Esta es la vida de Fer, una niña con síndrome de Down abandonada y adoptada por una pareja gay
Adolfo y Gustavo llevan juntos más de 15 años. Cuando se ofrecieron a recibir a la pequeña Fernanda tras una convocatoria pública hace cuatro años, no se imaginaron la forma en que cambiarían todas sus vidas.
A Fernanda, una niña con síndrome de Down de 9 años de edad, muchos la consideran afortunada. Hace cuatro años, tras una convocatoria pública, Adolfo y Gustavo, una pareja que lleva 15 años de relación se ofreció a adoptarla. Pero sus padres cuentan a TN que la verdad es que los afortunados son ellos.
"Primero teníamos prejuicios sobre la posibilidad de adoptar siendo un matrimonio igualitario, en una provincia tan tradicionalista como Salta, pero no fue así. También tuvimos otros miedos, hasta que la conocimos a Fernanda. Escuchamos sus pasos y al verla, nos extendió la mano a los dos y fue instantáneo, se unió a la familia como si hubiera vivido toda la vida con nosotros."
Gustavo y Adolfo llevan juntos quince años, y siempre quisieron ser padres. Poco después de casarse, se les presentó la oportunidad.
"Íbamos a presentar la carpeta de adopción cuando nos enteramos de la convocatoria pública a través de las redes sociales. Era una búsqueda para una nena de cinco años con síndrome de down. Eso fue un viernes, el fin de semana lo charlamos y el lunes nos presentamos para saber en qué consistía. No teníamos más que esos dos datos."
Papeles en mano, armaron la carpeta y esperaron a recibir la llamada fijando la cita de la primera entrevista.
"Ahí nos dijeron el nombre, que tenía síndrome de down, que hacía tres años que estaba en el hogar y que por no haber recibido estimulación temprana no caminaba, no hablaba y tenía conductas muy estereotipadas. En la institución en la que estaba le daban toda la contención y cuidados pero ella necesitaba el amor de una familia."
Gustavo y Adolfo supieron que debían ser padres de la niña.
"Nos dijeron que había otras familias postuladas, pero Gustavo estaba muy confiado en que íbamos a ser nosotros. Fuimos quedando en la selección hasta que un jueves nos llamó el juez para decirnos que éramos nosotros, que podíamos ir a conocerla."
Adolfo destacó cómo la pareja se preparó para la paternidad.
"Nos pusimos la mejor ropa y fuimos a conocer a nuestra hija. Primero hablamos con la directora y la psicóloga de hogar. Más tarde, llegó el momento de conocernos. Escuchamos los pasitos en la puerta.
Gustavo, que es psicopedagogo, intentó advertirme sobre lo incierto que podía resultar el primer contacto. Fernanda cruzó la puerta y se me tiró encima para que le hiciera upa. Nos dio la mano a los dos, como diciendo, ya estoy acá. Nosotros estábamos tan emocionados. La directora nos dijo, además, que en todos los años que había trabajado en instituciones, nunca había visto una situación así."
Luego empezaron a forjar un vínculo entre ellos.
"A la semana nos dejaron sacarla a pasear y ella se sintió en casa, como si siempre hubiera estado con nosotros. Conoció a los tíos, los primos, y tuvimos que llevarla nuevamente a dormir al hogar. Cuando volvimos a buscarla, nos dijeron que no había dormido en toda la noche porque no paraba de llorar así que nos adelantaron la guarda."
Adolfo agrega que cuando "la fuimos a buscar, tenía su mochilita con un par de cosas y la ropa. Hicimos todo el proceso de guarda de seis meses y el 5 de noviembre iniciamos el juicio de adopción. A los meses salió la sentencia definitiva del juez".
Un mes después, Fernando ya estaba caminando por su cuenta, y había cambiado radicalmente. Hasta su aspecto físico cambió. Actualmente, Fernanda estudia en una escuela de educación especial. Puede decir "papá" y algunas otras palabras. Participa en el coro de la iglesia, donde toca la pandereta. El cambio en ella es increíble.
Gustavo y Adolfo buscan que su historia inspire a otras familias. "Todos merecen una familia y que les den amor", puntualiza Adolfo.
En otro inspirador caso, una mamá que dio a luz a una niña con síndrome de Down adoptó a otra nena y un bebé con la misma condición.