Mujer segura de que solo tiene una hija conoce a una niña idéntica a su pequeña - Historia del día
Después de varios abortos espontáneos, una madre se llenó de alegría cuando dio a luz a una hermosa niña. Pero un día vio a su gemela en la piscina de un hotel.
Marcela Duarte nunca olvidaría el momento en que vio por primera vez el rostro de su hija Alicia. Después de doce años de angustia, de esfuerzo por concebir y de abortos espontáneos sucesivos, ¡logró tener un bebé!
Nunca imaginó que ningún otro momento de su vida podría igualarlo hasta que vio a Kelly, la pequeña amiga de su hija, en la piscina de un hotel, seis años después.
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Alfredo y Marcela Duarte habían decidido llevar a Alicia de vacaciones a la playa. Su viaje culminaría con la celebración del sexto cumpleaños de la niña en el área de recreación de un exclusivo hotel.
Alicia estaba extasiada, pues le encantaba el clima cálido que contrastaba radicalmente con el clima de su ciudad natal. La arena y el mar eran una delicia para ella, y si Marcela la hubiera dejado, se habría pasado todo el día en la playa.
Mientras Alfredo resolvía algunos asuntos laborales en la ciudad donde decidieron viajar, su esposa y su hija pasaban el día en el área recreativa del hotel.
Marcela se quedaba debajo de un toldo y dejaba que Alicia jugara con los otros niños en la piscina infantil mientras ella se relajaba, leía un libro y se bronceaba.
Vigilaba a su hija, por supuesto, pero junto a la pequeña piscina infantil había un salvavidas y ella podía aprovechar para descansar. Alicia amaba jugar en la alberca casi tanto como ir a la playa y adoraba especialmente a su nueva amiga, Kelly.
“¡Ella es como yo, mami!”, gritó emocionada la niña. “¡A ella también le gustan Peppa y Hello Kitty!”.
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“¡Ah, debe ser una buena niña!”, dijo Marcela en tono de broma. “¿Y qué más? ¿A ella también le gusta el helado?”.
“¡Le gustan exactamente los mismos sabores! Chocolate y durazno con chispas de malvavisco”. dijo Alicia.
“Tiene buen gusto, mi vida”, dijo la madre mientras acariciaba el suave cabello de su hija.
“Mamá”, preguntó Alicia. “¿Podrías peinarme con muchas trenzas pequeñas como Kelly? ¡Entonces nos veríamos EXACTAMENTE iguales!”.
“¡Está bien, lo haré!”, dijo Marcela riendo. “¿El cabello de Kelly es tan bonito como el tuyo?”.
“¡Mamá!”, gritó la niña con impaciencia. “¡TE LO DIJE! ¡ES EXACTAMENTE como el mío!”.
La mujer se rio y besó la nariz de su hija. “¡No!”, dijo ella. “¡No hay nadie en el mundo tan bonita como tú!”.
Al día siguiente, Alicia bajó a la piscina luciendo un montón de pequeñas trenzas y Marcela tuvo que admitir que le quedaban bien. La niña corrió hacia la piscina gritando “¡KELLY, KELLY! ¡MIRA!”.
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La madre la miró sonriendo mientras otra niña se daba la vuelta y le devolvía el saludo a su hija. Durante unos segundos, Marcela se sintió mareada. Había algo mal con ella, pensó. ¡Debía estar viendo cosas! La niña que corría hacia Alicia se parecía demasiado a ella.
La mujer dio un paso hacia adelante. “¡Alicia!”, dijo. “¡Por favor, trae a tu amiga aquí!”. La niña agarró a la otra pequeña de la mano y las dos corrieron hacia la mujer sonriendo. La niña era idéntica a Alicia, al punto de que parecía su hermana gemela.
“¡Hola!”, dijo Marcela alegremente, tratando de evitar que su voz temblara. “¿Cuál es tu nombre?”.
“¡Kelly!”, dijo la chica sonriendo. Tenía un hoyuelo en la mejilla izquierda y una pequeña constelación de pecas en la nariz. Sus ojos eran azules e inclinaba la cabeza como su hija, era idéntica.
“¡Mamá!”, gritó Alicia. “¿Podemos invitar a Kelly a mi fiesta de cumpleaños?”. Entonces miró a su amiguita y le explicó: “Es el 23 de junio. ¡Cumpliré seis!”.
Kelly puso cara de sorpresa. “¡Mi cumpleaños también es ese día!”, dijo Kelly y corrió hacia una mujer sentada junto a la piscina. “Mami, ¡Alicia y yo tenemos el mismo cumpleaños! ¿No es genial?”.
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La otra mujer bajó la revista y miró a Alicia, que llevaba trenzas como las de Kelly, y se puso pálida. Entonces se levantó y caminó hacia ella.
“Soy Juliana Hernández”, dijo en voz baja. “Soy la madre de Kelly. No sabía... No suelen separar a los gemelos...”.
Marcela estaba atónita. “¿Separar gemelos? No entiendo...”.
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La mujer se sonrojó. “Es obvio que adoptaste a Alicia al igual que yo adopté a Kelly”, dijo.
“¿ADOPTAR?”, gritó la otra madre. “Yo parí a Alicia. Ella es hija única. ¡Estás equivocada!”. Marcela agarró a su hija de la mano y se la llevó a su habitación de hotel.
Cuando Alfredo llegó de la oficina más tarde ese día, Marcela le contó todo: “¿Puedes creer el descaro de esa mujer? ¿Diciendo que Alicia era adoptada justo en frente de ella?”, gritó enojada. “¡Quiero demandarla!”.
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Pero Alfredo estaba pálido y se sentó de golpe en el sofá. “Dios mío”, dijo con un nudo en la garganta. “¿Sobrevivió?”.
“¿Sobrevivió?”, preguntó Marcela. “¿De qué estás hablando?”.
“Ay, mi amor...”, dijo el hombre susurrando y mientras enterraba su rostro entre sus manos. “Yo... nunca pensé... Cuando tenías ocho meses de embarazo... ¿Recuerdas que estaban preocupados de que Alicia pudiera tener un soplo en el corazón?”.
“¡Pero no hubo ningún soplo!”, dijo la mujer con lágrimas en los ojos. “¡El doctor hizo la ecografía tridimensional y ella estaba bien!”.
“Había otra bebé”, dijo Alfredo. “Era muy pequeña... Menos de la mitad del tamaño de Alicia. ¿Recuerdas lo pequeña que era nuestra hija? Bueno, hubo un problema. Ocurrió algo que llaman transfusión gemelo a gemelo”.
“Ocurre cuando uno de los bebés se queda con todos los nutrientes y el otro con casi nada. Si lo hubieran pillado antes. Pero justo al final del embarazo dijeron que las probabilidades de que la segunda bebé sobreviviera eran menos del 10%”.
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“Dijeron que probablemente tendría graves deficiencias físicas y cognitivas. Yo... yo no podía hacerte pasar más dolores de cabeza, Marcela. Apenas habías superado la depresión causada por el último aborto espontáneo”.
“No podía imaginar cómo vivirías al ver morir a una de tus bebés. Tomé la decisión de no decírtelo. Hicieron una cesárea y firmé los papeles. Hice que la segunda niña estuviera bajo la tutela del estado. Todos pensamos que estaría muerta en semanas”.
“¡No está muerta, Alfredo!”, gritó Marcela. “Es una niña encantadora y brillante, como Alicia, ¡y me la robaste!”. El hombre tardó mucho tiempo en calmar a su esposa. Estaba devastado al saber que su decisión había separado a sus hijas.
No había forma de deshacer lo que había hecho. Los padres de Kelly la habían adoptado cuando todos, incluidos los médicos, pensaban que estaba al borde de la muerte. La habían criado y cuidado.
Marcela y Alfredo nunca podrían separar a Kelly de su familia, pero tampoco querían que sus hijas se separaran de nuevo. La tarde siguiente, los esposos se reunieron con los padres adoptivos de la niña, Daniel y Juliana, para hablar sobre el problema.
Entonces Juliana hizo una propuesta. “Si ambas familias nos mudamos y compramos casas una al lado de la otra, ¡nuestras niñas podrían estar juntas!”.
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Resultó ser la solución perfecta. Se mudaron cerca del mar, y Kelly y Alicia estaban encantadas de saber que eran hermanas gemelas. Las dos familias se hicieron muy unidas y Marcela finalmente perdonó a Alfredo por haber tomado una decisión tan importante sin consultarla.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca tomes decisiones en nombre de otra persona. Alfredo quería ahorrarle el dolor a Marcela, así que tomó una decisión que resultó ser muy equivocada.
- No mientas a sus seres queridos. La verdad siempre sale a la superficie tarde o temprano y cuanto más persiste la mentira, más difícil es ganarse el perdón.
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