Conductor de bus escucha la llamada de anciana con su nieto y expone estafa de $35 mil - Historia del día
Un conductor de autobús decide meterse en los asuntos privados de una anciana cuando la escucha hablar por teléfono con su nieto.
"Jesús, ¿qué... qué estás diciendo?" La voz de Victoria temblaba al hablar. El nerviosismo de la abuela alertó a Manuel, el chofer del transporte público donde se trasladaba la mujer de 70 años.
Manuel tenía mucho amor por su trabajo; mantenía su vehículo muy limpio y siempre era amable con los pasajeros, lo que hacía que estos le respondieran con mucho cariño.
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No era la primera vez que recogía a Victoria en la parada del autobús, y habían intercambiado cumplidos un par de veces, así que cuando oyó la angustia en su voz, se preocupó.
Con un rápido vistazo al espejo central pudo percatarse de que Victoria tenía una mirada de preocupación.
"Vale Jesús, voy a retirar todo el dinero del banco", escuchó Manuel.
"¿Qué puede estar pasando?", pensó en su interior.
"¿Estás bien?", le preguntó en cuanto terminó la llamada. Ella miró hacia él, sobresaltada, y sus ojos se encontraron en el espejo.
"Por supuesto", dijo ella. "Era mi nieto, Jesús. Lo arrestaron".
"¿Qué? ¡Eso es terrible!", manifestó Manuel, haciendo todo lo posible por mantener la conversación entre él y Victoria mientras se aseguraba de que ella pudiera oírle.
Era un truco que había dominado para las ocasiones en las que quería hablar con sus pasajeros de vez en cuando, y le resultaba útil con Victoria, que se sentaba justo detrás de él.
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"Necesita 35 mil dólares para salir bajo fianza mientras esperamos el juicio, pero no tiene esa cantidad", expresó.
"Espera, ¿35 mil? ¿Para la fianza? ¿Qué delito ha cometido?", preguntó Manuel, sintiendo que algo no cuadraba.
"Fue detenido por un supuesto robo a mano armada..." Victoria le contó todos los detalles y, tras escuchar pacientemente, Manuel le pidió que se quedara en el autobús mientras él completaba su ruta para que pudieran resolver el problema.
Se ofreció a ayudar porque supuso que algo no iba bien; la fianza por robo no debería costar tanto, dependiendo de lo que se robara y de si alguien moría o no en la escena. Esto incluso alimentó su sospecha inicial: Manuel había estado escuchando historias de estafas que involucraban a personas mayores, especialmente abuelos, como víctimas.
"Te lo agradecería", le dijo. Media hora después, se instalaron en una cafetería y Manuel le pidió que devolviera la llamada al número que su nieto utilizaba para localizarla.
Cuando ella lo hizo, él tomó el teléfono y escuchó la voz en la línea: pertenecía a un hombre que la anciana dijo no conocer personalmente. Manuel vio en ello su oportunidad de intervenir, y así lo hizo.
"Creo que debería llamar a la policía", le aconsejo amablemente.
"Sé lo que has oído, pero tengo que ir al banco lo antes posible para retirar todo el dinero que tengo. No son 35 mil dólares, pero sin duda es un comienzo", replicó ella con vehemencia.
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"Escucha, Victoria. No creo que tu nieto sea con quien has hablado. Quienquiera que haya sido, solo quiere estafarte y no quiero que caigas en esa trampa. ¿Por qué no llamas a tu nieto? Averigua si realmente está encerrado".
"Pero he hablado por teléfono con él", expresó Victoria. "Me ha rogado que le ayude y eso es lo que voy a hacer. He sido su única tutora desde que sus padres murieron. Soy todo lo que tiene".
Manuel pudo ver que nada de lo que dijera la haría cambiar de opinión, así que cambió de táctica. "Vale, Victoria, vamos, te dejaré en el banco para que puedas ayudar a tu nieto", le dijo.
El viaje fue silencioso, con ambas partes rumiando sus pensamientos; Victoria pensaba en cómo conseguir más dinero mientras que Manuel solo quería ayudarla.
Estaba pensando en qué decir para convencerla cuando vio a unos policías en la calle y se detuvo junto a ellos. "Oficial, tengo un asunto que necesita de su conocimiento", dijo Manuel a uno de ellos.
"Verá, mi amiga aquí presente parece creer que su nieto está en la cárcel por robo y necesita una fianza de 35 mil dólares".
"¿Qué?", respondió el policía.
"¡¿Qué estás haciendo?!", siseó Victoria al oír lo que manifestó Manuel.
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"Cuéntale lo que me has dicho, Victoria", dijo Manuel.
"No tengo tiempo para esto", manifestó ella. "Llévame al banco ahora o déjame bajar y encontrar mi camino".
"Señora, me llamo José Puentes y puedo ayudarla a verificar si las afirmaciones de este hombre son ciertas o podría correr al banco y perder sus ahorros por un fraude", le aseguró el policía.
Su tono frío la hizo reflexionar y decidió que al menos intentaría revisar antes de tomar una decisión tan precipitada. Así que le contó todo.
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Su nieto había sido un niño de espíritu libre que se convirtió en un hombre al que le gustaba viajar. Rara vez la visitaba porque solía estar en ciudades lejanas, viviendo su vida al máximo.
Oír que lo habían detenido por robo había sido mucho para ella. "Mi nieto no haría daño a una mosca", se aseguró de decirle al policía.
Victoria y Manuel pudieron hablar largo y tendido con el agente, que no tardó en confirmar que, efectivamente, se trataba de una estafa, tras intentar y no confirmar el caso en los registros de la policía. Solo entonces Victoria creyó que la estaban estafando, y decidió no entregar su dinero. El conductor del autobús la llevó entonces de vuelta a casa.
Una semana después del suceso potencialmente devastador, Manuel recibió una tarjeta regalo de 500 dólares de Victoria con una nota que expresaba: "Gracias. Ese mismo día recibí una llamada de mi nieto".
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¿Qué ganamos con esta historia?
- Pensar dos veces antes de tomar una decisión precipitada: Victoria habría perdido todos los ahorros de su vida si hubiera corrido al banco aquel día por miedo a perder a su querido nieto. No tenía intención de verificar los hechos y no lo habría hecho si Manuel no hubiera intervenido. Después de dar un paso atrás para reflexionar sobre las cosas, decidió confiar en Manuel y eso le favoreció.
- Si crees que estás en el camino correcto, nunca te resignes: Manuel sabía que Victoria tenía problemas. Estaba seguro de ello. Por eso fue capaz de salvarla denunciando lo que ocurría a la policía aunque le había prometido otra cosa. Si la hubiera escuchado y hubiera optado por ocuparse de sus asuntos, Victoria lo habría perdido todo, y él nunca habría olvidado su participación en ello.
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