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Vieja cartera | Foto: Shutterstock
Vieja cartera | Foto: Shutterstock

Pareja joven compra auto usado y halla billetera bajo el asiento con foto vieja adentro - Historia del día

Diego Rivera Diaz
19 dic 2021
22:45

Después de comprar un auto usado, Jorge y Miranda descubrieron una billetera vieja debajo del asiento. Contenía una foto de una linda niña, pero Jorge la reconoció de los viejos álbumes de la madre de Miranda.

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"¡Miranda, vámonos! ¡Tu madre se va a enojar de nuevo con nosotros por llegar tarde!", gritó Jorge a su novia desde el auto. Él estaba en el asiento del conductor, esperándola. Miranda siempre tardaba demasiado en estar lista.

Jorge aprovechó para ver su nuevo auto. No era nuevo de verdad: era usado, pero era nuevo para ellos. Lo compraron a un gran precio, y en excelente condición.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Habían comprado el auto juntos. Era su primera compra grande como pareja, y estaban muy felices por eso. Su relación avanzaba. El siguiente paso era una casa, pero tomaría más tiempo.

De repente, Jorge quiso verse en el espejo. Bajó la visera y de repente cayó un pedazo de papel. Terminó debajo del asiento, por lo que intentó alcanzarlo.

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Al buscar el papel, encontró una vieja billetera. Lo que había caído del espejo era solo una vieja factura. Jorge encogió los hombros y se guardó el papel en el bolsillo para tirarlo a la basura más tarde.

Decidió darle un vistazo a la billetera, y encontró la licencia de conducir de un hombre, entre otras cosas. También había una pequeña cantidad de dinero en efectivo.

En ese momento, sus ojos se posaron sobre la imagen de una niña. Jorge sonrió por alguna razón al ver la foto, y quedó tan ensimismado que no se dio cuenta cuando Miranda entró al auto.

"¡Vamos! ¿No eras tú el que tenía prisa?", exclamó ella entre risas. Jorge puso en marcha el motor. "¿Que es eso?", preguntó Miranda, señalando la billetera.

“Oh, creo que era del dueño anterior, amor. Parece bastante joven, ¿no?", dijo, entregándole la billetera a su novia. Ella la inspeccionó con detenimiento.

"Debe ser una foto de su hija. Qué linda. Ella me parece un poco familiar. Se parece un poco a mí, creo", dijo Miranda sin darle mayor importancia.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

"¿Verdad que sí? Eso estaba pensando, pero, de nuevo, muchas niñas de pelo oscuro se ven parecidas", dijo Jorge, concentrado en la vía. "De todos modos, ahí está su número. Podemos llamar más tarde y devolverle la billetera".

Poco después, llegaron a casa de la madre de Miranda, donde disfrutaron de una exquisita cena "La comida estuvo deliciosa, Sra. Franco", dijo Jorge mientras la madre de Miranda recogía la mesa.

"Me alegro que te haya gustado, hijo. También me alegro de que hayan comprado ese auto nuevo. El viejo se veía bastante deteriorado”, dijo la madre de Miranda desde la cocina.

“Sí, pero era confiable. Y como nunca hay nieve ni lluvia en esta región, pues no daba muchos problemas. Era un buen auto", dijo Jorge. Extrañaba ese viejo convertible.

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"De todas formas. Es mejor tener un auto que no vaya a dejarlos varados en medio de la nada", insistió la señora. Mirando sonrió y asintió. Estaba muy contenta por el nuevo auto.

"Ah, por cierto... hoy moví unas cajas y encontré álbumes viejos de Miranda. ¿Quieres verlos, Jorge?", preguntó la Sra. Franco con una sonrisa. "¡Claro que sí!", respondió el hombre.

"¡No!", exclamó Miranda, y se tapó el rostro avergonzada. Su madre sacó los álbumes y comenzaron a ver fotos viejas mientras la mujer contaba historias sobre su hija.

Pero Jorge apenas oyó una o dos historias antes de distraerse. Su atención se centró del todo en una foto en el álbum. Miranda debía tener 4 o 5 años. Pero eso no era lo raro.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

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Era idéntica a la niña de la billetera. Jorge comenzó a sospechar, "Disculpen un momento", dijo, y salió. "Jorge, ¿qué pasa?", preguntó Miranda, siguiéndolo hasta la puerta y mirándolo sacar algo del auto.

"Mira", dijo, con la billetera en la mano. “La niña es idéntica a ti en ese entonces. ¿No es raro? Pensamos que era una coincidencia, pero ya no lo creo".

"Vaya... ¡tienes razón!", respondió Miranda al ver la foto con buena luz. Fue a mostrársela a su madre. "¿Qué piensas, mamá?". La señora tomó la billetera y miró la foto de cerca.

"Dios mío", dijo en voz baja. Se quitó las gafas y cerró los ojos por un minuto. "Mamá, ¿qué pasa?", preguntó Miranda, preocupada. "Hija, tú podrías ser la chica de la foto", dijo la Sra. Franco.

"Nunca pensé que tendría que decirte esto. Pero eres adoptada, cariño. Tenías cinco años cuando te adopté", reveló.

"No entiendo. ¿Tenía 5 años? ¿No debería recordar algo?", preguntó Miranda, mirando la foto de nuevo. Jorge se sentó a su lado y la rodeó con su brazo para darle apoyo.

"Al principio sí recordabas. Pero nunca volviste a hablar de eso. Traté de hablarte un poco sobre tu pasado cuando tenías 10 años y me miraste como si estuviera loca. No recordabas nada", explicó la mujer.

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"Esperaba contarte sobre tu adopción para que estuvieras informada. Pero como no lo recordabas, lo pospusimos y luego, lo olvidé", reconoció la Sra. Francis.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

"Entonces, ¿el dueño anterior del auto podría ser mi padre biológico?", preguntó Miranda desconcertada. Sus ojos estaban colmados de lágrimas.

"Sí, creo que es posible. En esa época lo único que sabíamos era que una mujer te había dejado en el orfanato. Tu padre... Fernando y yo no queríamos adoptar un recién nacido, y ahí estabas tú, de 5 añitos, preciosa y asustada".

"Te amamos en cuanto te vimos. Y congeniamos de una vez. El papeleo fue bastante rápido, gracias a Dios", continuó la Sra. Franco.

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"No sé qué hacer con esta información", murmuró Miranda. Enterró su rostro en los brazos de Jorge y comenzó a llorar suavemente.

"Solo tienes que seguir tu corazón, hija. Tienes todo mi apoyo. Si quieres contactar a ese hombre, adelante. Tu padre también estaría de acuerdo, si estuviera vivo. No te preocupes por eso", dijo la dulce mujer.

Días después, sentada con su novio en el sofá de su hogar, Miranda se levantó de repente. "Vamos a llamarlo", dijo, mirando a Jorge con los ojos llenos de convicción.

"¿A tu padre biológico? ¿Está segura?", preguntó, tomando su teléfono celular. "¡Sí!", exclamó ella enérgicamente. Jorge marcó el número del hombre que les vendió el auto y concertó una reunión para el día siguiente.

El hombre accedió a ir a su casa. Al otro día, llegó justamente a la hora pactada. "Sr. Rivera, gracias por venir", dijo Jorge, estrechándole la mano e invitándolo a entrar.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

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“Por favor, llámeme Antonio. ¿Le pasa algo al auto? Soy un gran mecánico. Puedo echarle un vistazo gratis si quiere”, ofreció el hombre.

“No, nada de eso, Sr. Antonio. Hay algo de lo que queremos hablar con usted. Encontré su vieja billetera en el auto”, explicó Jorge, y tomó la billetera del mesón de la cocina.

"Oh, vaya. Perdí esa cosa hace años. No puedo creer que estuvo en el automóvil todo ese tiempo. ¿Cómo no la encontré? ¡Muchas gracias! Ya no necesito los documentos, pero hay una foto adentro que significa mucho para mí", dijo el hombre.

"En realidad, de eso es lo que queríamos hablar", dijo Jorge, y Miranda entró en la sala de estar. Ella y el Sr. Rivera no habían hablado mucho al comprar el auto.

Esta vez fue diferente. El Sr. Antonio la miró intensamente con el ceño fruncido. "Señorita, se me hace muy familiar. ¿Nos hemos conocido antes?", preguntó.

“Creo que sí. Por eso queríamos hablarle de la foto de la billetera, señor", respondió Miranda. "No entiendo", dijo Antonio, apartando la mirada de Miranda y mirando a Jorge.

“Creemos que Miranda es la niña de la foto, Sr. Antonio. Su madre tiene fotos de ella cuando tenía esa edad, y el parecido es tal que tienen que ser la misma persona”, dijo Jorge con calma.

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"Eso es imposible", dijo Antonio, mirando a Miranda. Su rostro se contorsionó en una mueca de dolorosas emociones. "Eso no puede ser. Es imposible. No, es imposible", repitió.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

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"Sé que todo esto es muy repentino. Nosotros también nos sorprendimos. Pero la madre de Miranda le dijo que fue adoptada a los 5 años, y la verdad, todo es bastante posible", dijo Jorge.

Antonio se sentó en el sofá. Gruesas lágrimas corrían por su rostro. Volvió a abrir la billetera. "Esta es Clara. Clarita. Mi hija. Su mamá y yo... bueno, no tuvimos una buena relación".

"Nunca nos casamos, y siempre estábamos peleando. Pero yo amaba a esa chica con todo mi corazón. Un día, la mamá de Clarita desapareció. Se llevó a mi hija y se fue", reveló el hombre.

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"La denuncié a la policía. Hice todo lo que pude. Pero en aquel entonces era muy difícil rastrear a alguien si realmente querían desaparecer. La policía no pudo hacer nada", dijo el hombre, secándose las lágrimas.

"¿No volvió a saber de ella?", preguntó Jorge. "No. Nunca supe qué le pasó ni por qué se fue con mi hija. Han pasado más de 20 años. Temía que hubiesen muerto”, dijo Antonio, y respiró hondo para calmarse.

"Tú... ¿crees que podrías ser mi Clarita?", preguntó a Miranda.

“Mi mamá me dijo que tenía cinco años cuando me adoptó. Le dijeron que una mujer me había dejado en el orfanato. También dijo que olvidé mi primera infancia en algún punto", dijo Miranda.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

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"No recuerdo que me llamaran Clara, así que realmente no lo sé", agregó. Sus manos temblaban por los nervios.

"Pero sí es posible. ¡Dios mío! Debí haber preguntado en orfanatos. Nunca se me ocurrió", murmulló Antonio, levantando la vista de la vieja billetera. "Pero Miranda también es un nombre bonito", dijo con una sonrisa.

Hablaron durante mucho tiempo. Finalmente decidieron hacerse una prueba de ADN que confirmó sus sospechas. Miranda era la hija desaparecida de Antonio. Era Clarita.

Se abrazaron con fuerza después de leer los resultados. La Sra. Franco estuvo allí para presenciar todo. Antonio le agradeció por cuidar tan bien de su hija. Después de eso, Antonio tuvo una larga conversación con ella.

"Oye, Miranda, hija... sé que no puedo sustituir a tu difunto padre, que tengo entendido fue un gran hombre. Pero... quisiera que tú y yo mantuviésemos el contacto de vez en cuando. Podrías conocer a mi familia", dijo Antonio.

Miranda comenzó a llorar y asintió de inmediato. Antonio pronto se convirtió en una parte esencial de su vida cotidiana, y años después la acompañó al altar cuando se casó con Jorge.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • El destino tiene un plan para cada uno de nosotros. Ya sea que creas en el destino o no, parece que algunas cosas suceden por razones específicas.
  • Sea honesto con sus hijos. Los hijos merecen saber la verdad sobre su pasado, incluso si crees que es demasiado difícil de escuchar.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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