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Mujer se entera de la muerte de su abuela después de 1 año y exige su parte de la herencia - Historia del día

Mayra Pérez
21 abr 2022
11:30

Emily se fue de casa tan pronto como cumplió 18 años y se apartó de su familia. Cuando se vio obligada a regresar, supo que su abuela había muerto y exigió su herencia. Pero su egoísmo y mala actitud le jugaron en contra.

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Emily estaba esperando en el aeropuerto. Odiaba volver a su aburrido pueblo, pero no había otra opción. La empresa para la que había trabajado desde que se graduó de la universidad quebró y el país estaba en medio de una crisis.

No pudo encontrar ningún otro trabajo. Además, todos sus amigos dejaron de comunicarse con ella después de perder su gran ingreso. No estaban dispuestos a ayudarla y ya no podía pagar el alquiler en la gran ciudad. Regresar a casa fue la única respuesta.

Una tumba adornada con flores. | Foto: Shutterstock

Una tumba adornada con flores. | Foto: Shutterstock

“¡Qué horrible!”, pensó. “No he estado en casa en diez años”.

Cuando era adolescente, Emily había decidido estudiar en la capital y disfrutar de su vida lejos de su familia. No eran personas terribles, solo demasiado aburridas para ella.

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Quería emoción y algo más que la vida en un pueblo pequeño. Así que apenas se presentó la ocasión, se mudó y prácticamente se olvidó de ellos.

Contestaba muy pocas veces sus llamadas, y rechazaba todas las invitaciones a pasar vacaciones en familia. Eventualmente, se olvidó de ellos y había sido muy feliz con su vida soñada.

Ahora estaba de regreso y sabía que sería una sorpresa. Por suerte, el reencuentro no fue tan extraño. Aunque su llegada fue inesperada, sus padres le dieron una cariñosa bienvenida a casa.

Su habitación estaba exactamente como la había dejado. Emily se prometió que muy pronto se iría de ahí. Durante la cena, se percató de la ausencia de alguien.

“Mamá, ¿dónde está la abuela?”, preguntó mientras trinchaba algunos de sus espaguetis.

Sus padres se miraron entre sí con expresiones confundidas. Su hermano Jaime frunció el ceño. “¿Estás bromeando, Emily?”, preguntó, casi enojado.

Una persona come espaguetis. | Foto: Pexels

Una persona come espaguetis. | Foto: Pexels

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Ella se mostró confundida. “¿Qué pasa? ¿Cuál es el problema? No los escuché hablar sobre la abuela desde que llegué, así que pensé en preguntarles por ella. ¿Por qué me están mirando así?”.

“La abuela murió hace un año”, respondió su padre, con seriedad.

“¿Qué? ¿La abuela murió? ¿Por qué no me lo dijeron?”, preguntó Emily, sorprendida.

“Te llamamos un millón de veces. Te envié correos invitándote al funeral, e incluso mandé un mensaje de texto a tu teléfono. ¿No lo viste?”, respondió su hermano Jaime, enojado.

“¡No lo recibí!”, respondió.

Jaime agarró su teléfono y buscó hasta encontrar el mensaje. “Aquí. ¡Está justo aquí! ¡Si te hubieses molestado en leerlo o simplemente contestar nuestras llamadas, sabrías lo que había pasado!”.

“Jaime…”, le reprochó su madre.

“No, mamá. Ella viene aquí después de años de indiferencia y quiere un lugar donde quedarse. ¡Y tiene el descaro de preguntar por la abuela! ¿Entonces por eso que no te molestaste en venir al funeral?”. Su hermano hervía de ira.

Un hombre joven parece gritar con furia. | Foto: Pexels

Un hombre joven parece gritar con furia. | Foto: Pexels

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Emily tenía mil pensamientos en la cabeza. La abuela Susan no era millonaria, pero sí tenía mucho dinero. “¿Qué pasó con la herencia? ¿Me dejó algo?”.

“¿Estás bromeando?”, gritó Jaime.

"Jaime, cálmate", intervino su madre de nuevo.

“¿Dónde está mi parte de la herencia, Jaime?”, exigió Emily, mirando directamente a su hermano con expresión de odio.

“¡Me la dejó toda a mí! Y estaba dispuesto a darte la mitad si te hubieras molestado en venir al funeral”, gritó Jaime, tirando los cubiertos sobre la mesa y poniéndose de pie.

“¡No puedes simplemente irte! ¡Exijo mi parte! ¡Sé que la abuela no me habría dejado sin nada!”. Emily le gritó a Jaime, que corría hacia la puerta: “¡Necesito ese dinero!”.

“¿Para hacer qué? ¿Para irte y no volver a saber de nosotros? ¡Eres una mujer egoísta y narcisista! ¡Adiós!”, dijo Jaime y fue hacia su auto.

“¡Te demandaré! ¡PROMETO QUE LO HARÉ! ¡VOY A LLAMAR A MI ABOGADO!”, gritó Emily mientras el vehículo se alejaba.

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Una joven mujer parece gritar con furia. | Foto: Pexels

Una joven mujer parece gritar con furia. | Foto: Pexels

Volvió adentro y les reclamó a sus padres por no defenderla. Pero no obtuvo la respuesta que esperaba.

“Jaime tiene razón, Emily. No te importamos en absoluto. No te mereces ese dinero, y deberías estar agradecida de que te dejemos vivir aquí en este momento”, dijo su padre, en voz baja pero firme.

“¡Ustedes son mis padres! ¡Ese es su trabajo!”, dijo Emily con soberbia.

“No, no es nuestro trabajo, y estoy muy decepcionado de la persona en la que te has convertido”, agregó con tristeza. Luego se levantó y se fue a su habitación.

Su madre había presenciado todo con los labios fruncidos. Sacudió la cabeza mirando a Emily y siguió a su esposo.

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“¡Bien! ¡No los necesito!”. Emily recogió sus cosas, entró en su automóvil y se fue a un hotel.

Al día siguiente, llamó a su abogado y él le dijo que era poco probable que ganara esa demanda. Le aconsejó que no lo intentara a menos que quisiera perder más dinero. Emily estaba furiosa. Sus escasos fondos se estaban acabando y tenía que hacer algo.

Empezó a trabajar en el equipo de limpieza del centro comercial. No era un mal trabajo, aunque sentía que estaba por debajo de su nivel y se negó a ser amiga de sus compañeros.

Alguien aplica limpiador en un lavamanos. | Foto: Pexels

Alguien aplica limpiador en un lavamanos. | Foto: Pexels

Estaba segura de que no necesitaba a nadie para salir adelante. Sin embargo, siempre estaba cansada y tuvo que vender la mayor parte de su ropa de diseñador para seguir subsistiendo.

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Un día, Jaime la vio limpiando una sección del piso y se detuvo a hablar con ella.

“¿Qué quieres?”, espetó ella, moviendo la fregona de izquierda a derecha por el suelo.

“Quería preguntarte si estás bien”, dijo Jaime, poniendo sus manos en los bolsillos.

“Estoy muy bien. ¿No lo ves?”.

“Sí... lo veo. ¿Dónde estás viviendo?”, preguntó Jaime. Él estaba tratando de hacer las paces, pero ella no parecía interesada.

“No es asunto tuyo. A menos que quieras devolverme mi herencia, no quiero hablar contigo”, respondió Emily enojada.

Jaime resopló, sacando las manos de los bolsillos. “Sabes... Vine aquí para ofrecerte algo. Iba a dejarte vivir en la casa de la abuela para que no tuvieras que pagar el alquiler. Pero tu actitud me hizo cambiar de opinión. Adiós. Espero que tengas una buena vida”.

Emily miró hacia arriba y vio a su hermano alejarse. Murmuró una respuesta desagradable y volvió al trabajo.“No te necesito”, pensó. Aunque en alguna parte de ella una voz le decía que había vuelto a perder algo valioso.

Hombre con bolsas de compras en un centro comercial. | Foto: Pexels

Hombre con bolsas de compras en un centro comercial. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

Es importante mantener la comunicación con la familia. Todos están ocupados con sus propias vidas, pero una llamada telefónica no toma mucho tiempo. Emily no quiso hacerlo y pagó un alto precio.

Tu actitud puede cambiarlo todo. Jaime quería ayudar a Emily, pero su actitud lo hizo cambiar de opinión. Como resultado, ella perdió una gran oportunidad de redimirse.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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