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Una casa vieja rodeada de árboles. | Fuente: Shutterstock
Una casa vieja rodeada de árboles. | Fuente: Shutterstock

Niño se mete en casa abandonada y encuentra a anciana con una pierna rota que no ha comido en 7 días - Historia del día

Un niño se sorprende al encontrar a una anciana con una pierna rota sola en una casa aparentemente abandonada y se apresura a ayudarla.

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Jesús estaba fascinado con la casa de la calle Magistral. La vivienda tenía las ventanas cerradas y el techo inclinado, y estaba a la sombra de un enorme jacarandá que chorreaba musgo español. ¡Esa era la casa encantada perfecta!

Todos los niños del vecindario querían entrar, pero al mismo tiempo les daba miedo. Como todos los demás, Jesús siempre pasaba corriendo.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Shutterstock

Entonces, un día, Tomás Gutiérrez lo desafió a entrar y a tomarse una selfie en el salón. Era un desafío que el chico no podía rechazar.

Los niños de nueve años no suelen pensar bien las cosas antes de actuar, así que no podemos culpar a Jesús. Solo miró a Tomás a los ojos y le dijo: “No tengo miedo”, mintió. “¡Puedo hacer eso con los ojos cerrados!”.

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Pero el otro chico sonrió. “¡NO TE CREO!”, él dijo. “¡Cerrarás los ojos para no ver el fantasma!”.

“¿Fantasma?”, preguntó Jesús nervioso. “¿Hay un fantasma?”.

“Sí”, dijo Tomás. “Mi hermano solía meterse en el garaje con sus amigos para fumar, y una noche escucharon unos pasos que se arrastraban y vieron una luz en la ventana de arriba. Allí vivía una anciana solitaria, pero dicen que murió y ahora es un fantasma...”.

Jesús se puso pálido, pero no iba a retractarse. “Eso no me asusta”, dijo con valentía.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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“Entonces, ¿cuándo vas a hacerlo?”, preguntó el otro chico.

“¡Ya mismo!”, dijo Jesús, y antes de perder la valentía empujó la reja rota para abrirla y se movió por el camino de entrada hasta la puerta principal. Esta estaba cerrada, pero no tenía el seguro pasado, y el niño lo notó en cuanto giró el pomo.

La puerta se abrió con un chirrido y Jesús casi echó a correr, pero Tomás estaba parado junto a la puerta, listo para llamarlo “gallina” y decirles a todos los demás niños de la escuela que se había asustado.

Tenía que hacerlo. Sacó su teléfono celular, encendió la linterna y entró al oscuro y polvoriento pasillo. La primera puerta conducía a un salón enorme y oscuro con cortinas de encaje blanco que cubrían las ventanas.

“Parecen fantasmas”, pensó Jesús, y fue entonces cuando escuchó el gemido. ¡Era un sonido débil que le puso los pelos de punta!

“¿Hola?”, dijo el chico con la voz temblorosa. “¡No creo en fantasmas!”.

El gemido se repitió, luego una voz gritó: “Ayúdame... Ayuda...”.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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Jesús se adentró más en la casa, y cuanto más caminaba, más oscuro se ponía. Finalmente, llegó a una puerta batiente doble. Los gemidos venían desde detrás de esta puerta.

El chico respiró hondo y entró. Era una cocina grande y anticuada, y por dentro estaba muy oscura, pero pudo ver una silueta acurrucada sentada en el suelo, recostada de los gabinetes debajo del fregadero.

La figura levantó la cabeza. “¡Por favor ayúdame!”, dijo, y Jesús vio que era una mujer. Era una anciana y su pierna izquierda estaba doblada en un ángulo extraño que lo hizo sentir mareado solo con mirarla.

Inmediatamente se olvidó de los fantasmas y corrió hacia la mujer. “Señora”, dijo. “¡Espere ahí, voy a llamar a emergencias!”.

“Comida…”, dijo la mujer mayor con voz débil. “¡Por favor!”.

Jesús metió la mano en su bolsillo y sacó una barra de chocolate. Estaba un poco aplastada, pero no pensó que a la mujer le importara. La desenvolvió y se la dio y luego llamó a emergencias.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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El chico se sentó a su lado. “¡Están en camino!”, le dijo. “Ellos la curarán. Pero, ¿qué fue lo que le pasó?”.

La mujer se comió la barra de chocolate rápidamente y pidió un poco de agua. El chico llenó un vaso y se lo dio. La anciana bebió el agua y suspiró. “Me caí... Me subí a un taburete para cambiar un bombillo y me caí”.

“Me rompí la pierna y mi celular estaba arriba. Eso fue hace siete días. Me obligué a llenar un recipiente con agua para poder beber, pero todo lo que tenía para comer eran unas galletas y me las comí el primer día”.

“Tenía la esperanza de que mi hijo viniera a ver cómo estaba, pero vive en otra ciudad. Es productor de televisión y está muy ocupado...”.

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“Ahora estará bien, señora”, le dijo Jesús a la anciana, y la tomó de la mano hasta que llegó la ambulancia y la llevó al hospital. Cuando el chico salió, la boca de Tomás estaba de par en par.

Simplemente no podía creerlo. “¿No estabas asustado?”, preguntó respetuosamente.

Jesús pensó por un momento. “Sí…”, confesó. “Estaba un poco asustado, pero la voz sonaba muy desesperada. Supongo que hice lo correcto. ¿Imagínate si no hubiera entrado en la casa? ¡Esa anciana podría haber muerto!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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La policía se comunicó con el hijo de la anciana quien viajó enseguida para estar con su mamá. Él insistió en conocer a Jesús y quedó tan impresionado con el chico que decidió hacer un documental sobre su hazaña.

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El niño terminó apareciendo en la televisión. También entrevistaron a Tomás Gutiérrez. Tenía el ego por el cielo y dijo que, si no hubiera desafiado a Jesús, la anciana todavía estaría allí, pero todos sabían quién era el verdadero héroe.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Valentía es hacer lo correcto cuando tienes miedo. Jesús tuvo miedo cuando escuchó los gemidos, pero aun así fue a investigar.
  • A veces surge un bien inesperado de las cosas más improbables. El desafío infantil de Tomás llevó a Jesús a entrar en la casa. Gracias a su valentía salvó la vida de la anciana.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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