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Joven muere luego que los médicos le dijeran que el bulto canceroso en su pierna era solo grasa

Guadalupe Campos
09 sept 2021
21:00

Una joven de apenas 28 años falleció de cáncer. Los médicos le habían hecho un diagnóstico errado, y le habían dicho que no tenía nada de que preocuparse.

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Gemma Malins era una joven neozelandesa recién casada, llena de vitalidad y ganas de vivir. Hace dos años y medio, acudió al médico porque descubrió que tenía un bulto en una pierna.

EL TIEMPO PERDIDO

El diagnóstico que recibió en ese momento la tranquilizó: le dijeron que lo que tenía no era más que un quiste sebáceo, una bola de grasa perfectamente inocua.

Tres meses más tarde, la bola en su pierna había crecido mucho. Gemma contó que ya para entonces tenía el tamaño de una pelota de ténis. Y había otro signo alarmante: ahora tenía un nuevo bulto en el pecho.

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Ella volvió a ver al médico por esa preocupación, pero le dijeron nuevamente que no era nada malo. Intranquila y disconforme con la evaluación, en 2019 Gemma decidió consultar a otro doctor y buscar una segunda opinión.

Este segundo galeno se dio cuenta de que lo que le pasaba a Gemma no era nada benigno. La derivó a un especialista, pero por demoras con las autorizaciones de su servicio de salud la consulta tardó tres meses en poder realizarse.

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AMOR, LUCHA Y TRAGEDIA

El diagnóstico real fue aterrador: tenía melanoma, la forma más agresiva y peligrosa de cáncer de piel. Para cuando pudo tener un diagnóstico certero, ya había hecho metástasis y se había esparcido por su cuerpo.

Lo que siguió fue una larga y encarnizada lucha contra la enfermedad. Probó todo: no solo los tratamientos habituales, sino también uno experimental para el que tuvo que recaudar 56.000 dólares neozelandeses (unos 40.000 dólares estadounidenses) con una campaña solidaria.

Durante todo este tiempo, su novio Brandon la acompañó y la sostuvo en cada paso de la enfermedad. Un año después de recibir el diagnóstico, la pareja decidió apurar sus planes de matrimonio e improvisar.

Se casaron en la playa, en una ceremonia planeada en apenas dos semanas. "Brandon renunció a todo en su vida por mí, hasta a su trabajo como apicultor", dijo ella. "Él es mi héroe".

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Desafortunadamente, todos los esfuerzos del mundo no bastaron para salvar la vida de Gemma. El último tiempo, cuando ya supo que no le quedaba mucho, se dedicó a disfrutar junto con su esposo lo poco que le quedaba de vida.

Sin embargo, no todo lo que ella hubiera querido hacer pudo llevarse a cabo: en este momento, Nueva Zelanda atraviesa un estricto período de restricciones por el covid-19. Esto también ha impedido que la familia pueda despedirla con el funeral que hubiera querido para ella.

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