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Unos sobres sobre un felpudo en la entrada de una vivienda. | Foto: Shutterstock
Unos sobres sobre un felpudo en la entrada de una vivienda. | Foto: Shutterstock

Niño le hace RCP a un indigente: 23 años después recibe una carta sobre ser su heredero - Historia del día

Un niño de nueve años realiza RCP a un indigente y le salva la vida. Veintitrés años después, el indigente lo localiza y le envía una carta.

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Kevin y sus amigos estaban jugando en el parque un día cuando un hombre vestido con harapos salió de entre la vegetación pidiendo ayuda. El chico, que acababa de correr hacia los arbustos para recuperar su pelota, quedó aterrorizado al verlo.

“¡Kevin, corre! No le hables”, gritaron sus amigos mientras huían, pero había algo en el hombre que hizo que el niño se congelara.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"¡Por favor, ayúdenme!", suplicó el hombre con dificultad para respirar. Se veía terrible y olía muy mal, pero Kevin notó rápidamente que el hombre no podía respirar correctamente.

Sin embargo, debido a la apariencia andrajosa del individuo, el chico tenía miedo.

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“Voy a llamar a alguien. Por favor espere”, le gritó Kevin mientras intentaba alejarse, pero el hombre lo agarró de la mano y tiró de él.

“Por favor, llama a una ambulancia ahora. No puedo respi...”. El hombre de repente colapsó y cayó al suelo.

Kevin miró a su alrededor. No vio a ningún adulto y sus amigos lo habían dejado solo. “¿Qué hago ahora? ¿Debo ir a casa y llamar a mamá?”. De repente, el niño recordó la lección de primeros auxilios que había aprendido en la escuela y cómo hacer RCP.

El padre de Kevin, Andrés Wilches, era médico de oficio y le había enseñado a su hijo que, en una emergencia, era fundamental ayudar a la persona o moriría.

Por eso el chico no perdió mucho tiempo buscando ayuda. Se arrodilló, colocó sus pequeñas manos sobre el pecho del hombre y comenzó el procedimiento.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Kevin inicialmente intentó solo las compresiones torácicas, las cuales no fueron efectivas, pero Kevin no se dio por vencido.

Continuaba con las compresiones torácicas mientras realizaba la respiración boca a boca. Continuó haciendo eso por un minuto. Después de algunos intentos, el hombre despertó sobresaltado y, en ese momento, otra persona en el parque notó a Kevin.

“¿Qué pasó? ¿Están bien?”, preguntó el hombre preocupado mientras se acercaba al chico y al pobre hombre.

El niño negó con la cabeza. “¿Podría llamar a una ambulancia para él? Está enfermo”.

Preocupado por la salud del pobre señor, el hombre llamó a emergencias y enviaron una ambulancia al parque.

Mientras lo subían al vehículo, el pobre hombre le indicó a Kevin que se acercara a él. “Gracias”, le dijo en voz baja al chico. “Ayudaste a un indigente y nunca lo olvidaré. ¿Cómo te llamas?”.

“Mi nombre es Kevin Wilches”, respondió el niño. “Por favor, mejórese pronto”.

El hombre le sonrió al chico y cerró los ojos. Kevin nunca volvió a verlo ni a encontrarse con él después de ese día.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Habían pasado 23 años. Kevin tenía 32 años. Tenía esposa e hija. Pero, a diferencia del pasado, cuando fue alabado por su heroica hazaña al salvar a un indigente, ahora solo lo citaban como un mal ejemplo.

Kevin era un abogado en apuros que no había obtenido ni una sola victoria en ninguno de los casos que había representado. Sin duda, eso había dañado su reputación y, en un momento, ¡no tuvo casos durante todo un año!

Su esposa, que era dentista, era el principal sostén de la familia y los ingresos de Kevin eran casi insignificantes, pues solía pasar meses sin ganar nada.

“Algún día, verás, seré un abogado famoso”, decía, a lo que su esposa Casandra lo miraba con severidad y respondía: “Claro, Kevin. Espero que suceda antes de que todos nos vayamos al más allá”.

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Kevin se sentía terrible cuando Casandra se burlaba de él de esa manera, pero nunca respondía porque admitía que era su culpa.

Una mañana estaba sentado frente a la mesa del comedor para desayunar cuando sonó el timbre.

“Kevin, ¿puedes ver quién toca la puerta?”, dijo su esposa desde la cocina mientras estaba ocupada batiendo huevos para unas tortillas.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Sí, cariño, iré a ver”, dijo el hombre, caminando hacia la puerta y abriéndola. Pero no había nadie. “Debe haber sido algún niño del vecindario que salió corriendo después de tocar el timbre”, dijo mientras se giraba para ir adentro.

Pero luego notó que había un sobre en el felpudo de la entrada. Tenía un sello de “URGENTE”.

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Kevin lo recogió y se dio cuenta de que iba dirigido a él, aunque el sobre no tenía identificación del remitente.

“Kevin, ¿por qué tardas tanto?”, preguntó Casandra mientras se acercaba a la puerta principal.

“Alguien me envió una carta, cariño”, respondió el hombre, “Pero no hay remitente”.

“Debe ser algo relacionado con un caso. Ahora date prisa. El desayuno se está enfriando”.

Kevin tenía curiosidad, así que abrió la solapa del sobre. Dentro había una carta y una tarjeta de presentación de un hombre llamado Jaime Andrade. Cuando abrió la carta y comenzó a leerla su pasado pasó ante sus ojos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Estimado Kevin,

Espero que estés bien. No sé si me recuerdas, pero yo nunca podré olvidarte. Eras un niño cuando me salvaste la vida. ¿Recuerdas al indigente al que le diste resucitación cardiopulmonar? Sí, ese era yo.

Gracias a ti, Kevin, no morí ese día y viví una vida feliz. Pero si recibiste esta carta, significa que ya no estoy vivo.

Yo era un hombre de negocios muy rico y mi socio me engañó y me robó todo, dejándome sin hogar. Mi esposa y mis hijos tuvieron que soportar muchas dificultades.

Desafortunadamente, mi esposa no pudo soportar la tensión, enfermó y falleció. Después de su muerte, sus padres tomaron la custodia de mis hijos porque me culparon por la muerte de su madre.

Estaba solo y agotado. Perdí la esperanza y comencé a vagar por las calles como un indigente. Solía ​​creer que nadie se daría cuenta si moría. Pero el día que me salvaste me enseñaste que todavía hay personas bondadosas en este mundo.

No sé cómo agradecértelo, Kevin. Como me salvaste ese día pude rehacer mi vida. Construí mi negocio desde cero e incluso reclamé todo de mi socio traicionero.

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Ahora tengo una herencia multimillonaria y todo mi patrimonio te pertenece a ti. ¡Eres el heredero absoluto! Podría habérselo dado a mis hijos, pero sé que prefieren el dinero a su padre.

Espero que no rechaces mi regalo. Debes haber encontrado el contacto de mi abogado. Por favor, llámalo cuando hayas leído esta carta.

Su nombre es Jaime Andrade. Dejaré su tarjeta de presentación en el sobre. Me alegro de haber podido pagar tu bondad.

Atentamente,

Jefferson Lucumi.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Al leer la carta, Kevin llamó al Sr. Andrade de inmediato para preguntar por Jefferson y se enteró de que ya no estaba vivo. Resultó ser que le habían diagnosticado cáncer y solo le quedaban unos meses de vida.

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En sus últimos días, estaba decidido a encontrar a Kevin y devolverle su favor, por lo que contrató a un detective privado que tardó varios meses, pero finalmente dio con su paradero.

Hasta la fecha, Kevin nunca ha olvidado cómo lo ayudó Jefferson. Lo primero que hizo con el dinero que le dejó fue establecer Lucumi y Asociados, un bufete de abogados dedicado al hombre que lo había ayudado.

Abrir la empresa resultó ser un amuleto de la suerte para Kevin. Después de eso, comenzó a obtener mejores casos e incluso contrató a un equipo de abogados bajo su mando para que lo ayudaran con los casos.

Ahora es un abogado famoso y está eternamente agradecido con Jefferson por su ayuda.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La bondad engendra bondad. Kevin salvó la vida de Jefferson y este salvó la carrera y el futuro de Kevin brindándole asistencia financiera.
  • Nunca dudes en ayudar a alguien que lo necesite. La forma en que Kevin ayudó al indigente cuando ninguno de sus amigos lo hizo es un excelente ejemplo de cómo nunca debemos ignorar las solicitudes de ayuda de nadie.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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