Permaneció casada cuando su ahora esposa transicionó de género porque "es la misma persona"
Cuando Tea-Lynn Van Dyk se sinceró con su esposa y le contó que era una mujer trans, pensó que la perdería. Pero la madre de sus hijas fue su principal apoyo en su transición.
Tea-Lynn es una canadiense de 36 años. Recuerda que su vida antes de transicionar era muy diferente: "tenía una niebla mental de confusión, tristeza y depresión". Esto, pese a tener una familia feliz, junto a su esposa Gabrielle (35) y sus hijas Arya (7) y Adelaide (6).
Le llevó lo que describe como tres días de ataque de pánico encontrar el coraje para revelarle a su esposa lo que ya había descubierto y aceptado: que era una mujer trans.
"Cuando se lo dije por primera vez suponía que me abandonaría, asumí que nos divorciaríamos porque es mucho para algunas personas", cuenta Tea-Lynn.
Pero sus temores no llegaron a realizarse: contra lo que ella creía, su esposa ya tenía una idea de lo que pasaba. "Ella ya había sugerido que estaba vistiéndose con mi ropa", recuerda Gabrielle. "No es algo que vino así de la nada, yo ya lo tenía presente en el fondo de la conciencia. Cuando me lo dijo yo reaccioné en modo 'OK, hablemos y veamos cómo lo hacemos funcionar'".
Gabrielle sugirió que viera a un terapeuta para que la ayudara con la transición. Nunca dejó de estar a su lado ni de acompañarla en cada paso del proceso.
La reacción de familiares y amigos, cuentan, fue muy mayoritariamente positiva. Solo unos pocos no aceptaron la transición.
Tampoco fue nada traumático hablarlo con las hijas. A la mayor, Arya, le llevó un par de semanas aceptarlo, porque tenía miedo de que con la transición Tea-Lynn dejara de estar a su lado.
Adelaide, en cambio, lo aceptó inmediatamente. De hecho, fue la primera en defender a su mamá trans y corregir a miembros de la familia que todavía se equivocaban y se referían a ella en masculino.
Para Gabrielle, en realidad, nada ha cambiado: "le siguen gustando las mismas cosas, se ríe del mismo tipo de humor, así que para mí es la misma persona", resalta.
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Para Tea-Lynn, sin embargo, esto hace un mundo de diferencia. "Ahora siento que la puedo amar por completo", dice, "que es feroz y salvajemente. Siento que no hay barreras entre nosotras".
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