Mamá deja una casa a su hija menor y la mayor solo recibe un cochecito viejo y una muñeca sucia - Historia del día
Cuando Erica, mamá de Laura, falleció, no le dejó sino un viejo carrito de bebé con una muñeca sucia. Laura estaba decepcionada y decidió venderlo porque no tenía ni para la renta, pero lo que descubrió dentro lo cambió todo.
Benito y Erica le dieron la bienvenida a su primera hija, Laura, cuando eran jóvenes. Su segunda hija, Emily, fue una bebé muy esperada. Lamentablemente, cuando Erica estaba embarazada de ella, Benito falleció de un ataque al corazón.
Viejo cochecito. | Foto: Shutterstock
Cuando nació, la pequeña Emily se convirtió en el centro de atención de su familia. Laura la adoraba, y la cuidaba casi más que su madre. Pero cuando Emilia creció, todo cambió.
Laura soñaba con convertirse en diseñadora de modas, pero desafortunadamente su madre no la tomaba en serio. Así que se mudó a Nueva York a los 19, para empezar a trabajar en la industria textil.
Mientras tanto, Emilia no quería trabajar. Siempre obtenía lo que quería de su madre, y a Erica no le importaba trabajar todo el día para proveer a su hija de lo que necesitaba.
A Laura le daba un poco de celos que su hermana obtuviera toda la atención de su madre, pero nunca dejó que eso afectara su relación con Emilia. La quería y cuidaba como hermana mayor, y no quería que eso dejara de ser así.
Un día, Erica murió inesperadamente en un accidente automovilístico.
Laura voló desde Nueva York para despedirse por última vez, pero se sorprendió cuando descubrió que su madre la había dejado sin nada más que un cochecito viejo y una muñeca sucia.
La joven estaba furiosa y arremetió contra Emily: "¿Estás contenta ahora? ¡Me robaste todo!".
Casa suburbana. | Foto: Pexels
Emilia suspiró y puso los ojos en blanco. “Bueno, hermana, no tenía idea de que ella tuviera un testamento. Pero estabas en Nueva York. ¡Mamá hizo bien en dejarte sin nada!".
Laura estaba atónita. "Vaya, Emilia. Me sorprendes. ¿Tanto me odias, o esto es así desde que me fui?".
"Cálmate, Laura", dijo Emilia. "Ni mamá ni yo te tuvimos rencor. Te digo que no sabía nada del testamento. Igual, como te decía, no puedes quedarte más de una semana. Tendrás que sacar tus cosas de la casa lo antes posible, estoy pensando en ponerla a la venta".
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"¡¿Qué?! ¡¿Hablas en serio?!", dijo Laura llorosa. "Está llena de recuerdos, ¿cómo puedes deshacerte de nuestra casa así? ¡A mamá no le hubiera gustado eso!".
"¿Y ahora qué importa lo que mamá hubiera querido, Laura? Ella está muerta y aún nos queda vida por vivir. Y no está en discusión, ya lo decidí".
Abatida, Laura salió de la casa y se alejó, tirando del viejo cochecito. Pasó la noche en un hotel, y al día siguiente volvió a Nueva York. Dejó el cochecito en una baulera: ya vería si podía venderlo, que estaba tan mal de dinero que hasta tenía problemas para pagar la renta.
Además, cortó lazos con su hermana Emilia. Estaba tan dolida que hasta cambió su número de teléfono para que no pudiera contactarla.
Carta lacrada. | Foto: Pexels
El tiempo pasó, Laura se refugió en su trabajo y olvidó el dichoso cochecito. De hecho, no volvió a verlo hasta que debió mudarse.
Habían pasado diez años, y el cochecito estaba todavía más deteriorado. Tenía nidos de arañas y de polillas, y la pintura empezaba a saltarse.
Laura lo sacó con cautela y se sentó en el sofá de la sala para limpiarlo. "Ay... ¡todavía no puedo creer que me dejaras solo esto, mamá!", dijo Laura suspirando. "¿Realmente creías que no valía más?".
Sin embargo, cuando Laura quitó la muñeca que venía con el cochecito, descubrió un sobre dentro. Tomó la carta y empezó a leerla.
"Querida Laura", había escrito su madre. “Espero que no estés enojada conmigo porque te dejé con un cochecito viejo. Créame, no tengo preferencia por mis hijas. ¡La muñeca que ves dentro vale miles de dólares! Es una antigua muñeca de colección, ¿recuerdas que te hablé de mi pasión por las colecciones?"
Y seguía: "El cochecito puede no valer mucho en términos de dinero, pero es de tu infancia. Entonces, para mí, no tiene precio. Sí, ya sé, te preguntarás por qué le dejé la casa a Emilia. Es que ella es joven e inexperta, y temo lo que puede pasar con elle si no tiene una base en la que pararse".
"Así que le dejé la casa para que no le falte el techo. Por favor, no dejes que te invadan los celos y que arruinen la buena relación entre ustedes. Espero que puedas montar tu propio taller con lo que saques de la muñeca, y que me demuestres que me equivocaba y seas una gran diseñadora. Te ama para siempre, Mamá".
Mujer preocupada con teléfono celular. | Foto: Shutterstock
Mientras Laura continuaba leyendo la carta, se le llenaron los ojos de lágrimas. "¡Lo siento tanto, mamá!", sollozó. "Ojalá hubiera leído esto antes. ¡Dejé a mi hermana sola! Pero no te preocupes, mamá, lo remediaré, ¡lo prometo!".
Laura tomó el teléfono y marcó el número de Emilia, que recordaba bien. Pero la atendió el buzón de voz. Y nadie devolvió la llamada.
Así que decidió volver a Florida para verla. Pero al llegar allí, descubrió que Emilia había vendido la casa y se había mudado. Nadie sabía adónde.
Desesperada, Laura pensó en contactarse con la policía para reportar la desaparición de su hermana. Entonces una mendiga en un rincón le llamó la atención.
Laura le iba a dar dinero maquinalmente, pero al verla no podía creer lo que vio. ¡Era su hermana!
"¡Laura!", gritó Emilia al verla. "¡Finalmente viniste!, siento tanto lo que pasó la última vez. Necesité tu ayuda y traté de contactarte, pero no pude comunicarme contigo. Me mantuve un tiempo con el dinero de la casa, pero luego no supe qué hacer".
Laura no pudo contener las lágrimas. "Lo siento tanto, Emilia, estaba furiosa con lo que pasó tras el testamento. No volveré a abandonarte. ¡Lo siento tanto!".
Joven en situación de calle. | Foto: Shutterstock
Inmediatamente, Laura se llevó a Emilia al hotel en el que estaba alojándose. Le alquiló una habitación y le dio ropa para que vistiera tras bañarse. La llevó de regreso consigo a Nueva York, y le enseñó a coser, para que ambas pudieran trabajar en su nuevo proyecto. Nunca más volvieron a separarse.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
Los padres quieren a los hijos por igual. Erica dividió su herencia no haciendo diferencias entre ellas por amor, sino porque ambas necesitaban cosas diferentes.
Los celos son veneno para las relaciones. Laura decidió cortar lazos con Emilia por celos, y las privó de diez años de relación fraternal.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.