Ana Julia Quezada, asesina confesa de Gabriel de 8 años, dice que solo merece 3 años de cárcel
La defensa de la autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz, Ana Julia Quezada, pide para la mujer una pena de tres años de prisión por un delito de homicidio imprudente, o de diez años en el caso de estimarse la comisión de un homicidio doloso.
Cruz, 8 años de edad, murió supuestamente por accidente el 27 de febrero de 2018, en Almería, en manos de Quezada, y ahora su defensa pide un máximo de tres años de prisión en lugar de la cárcel permanente revisable que solicita la fiscalía y los padres de la joven víctima, informa Europa Press.
La representación de Quezada dice que el fallecimiento de Gabriel se dio por una disputa entre el niño y la mujer -que era pareja del papá del pequeño-, negando que se trate de un crimen planificado, como se le acusa.
LO QUE LA DEFENSA DICE QUE PASÓ
Ellos sostienen que el 27 de febrero de 2018, tras comer en casa de la abuela de Gabriel en Las Hortichuelas Bajas, Níjar, Quezada le pidió tanto a la señora como al niño que la acompañasen a pintar una puerta en la finca de su pareja, padre del menor, en Rodalquilar.
La abuela quiso quedarse en casa, y el pequeño jugando con otros niños. No obstante, cuando Quezada salió en coche, se encontró con él y le dijo que estaba haciendo tiempo porque era “muy pronto” para ir a casa de sus primos, por lo que le propuso de nuevo que la acompañara a la finca.
Ya en Rodalquilar, Gabriel se puso a jugar con un hacha y, cuando Quezada le pidió que parara, el niño “entró en la vivienda y le dijo que se callara, que siempre le estaba diciendo lo que tenía que hacer; que quería que su padre estuviera con su madre y no con ella, que era una negra fea; insultándole y negándose a entregarle el hacha”.
Quezada presuntamente intentó quitarle la peligrosa herramienta, y le tapó la boca “apretándola con la intención de que se callara” y que “tras breves momentos, éste ya no respiraba”.
Quezada le pidió tanto a la señora como al niño que la acompañasen a pintar una puerta en la finca de su pareja.
GABRIEL ESTABA MUERTO
Al darse cuenta de que el niño de 8 años había fallecido, Quezada entró en pánico e “hizo un agujero y lo enterró a fin de ocultar el trágico resultado”.
Asimismo, como no era capaz de afrontar lo que hizo, explicárselo a su pareja, y hacerle frente a la gran cantidad de medios de comunicación, continuó ocultando la verdad hasta que la pillaron con el cadáver de Gabriel en su coche, días después.
Los representantes legales de Quezada entonces reclaman la pena citada por un homicidio imprudente en el que, según ellos, concurre, la atenuante analógica de confesión tardía de los hechos.