A 13 años de la muerte de su hijo, mujer recibe carta de niño que la llama "mamá" y la invita al baile escolar - Historia del día
Una mujer que perdió a su hijo se sorprendió al recibir la carta de un chico que se dirigió a ella como "mamá" y la invitó a su baile de graduación.
Cuando el hijo de Patricia Hernández, Samuel, de 3 años, murió por una enfermedad letal, ella nunca imaginó que la vida le daría otro golpe.
Dos años después de la partida de Samuel, Patricia perdió a su esposo Eduardo. El hombre no pudo soportar el dolor por el fallecimiento de su único hijo y terminó quitándose la vida.
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A la pobre Patricia ya no le quedaba mucha esperanza en su vida. Se había convertido en un robot, trabajando sin parar día y noche, esperando que Dios la llamara a casa y la reuniera con su familia.
Pero el destino tenía otros planes para ella, y un día, su vida cambió para siempre...
Eran las 8:00 de la mañana cuando Patricia escuchó el timbre de su puerta. Ella esperaba que no fuera uno de sus entrometidos vecinos.
Como Patricia era profesora, tenía que estar en el colegio a las 8:30 y no quería perder el tiempo con nadie. Si se trataba de un vecino, lo iba a atender rápido, alegando que llegaba tarde al trabajo.
Así que antes de dirigirse a la puerta, organizó rápidamente su bolso, tomó su abrigo y las llaves del carro. Sin embargo, cuando abrió la puerta, no vio a nadie.
"¿He imaginado el sonido del timbre? Tal vez era un niño", pensó, mirando a su alrededor para ver si había alguien cerca.
Convencida de que era solo una broma, se dio la vuelta para cerrar la puerta y salir, pero sintió algo bajo sus pies.
"¿Una carta?", se preguntó mientras tomaba el sobre. Era huérfana y no tenía parientes vivos. ¿Quién le escribiría una carta? Ella la abrió y comenzó a leer. Cuando terminó, las lágrimas corrían por sus mejillas.
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"Querida mamá,
Espero que todo esté bien. ¿No ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos? No sabes cuánto te he echado de menos estos últimos años, mamá. 13 años es mucho tiempo, y estoy deseando volver a verte pronto.
Sé que probablemente te estés preguntando por qué recibes esta carta después de tanto tiempo, pero te diré por qué cuando nos veamos. Por favor, prométeme que no rechazarás mi petición.
Tenemos una noche de baile este sábado, mamá, y me gustaría pedirte que fueras mi cita. Sé que ahora mismo te estás sonrojando, ja, ja, ja. Pero prométeme que estarás allí. Estaré deseando conocerte. La invitación está incluida en el sobre de la carta. ¡Nos vemos pronto, mamá! Te quiero.
Tu cariñoso hijo,
Reynaldo Andrade".
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A Patricia le temblaban las manos. Al principio, pensó que debía de tratarse de una terrible broma, pero después de revisar la invitación que había en el sobre de la carta y comprobar la información en Google, descubrió que sí había una noche de baile en la dirección que decía la invitación.
"¿Debo ir? ¿Y si resulta ser solo una carta falsa y no conozco a nadie?" Se preguntó, pero su corazón le sugirió lo contrario. Volvió a leer el nombre del remitente, y había algo... ¿Dónde había visto ese nombre antes?
Decidió averiguarlo cuanto antes, y el sábado viajó a Miami para encontrarse con el chico que le había enviado la carta.
Cuando llegó a la escuela alrededor de las 7:00 p.m., vio a un joven sosteniendo un cartel que decía: "Bienvenida, Patricia Hernández".
Patricia aún no podía creer lo que veían sus ojos cuando se dio cuenta de que todo era legítimo. Estaba aún más ansiosa por saber quién era Reynaldo Andrade y por qué se había puesto en contacto con ella. "¿Reynaldo Andrade? Hola, soy Patricia Hernández", se presentó mientras se acercaba a él.
"¡Oh, señora Hernández!" La cara de Reynaldo se iluminó abruptamente. "Me alegro mucho de que haya podido venir esta noche. Tenía muchas ganas de conocerla".
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"Lo siento, pero ¿De dónde me conoces?", preguntó.
"Todo ocurrió hace trece años, señora Hernández. ¿Está segura de que no se acuerda de mí?", preguntó el chico antes de revelar el motivo de su invitación.
Resultó que la madre de Reynaldo, Gracia, murió de cáncer. Sus tíos lo acogieron, pero no lo cuidaron bien y el chico echaba de menos a su madre constantemente.
Reynaldo recordó una historia que su mamá le contó una noche. Tenía que ver con un trasplante de corazón que le habían hecho de pequeño. La donación de órganos fue posible porque una madre generosa se ofreció a donar los órganos de su difunto hijo al hospital antes de su funeral. Y esa mujer era Patricia.
Cuando Patricia se enteró de la historia, entendió todo. Ella recordó que cuando firmó los formularios para la donación de órganos, vio el nombre de Reynaldo en la historia clínica del hospital.
"Después de mi operación, nos trasladamos a Miami porque mamá consiguió un trabajo aquí", explicó Reynaldo. "Por desgracia, le diagnosticaron cáncer hace tres meses. Me sentí muy solo después de su muerte, señora Hernández. No ha habido un día en que no la eche de menos.
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"Si todavía estuviera viva hoy, definitivamente la invitaría a mi baile de graduación. Así que busqué en el armario de mamá los documentos médicos para conseguir su dirección y le escribí una carta, como lo haría para mi madre. Gracias por honrarla viniendo aquí".
Patricia no pudo pronunciar una palabra en respuesta. Los ojos se le habían llenado de lágrimas, no paraba de secarse con un pañuelo para contenerlas, el corazón le latía con fuerza y solo podía pensar en Samuel, su hijo, que seguía vivo a través de Reynaldo.
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"Sé que es mucho pedir, Reynaldo", dijo finalmente tras una breve pausa, con la voz temblorosa. "¿Pero me darás la oportunidad de ser tu madre? Mi hijo Samuel sigue vivo dentro de ti. Soy una madre indefensa que te suplica que por favor me permitas reunirme con mi hijo".
En ese momento, Reynaldo dio un paso adelante y abrazó a la sollozante Patricia. "Es lo menos que puedo hacer por usted, señora Hernández. Usted me salvó la vida cuando estaba en la UCI. Mamá nunca olvidó que usted fue un ángel en nuestras vidas. Y honestamente, siento que es como una segunda madre para mí. Así que me encantaría."
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En ese momento, la vida de Patricia tuvo un rayo de esperanza y decidió solicitar la tutela de Reynaldo. Por supuesto, no fue fácil, teniendo en cuenta que se necesitaron muchos trámites, rondas en el tribunal de familia y convencer a las autoridades de que podía cuidar de Reynaldo por sí misma. Pero, afortunadamente, las cosas se resolvieron en tres meses y el chico se mudó con ella.
Reynaldo tiene ahora 28 años y trabaja como científico en un laboratorio de investigación de Miami. Se especializó en ciencias en la universidad e incluso ha recibido un premio nacional por sus logros científicos.
Dos años después de entrar en el laboratorio, conoció a otra científica llamada Laura, y ambos se casaron poco después de salir juntos. Ahora tienen dos hijas gemelas, Patricia y Gracia, que llevan el nombre de las dos increíbles mujeres que criaron a Reynaldo para convertirlo en el hombre que es hoy: su madre biológica y su madre adoptiva.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Dios nunca nos deja solos: Patricia perdió a su marido y a su hijo, pero más tarde ganó a Reynaldo como hijo.
- La vida está llena de giros inesperados: Patricia nunca imaginó que podría volver a disfrutar de la maternidad, pero gracias a Reynaldo, que la localizó y le envió una carta, volvió a tener una razón para vivir.
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