Hombre con síntomas de COVID-19 muere tras siete horas esperando una ambulancia

Para Héctor, mexicano responsable y comprometido con su trabajo, la suma de sus factores de riesgo y los obstáculos que enfrentó al seguir el protocolo de atención a sospechosos de COVID-19, resultaron fatales.

La historia de Héctor Becerril de 63 años no es fácil de contar, especialmente porque queda en el aire la posibilidad de que pudo haberse salvado si hubiese sido atendido a tiempo.

Luego de ser declarada la contingencia por el coronavirus en México, Héctor decidió seguir trabajando en la agencia de seguros, hasta que el esposo de una cliente se comunicó con él para informarle que su esposa había dado positivo al COVID-19.

Ella y el agente de seguros habían estado en contacto seis días antes, por lo que Becerril decidió tomar precauciones, aislándose en su propio hogar. Sin embargo, casi enseguida empezó a subirle la temperatura, lo cual prefirió atribuirlo a una simple gripe, debido a las lluvias.

Cinco días después, el martes 31 de marzo, su estado se tornó grave. Héctor era hipertenso, tenía problemas cardíacos e hipotiroidismo, condiciones que juegan en contra de los pacientes con coronavirus.

Ante los intensos dolores, la dificultad para respirar y la alarmante elevación de la temperatura, la familia de Héctor decidió seguir las instrucciones que han sido establecidas por el gobierno de su país, llamando al número indicado y solicitando con urgencia una ambulancia para internarlo en un hospital.

“No lo pueden mover, no lo toquen, no se acerquen, no intenten hacer nada por su propia cuenta porque se pueden contagiar y porque sería negligencia. Una ambulancia especializada debe ir por él para hospitalizarlo”, fueron las claras instrucciones del operador telefónico.

10 llamadas y varias horas después, la agonía de Héctor era cada vez peor, y ninguna ambulancia llegaba su hogar, ubicado en la alcaldía Gustavo A. Madero. Ante la impotencia, los familiares salieron a la calle y detuvieron una unidad de seguridad ciudadana de Ciudad de México, quienes solicitaron una ambulancia.

Pero el vehículo en cuestión no tenía la dotación apropiada, así que solo pudieron suministrarle oxígeno. Tampoco podían movilizarlo a un centro de salud, y le pidieron a la familia que se limitaran a seguir el protocolo establecido por el gobierno.

Consideraron la posibilidad de movilizarlo ellos mismos, pero Héctor no tenía seguridad social. Intentaron sin éxito llamar a los hospitales del IMSS, pero no recibieron respuestas. Los privados no tenían la capacidad de atenderlo en el estado en que se encontraba.

Tras siete horas de angustiante búsqueda, e innumerables llamadas, finalmente contactan a un amigo de protección civil que tenía posibilidad de ubicar una ambulancia especializada que llegó media hora después.

Sin embargo debían cumplir un protocolo establecido de seguridad e higiene, el cual demoró alrededor de 20 minutos más, tiempo en el cual la gravedad de Héctor escaló a un punto que al llegar el personal a su habitación, ya no había nada que hacer.

La muerte de Becerril ocurrió pocos minutos después de la medianoche. Las autoridades se presentaron horas después sin ambulancia, a dar fe del fallecimiento. Excepto el personal de la funeraria, ningún ente oficial apareció a disponer del cuerpo en forma segura.

Nunca se le hizo un diagnóstico confirmando que tenía coronavirus, así que no forma parte de las estadísticas del país. Su cuerpo fue cremado y en el acta de defunción la causa establecida fue insuficiencia cardiaca aguda.