Anciana deja a hijo sin herencia de $1,2 millones: solo recibe jarrón roto con una nota adentro - Historia del día
Una mujer mayor le dio a su hijo una dura lección, cuando le dejó por herencia solamente un viejo y roto jarrón. En su interior, estaba una nota escrita con el corazón roto.
“¡¿Quiénes son estas personas, mamá?! ¡¿Y qué están haciendo dentro de nuestra casa?!”. El hijo de la Sra. Mendoza, Aarón, le gritó cuando entró y vio a dos niños jugando y a una mujer que la ayudaba en la casa.
"¡¿Nuestra casa?!". La Sra. Mendoza lo miró con sorpresa. “¡No olvides, Aarón, que tu padre me dejó esta casa y yo decido quién se queda y quién no!”.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
“¿Estás loca? ¡Recogiste a unos extraños al azar de la calle y los trajiste aquí, y ahora me estás atacando como si estuviera diciendo tonterías!”
“¡ESTÁS diciendo tonterías, Aarón! Dime, ¿de repente recordaste que necesitabas visitar a tu madre enferma? ¿Dónde has estado durante los últimos ocho años?”.
“Te llamé en muchas oportunidades, pero la mitad de las veces no tuviste tiempo para mí, y la otra, simplemente me colgaste. ¿Y crees que puedes venir aquí y gritarme? ¡Fuera de aquí!”.
“¡Cómo digas, madre! ¡La enfermedad se te subió a la cabeza! ¡¿De verdad prefieres a esos extraños antes que a mí?!, ¿en serio? ¡Soy tu hijo y ellos no son nadie! Realmente necesitas calmarte y echarlos a ellos, no a mí”.
“¿De verdad?”. La Sra. Mendoza lo miró fijamente. “¿Sabes qué, Aarón? Puede que esté vieja y enferma, pero no estoy ciega. Déjame decirte por qué estás aquí. Es porque esperas con ansias el día en que muera y que todo lo que poseo sea tuyo”.
“¡Es por eso que, tan pronto como te enteraste de mi enfermedad, volaste a verme! Sí, Aarón, me estoy muriendo. Pero déjame decirte, ¡no obtendrás ni un centavo de lo que tengo! ¡Puedes estar seguro de eso!”.
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“¿Qué? ¿Qué acabas de decir? ¿Me estás desheredando? ¿Estás…?”. Antes de que Aarón pudiera terminar su oración, la mujer que se quedaba con la Sra. Mendoza, Cynthia Janeiro, lo interrumpió.
“Oh, Sra. Mendoza, por favor, cálmese. Tanto estrés no es bueno para su salud. Por favor, siéntese y tome un poco de agua”.
“Te estás divirtiendo, ¿verdad?”, le gritó Aarón a Cynthia. “Estás feliz de verla echarme de esta casa para que tú y tus pequeños mocosos puedan vivir en paz, ¿no es así? ¿Sabes qué?, ¡empaca tus cosas y lárgate de aquí!”.
“¡Suficiente, Aarón! ¡Cuida lo que dices! ¡Cynthia me ha estado cuidando mientras tú ni siquiera te molestaste en atender una llamada! ¡Ella es mi inquilina, pero me trata como a su familia! Entonces, si alguien se va de la casa, ¡eres tú! ¡SAL ANTES DE QUE LLAME A LA POLICÍA!”.
Aarón perdió la calma en ese punto. Miró a su alrededor con enojo y comenzó a romper cualquier cosa que se le pusiera a la vista con ira, incluido un jarrón, que fue el último regalo que su padre le dio a su madre. Luego, salió furioso de la casa.
Cuando la Sra. Mendoza vio el jarrón hecho pedazos, rompió a llorar como una niña. “¡Oh, no, ese fue el último regalo que me hizo Jorge! ¿Cómo se atreve? ¡Se arrepentirá de esto! ¡No lo olvidaré, Cynthia!”, murmuró enojada, sollozando mientras juntaba todas las piezas.
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Siete meses después…
“¿Qué? ¿En serio? Quiero decir, la última vez que la vi... ¡Pensé que me desheredaría!”. Aarón se llenó de alegría cuando recibió una llamada telefónica del abogado de la Sra. Mendoza después de su funeral, informándole que estaba en el testamento.
“Claro, Sr. Mejías, estaré en su oficina a las 3 p.m.”.
“Gracias, Aarón. Espero que no llegues tarde porque tengo que encontrarme con otras personas hoy”.
“No se preocupe, Sr. Mejías. Llegaré a tiempo. ¡Muchas gracias!”, respondió Aarón y colgó.
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¿Por qué mamá tuvo que armar tanto alboroto entonces? ¡Sabía que no me desheredaría! ¡Después de todo, soy su único pariente vivo! ¿A quién más le daría todos sus bienes? Aarón sonrió maliciosamente, convencido de que pronto entraría en posesión de la cuantiosa herencia. No tenía idea de lo que le esperaba en la oficina del abogado...
Una persona da buenas noticias por teléfono. | Foto: Pexels
“¿Qué demonios? ¿Es esto una especie de broma?”. Cuando Aarón vio el jarrón pegado en la caja que su madre le había dejado, su ira no tuvo límites.
“¿Qué pasa con el patrimonio de un millón de dólares de mamá, Sr. Mejías? ¡Sé que papá le dejó aproximadamente $ 1,2 millones! ¿Qué diablos hizo con eso? ¡¿Simplemente lo regaló?!”.
“Bueno, Aarón”, dijo el Sr. Mejías, aclarándose la garganta. “¡Lo sabrías si me dejaras terminar de leer el testamento! Solo he leído la primera mitad... De acuerdo con el testamento, el patrimonio de un millón de dólares del que has estado hablando no se destina a la caridad sino a Cynthia Janeiro y sus hijos”.
“Ella recibiría la mitad del valor total del patrimonio, mientras que la otra mitad sería compartida por igual entre sus dos hijos, quienes la heredarían cuando cumplieran 18 años. Eso es todo”.
“¿Qué? ¿Mamá se lo dejó todo a esa inquilina rara? ¿Pero por qué?”.
“Bueno, eso es algo que solo la Sra. Mendoza hubiera podido explicarte. Por favor, ya hemos terminado aquí. Hay gente esperándome afuera”.
Aarón se puso de pie, enfurecido, y volvió a mirar el jarrón. Lo sacó de la caja y lo estrelló contra el suelo con rabia, rompiéndolo en varios pedazos.
“¡La odio! ¡La odio, lo juro!”, gritó enojado con su madre por la pequeña herencia.
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En ese momento, un trozo de papel entre las piezas rotas llamó su atención. Lo recogió para ver qué era, y pudo reconocer la letra de su madre.
“Eventualmente, todos reciben lo que se merecen. Tienes esto porque, lamentablemente, el corazón de una madre es más difícil de pegar que este jarrón”.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Cuida y respeta a tus padres en su vejez. Aarón era un hijo egoísta y desconsiderado con su madre. Ella debió recurrir a una extraña para que la cuidara en la enfermedad y en recompensa, le dejó toda su herencia.
- Las acciones tienen consecuencias. Aarón fue muy grosero y ofensivo con su madre, al punto de destrozar una reliquia con gran valor sentimental para ella. Tras su muerte, esa pieza rota y vuelta a pegar fue la única herencia que él recibió.
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