derecha, y que puso a miles de gallegos a coleccionar tapones y envases de plástico con él para pagar una prótesis, ahora celebra porque un nuevo compañero vino a alegrarle la vida: su hermano Martín.
A punto de cumplir los 10 años en mayo, el niño sigue siendo el mismo chiquillo que solo sabe hacer travesuras, como lo había presentado su madre, Elisabete Farinhoto, hace ocho años, cuando tenía poco más de 12 meses de nacido.
Ahora un nuevo amigo llegó a acompañarlo y pasaron su primera Navidad juntos. Sin embargo, no todo fue color de rosas, pues, según cuenta la progenitora, al principio Diogo decía que no quería tener un hermano y que no quería hablar del tema, ni siquiera cuando ya tocaba ir al hospital para el nacimiento.
Pero el panorama mejoró en un abrir y cerrar de ojos cuando el nuevo miembro de la familia llegó al hogar de los Farinhoto y Diogo descubrió que Martín se quedaría con él.
“Gracias por nacer”, fueron las hermosas palabras que este hermano mayor le dedicó a su nuevo protegido y, aunque se las susurró al oído, eso no fue impedimento para que la familia escuchara esta emocionante línea.
Diogo ahora disfruta de todos sus juegos preferidos junto al hermano menor y sigue teniendo a los vecinos aterrorizados al manejar su bicicleta a toda velocidad y al jugar fútbol. Afortunadamente, el chico lleva la vida que todo padre anhela para sus críos.
SU PENÚLTIMA PRÓTESIS
En el 2014, Diogo estrenó su última mano mioeléctrica, gracias a los 6.000 euros que se reunieron con los tapones que se consiguieron entre Galicia y Portugal y a los 11.200 euros restantes, facilitados por un empresario de Lisboa que ayudó a pagar la primera prótesis, dos años antes.
La madre de Diogo explicó a los medios que el chico ha llevado una vida normal y que la prótesis asegura su crecimiento físico, postural y emocional porque afecta al desarrollo de todo el cuerpo.
“Diogo adora ir a la playa y estar con los amigos, jugar con su perro, a la pelota, al ordenador. Lo que no le gusta es estar solo”, decía entonces su madre.
Pero ahora una nueva etapa, la más difícil para todo niño en crecimiento, está llegando: la adolescencia. Y con ella, las inseguridades y cambios que le tocará asumir a Diogo.
Aunque rechazó su ultima prótesis hace ya tiempo, “conseguía perfectamente escribir con la izquierda, jugar y hacer una vida normalizada con la mano izquierda”, explicó la madre.
No obstante, ahora quiere cargar a su hermano entre sus brazos, y sobre todo, “que nadie lo mire de forma distinta”.
"Está sintiéndose diferente y sufre", expresó con preocupación natural la mujer, quien explicó que el proceso para la nueva prótesis es como el anterior: primero ensayará con la estética y después llegará la nueva mano mioeléctrica, que le servirá otros tres años.
UNA MANO PARA DIOGO POR NAVIDAD
El altruista empresario que ayudó a Diogo con su primera prótesis es un hombre que prefiere mantenerse en el anonimato. Lo hizo debido a que la cooperativa para la que reunían tapas de plástico cambió de portavoz y exigió una cantidad que doblaba la inicialmente acordada.
Elisabete Farinhoto recordó que fue a su casa con toda su familia. “Nos dijo que había visto las noticias sobre Diogo en los medios de comunicación y que quería conocerlo”.
El hombre se comunicó para ese entonces con la clínica de Matosinhos, encargada de la implantación de la prótesis, porque no quería que Diogo siguiera así.
La ayuda de este empresario es fundamental, ya que el retraso está afectando el desarrollo de toda la parte derecha del cuerpo de Diogo y “no se debe esperar”.
A los cinco años de edad, el pequeño y su familia dejaron de reunir las tapas, debido al desplome del precio que las empresas de reciclaje pagaban por ese material en Portugal.
Según lo reseñado por La Voz de Galicia, cuando Diogo apeló a la solidaridad gallega, la tonelada se pagaba a 250 euros. Primero cayó a 200, luego a 190; el año pasado eran 140 y ahora está a 65 euros la tonelada porque hay muchísima gente recogiendo.
Otro caso que se hizo viral, fue un video que muestra la simpática reacción de un niño que ve llorar a su madre y a su manera se dispuso a evitarlo.
Fuente: Youtube/Lo más viral
Cientos de miles de reproducciones se han sumado a la filmación, que fue publicada en Youtube por Lo Más Viral. Disfruta aquí del gracioso clip.