Hermanos menores quieren deshacerse de vieja madre hasta que el mayor les muestra video del pasado - Historia del día
Dos hermanos menores decidieron ingresar a su vieja madre en un ancianato, pero el hermano mayor aprovechó la oportunidad para enseñarles una valiosa lección.
Carolina tenía ya 82 años. Sus hijos eran hombres adultos, viviendo sus propias vidas. Su marido murió cuando tenía apenas 46, pero era una madre tan devota que ni siquiera pensó en buscar otra pareja.
Carolina vivía sola en una enorme casa vieja. El silencio de su hogar solo era roto un par de veces al año, cuando sus hijos la visitaban con sus familias.
Vieja casona. | Foto: Pixabay
Normalmente, ella debía llamarlos y pedirles que fueran a verla. Pero esta vez, sus hijos fueron quienes la llamaron para avisarle que irían a visitarla, lo cual le causó curiosidad.
Llegaron todos juntos la tarde del viernes, y Carolina les tenía lista una suntuosa cena. Incluía los platillos favoritos de cada uno de ellos, incluyendo una tarta de manzana para su hijo menor, Roy.
Ahí estaban. Andrés, Samuel y Roy. Eran tan parecidos a su padre que los ojos de Carolina se colmaron de lágrimas. Andrés le dio un gran abrazo de oso, pero Roy y Sam solo le dieron un besito en la mejilla.
"¡Mamá!", dijo Andrés con una sonrisa. "¡Te ves más joven que nunca!".
Carolina se rio. "¡Qué mentiroso eres, Andrés! Pero vengan, chicos, ¡preparé la cena!". Al entrar a la casa, Carolina se tropezó. Andrés rápidamente la tomó por el brazo para estabilizarla.
Roy suspiró. "Mamá, necesitas una andadera. Te tropiezas como un borracho". Carolina se sonrojó. "Estoy perfectamente bien, Roy, y no quiero peleas hoy. ¡Vamos a comer!".
Gran comida familiar. | Foto: Shutterstock
Horas después, Carolina recorrió la mesa con su mirada, llena de orgullo. Todos sus niños estaban ahí, como en los viejos tiempos. "Entonces, Sammy. ¿Cómo te fue con aquel trabajo en Santa Cruz?"
"Mamá, ya me preguntaste eso, ¡hace menos de veinte minutos!", dijo Samuel molesto.
"Ay, ¡discúlpame, Sammy!", se disculpó Carolina. "Creo que ando un poco olvidadiza". Para disimular su vergüenza, se levantó y comenzó a limpiar la mesa. Andrés inmediatamente se levantó a ayudarla.
En ese momento, sonó el teléfono de Carolina. Trató de atender la llamada, pero accidentalmente la rechazó en vez de responder. "¡Ay no! ¿Y ahora?", dijo, y se volteó hacia Roy. "Hijo, ¿me ayudas a ver quién llamó?",
Roy miró a su madre con desdén. "Por Dios, mamá. Te he enseñado a usar el teléfono mil veces. ¿No puedes aprender nada?".
Hombre adulto exasperado. | Foto: Shutterstock
Andrés dio un paso adelante y tomó el teléfono gentilmente. "Mira mamá, es aquí", le dijo. "Si le das aquí, puedes ver que fue... Gina Moretti. Si le quieres devolver la llamada, tocas aquí".
Carolina fue al cuarto contiguo para llamar a su amiga. En ese momento, Andrés se volteó y vio a sus hermanos con una mezcla de furia y asco. "Parece que se les han olvidado los modales, hermanitos", dijo.
"Ay por favor, Andrés", dijo Roy. "La mujer no puede ni caminar, ni usar un teléfono, ¿y quieres que siga viviendo sola?". "Es claramente incompetente", agregó Samuel. "Repite todo constantemente, Andrés, estaría mejor en un ancianato".
Andrés sacudió la cabeza, decepcionado. "Vengan conmigo"; le dijo a sus hermanos.
Los llevó hasta la sala de estar donde los tres habían pasado tantos años jugando juntos. Tomó una vieja cinta de VHS y le puso a reproducir en el televisor. "Quiero que vean quién es esa mujer, y qué fue lo que hizo".
La televisión se iluminó con imágenes. Ahí estaba Carolina, y lucía increíblemente joven y hermosa. Reía mientras cortaba pedazos de torta de chocolate para docenas de niños en una fiesta. Luego, Carolina sostenía la mano de un niño pequeño.
Madre sostiene mano de su hijo. | Foto: Shutterstock
"¡Vamos cariño, tú puedes! ¡Camina, un paso más! ¡Eso!", decía Carolina mientras el niño daba sus primeros pasos. Se cayó estrepitosamente, pero ella lo abrazó, lo puso en pie y lo cubrió de besos. "Ese soy yo...", dijo Roy.
En otro segmento del video, Carolina está muy ocupada preparando la cena. Pero un niño de unos cinco años la sigue a cada paso, atosigándola con preguntas. "Mamá, ¿por qué el cielo es azul?".
"Amor, es por el oxígeno y los gases de la atmosfera, lo hacen ver azul", respondió. "Pero, ¿por qué es AZUL?", insistió el niño.
"Bueno", dijo Carolina. "No sé exactamente por qué es azul y no amarillo, pero, ¿por qué no le damos un vistazo a una enciclopedia después de la cena, te parece?".
Se volteó para seguir cocinando, mientras el chico gritaba a todo pulmón: "¡AZUL! ¡AZUL! ¡AZUL! ¡AZUL!". Entretanto, Samuel dijo: "Ese soy yo. Dios, qué paciencia me tenía".
Andrés apagó la televisión. "Perdí la cuenta de la cantidad de veces que mi mamá me tuvo que enseñar a atarme los zapatos o ponerme las medias. Esa mujer que están tratando tan mal es una santa", dijo.
Cinta de VHS. | Foto: Unsplash
"Se quedó sola, con tres hijos que criar, y lo hizo. Tuvo que tener dos trabajos, pero siempre tuvo tiempo para hacer pícnics con nosotros, o jugar a la pelota, o responder mil preguntas".
"Es la persona más competente y trabajadora que he conocido en toda mi vida, ¿y quieren mandarla a alguna especie de guardería para viejos? ¡Le debemos muchísimo más que eso!".
Samuel asintió. "Sí, estoy de acuerdo. Hay que encontrar otra solución. Una que permita que mamá conserve su dignidad e independencia". "Tienen razón", dijo Roy. "Pero igual me preocupa que esté sola".
"Como saben, Dina y yo nos divorciamos hace tres años", dijo Andrés. "Y mis hijos ya están en la universidad, así que creo que voy a mudarme a casa de mamá. Mi negocio es 100% en línea, puedo trabajar en cualquier parte".
En ese momento, Carolina terminó de hablar con su amiga y volvió a entrar. Quedó sorprendida cuando Roy, Samuel y Andrés decidieron abrazarla al mismo tiempo.
Carolina siguió viviendo en su propia casa, y, para su gran dicha, Andrés se mudó con ella. Y por si fuera poco, Sam y Roy comenzaron a visitar mucho más a menudo.
Anciana feliz. | Foto: Unsplash
¿Qué podemos aprender de esta historia?
Cuando somos jóvenes, nuestros padres nos guían y protegen. Merecen ese mismo amor y apoyo cuando envejecen.
A veces es fácil olvidar lo mucho que le debemos a nuestra familia. Sam y Roy olvidaron lo difícil que fue la vida de su madre, y lo paciente y amorosa que fue con ellos.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.