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Niño le da a su maestra una vieja caja de zapatos como regalo y todos en la clase lo ridiculizan - Historia del día

Un niño le dio a su maestra una vieja caja de zapatos como regalo en su cumpleaños, mientras que otros niños le habían dado regalos más elegantes y por esto lo ridiculizaron.

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Daniel era un niño cuya vida había sido una lucha. Siempre estaba sucio, su cabello siempre desordenado y no le interesaba estudiar.

Su maestra, la Sra. Janet Urbano, acababa de ser asignada para impartir su clase, y ella disfrutaba perversamente de usar su bolígrafo rojo con él. “¡Terrible trabajo!”, escribiría la mujer con una floritura.

Una caja de zapatos rayada con marcador y envuelta con cinta plástica de embalar. | Foto: Shutterstock

Una caja de zapatos rayada con marcador y envuelta con cinta plástica de embalar. | Foto: Shutterstock

Ella también agregaba las correcciones que tenía que hacer el chico mientras le daba un montón de tareas en un intento por ayudarlo a mejorar.

Cuando Janet no vio ninguna mejora en el trabajo de Daniel, decidió revisar su expediente académico. Ella quería saber en qué momento había comenzado a declinar para poder encontrar una manera de frenarlo.

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Lo que encontró le abrió los ojos a muchas cosas. Por ejemplo, se enteró de que, en el primer grado, Dani se había mostrado prometedor como buen estudiante. Pero tenía una mala situación familiar. Esto había servido como una gran distracción para él.

En el segundo grado, leyó sobre sus mediocres esfuerzos por aprender. Según el informe, el chico podría haberlo hecho mejor. Pero su madre había estado muy enferma, por lo que había poca ayuda de casa.

Mujer con cara de preocupación mientras revisa unos papeles. | Foto: Getty Images

Mujer con cara de preocupación mientras revisa unos papeles. | Foto: Getty Images

Las cosas empeoraban a medida que Daniel crecía. En tercer grado, el informe describía al chico como un buen niño con problemas para concentrarse en la escuela. Desafortunadamente, su mamá ya había fallecido.

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Sus calificaciones empeoraron totalmente en su cuarto grado. Apenas iba a la escuela, y cuando asistía a clases, actuaba muy lento y sacaba malas notas. Además, su padre no mostraba ningún interés por él.

Janet abandonó la sala de archivos con el corazón apesadumbrado. Se sintió entristecida por lo rápida que había sido para escribir sus comentarios insensibles en las evaluaciones.

Trató de convencerse a sí misma de que lo habría hecho mejor si hubiera sabido las luchas que enfrentaba el chico, pero su conciencia seguía pinchándola. Todo lo que podía hacer era prometerse a sí misma prestarle más atención a Daniel.

El último día del año escolar, era una tradición que los niños de esa escuela llevaran obsequios a sus maestros para agradecerles por su servicio. Sucedía todos los años.

Mujer impartiendo clases en un aula a unos niños. | Foto: Getty Images

Mujer impartiendo clases en un aula a unos niños. | Foto: Getty Images

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Los chicos esperaban superarse unos a otros con sus regalos, pues la maestra los desenvolvía ante sus ojos. Ese año, Dani, le había dado a Janet una caja envuelta en papel de regalo barato.

Cuando se trataba de su regalo, Janet rasgó suavemente el papel de envolver para revelar una vieja caja de zapatos. Todos los que vieron su regalo se echaron a reír porque lucía andrajoso y sucio.

“¡Debe haberlo sacado de un bote de basura!”, dijo un niño riendo.

La Sra. Janet Urbano los hizo callar antes de proceder a abrir la caja. Había un brazalete de diamantes de imitación al que le faltaban algunas piedras y una botella medio vacía de colonia.

El brazalete era una hermosa pieza de joyería incluso faltándole unas piedras. Eso hizo que el corazón de la maestra se encogiera.

Mujer ayudando con sus estudios a un niño. | Foto: Pexels

Mujer ayudando con sus estudios a un niño. | Foto: Pexels

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Luego escuchó las risas y susurros provenientes de los otros niños. Todavía estaban ridiculizando a Daniel por haber llevado un regalo tan pobre. Sin embargo, Janet tenía una opinión diferente.

“¿No es hermoso?”, dijo en voz alta. “Dani, por favor, ayúdame a ponerme esto”. “Está bien, señora”, dijo el chico tímidamente antes de dar un paso adelante para colocar el brazalete en su muñeca.

A continuación, Janet aplicó un poco de colonia detrás de las orejas y comentó lo hermosa que la hacía sentir. Pronto, todas las niñas querían sentirse de la misma manera, y también se alinearon para darse un toque detrás de las orejas.

Así fue como la mujer logró evitar que ridiculizaran al chico. Más tarde, después de que los otros niños se fueron, Daniel se acercó a ella.

“Hueles igual que mamá”, dijo en voz baja. “Su brazalete le queda muy bonito también. Me alegro que le haya gustado”, dijo, luego se fue rápidamente.

Una maestra dando clases privadas a un niño. | Foto: Getty Images

Una maestra dando clases privadas a un niño. | Foto: Getty Images

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Sus palabras sacudieron el mundo de Janet y la convencieron de hacer lo correcto con él. Así, lo invitó a su casa para recibir tutorías adicionales durante el verano.

Cuando la escuela se reanudó para el siguiente año escolar, Dani mostró una mejora significativa en su trabajo escolar. Eso animó a Janet, que intensificó sus encuentros.

Todas las tardes después de que finalizaran las clases, ella se quedaba con él para ayudarlo con las cosas que no entendía. Fue durante el entrenamiento privado que se dio cuenta de que el chico era un aprendiz inteligente, pero lento.

Ella se esforzó por no presionarlo demasiado y los resultados fueron asombrosos. Poco a poco, se puso al día con el resto de la clase, y después de los exámenes finales, no repitió el quinto grado.

Pero después de terminar clases, el chico desapareció con su padre despreocupado. La maestra no supo de él durante otros siete años. Después de eso recibió una carta.

Mujer leyendo una carta mientras se toma un café. | Foto: Getty Images

Mujer leyendo una carta mientras se toma un café. | Foto: Getty Images

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En ella. El chico había escrito que se graduaría segundo en su clase el año siguiente y le hizo saber que las cosas iban bien con él. Pasaron cuatro años antes de que ella recibiera otra carta de él.

El joven había revelado en la carta que lideraba su clase como el mejor estudiante y se graduaría como el mejor de la universidad el año siguiente. Cuando Janet recibió la tercera carta, vino con una invitación.

“Querida Sra. Urbano”, decía. “Quería que fuera la primera en saberlo. A partir de hoy, soy el Doctor Daniel Araque ¿¡Qué le parece!? Bien, ¿verdad? Y eso no es ni la mitad. También me casaré el 22 de noviembre”.

“Así que quería preguntarle si podría venir y entregarme, pues mis padres fallecieron. No hay nadie a quien preferiría tener sentado en el pasillo de la familia más que a usted”.

“Usted fue quien me apoyó cuando era un niño pequeño. Estaría muy feliz, y mi esposa también, si pudiera acompañarnos. Con aprecio, Daniel Araque”.

Mujer sonriente leyendo una carta junto a una ventana. | Foto: Getty Images

Mujer sonriente leyendo una carta junto a una ventana. | Foto: Getty Images

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Janet aceptó la oferta y se presentó en la fiesta con su mejor vestido. Para la ceremonia, se sentó donde se habría sentado la madre de Daniel, y eso puso muy feliz al joven.

Nunca olvidó lo que la maestra había hecho por él cuando era niña, y se aseguró de que ella tampoco lo olvidara.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

El reconocimiento es una gran ayuda. Janet podría haberse unido a su clase para ridiculizar el regalo de Dani. En cambio, puso fin a las burlas e hizo sentir bien al chico por su obsequio. Lo salvó del trauma emocional.

Haz el bien cada vez que puedas. Janet ayudó a Daniel con sus fallas académicas tomándose su valioso tiempo para guiarlo en las cosas que no entendía. Lo ayudó a superar su fracaso y nunca la olvidó por eso, incluso después de mudarse de su ciudad.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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