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Una mujer con un bebé | Foto: Shutterstock
Una mujer con un bebé | Foto: Shutterstock

Hombre tres veces divorciado se burla de su cuarta mujer en licencia por maternidad hasta que ella conoce a sus exesposas - Historia del día

Un hombre se burlaba con frecuencia de su cuarta esposa mientras ella estaba en licencia por maternidad. Pero un día se vio en aprietos después de que ella conociera a sus exesposas y regresara a casa con un ultimátum.

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“Ve y reclámale a tu esposa. Siempre la veo cargando al bebé, y no ha cocinado nada”, se quejó la madre de Esteban, Alicia, como de costumbre.

Él se había casado con Margarita hacía un año. Era su cuarto matrimonio después de su tercer divorcio. Y era el primer matrimonio de su esposa. También era madre primeriza, por lo que tenía dificultades con sus deberes maternales.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“¡Incluso los robots trabajan más que tú!”, le dijo Esteban a su esposa en la primera semana de su licencia de maternidad. “No te quedes ahí... ¿quién lustrará mis zapatos?”.

Margarita era consultora en una empresa privada. Ella había tomado la licencia de maternidad para cuidar a su recién nacido. Pero para Alicia y Esteban, ese descanso por maternidad parecía una oportunidad de oro para hacer que la joven madre trabajara más en casa.

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“¡Margarita! ¿No planchaste mi traje? Te dije que te lo hicieras, ¿no?”, gritó el hombre desde su dormitorio. “¡Ven aquí y hazlo rápido!”.

La mujer estaba alimentando a su bebé, pero eso no le importaba a Esteban. Lo único que él quería era que su mujer hiciera el trabajo doméstico. Y entonces Alicia intervino.

“¡Tu mujer se cree que es una princesita! Nunca vi a ninguna tan holgazana como ella”.

La pobre Margarita puso a su bebé en la cuna y se puso a hacer lo que su esposo le estaba pidiendo. Momentos después, escuchó llorar a su bebé y corrió a su habitación.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Pero Alicia le bloqueó el camino, mostrándole la bolsa de compras. “Nos quedamos sin leche y vegetales... Ve a la tienda ahora antes de que se haga tarde”.

Margarita miró a su suegra, esperando que entendiera que era hora de alimentar al bebé que lloraba. “Creo que Carlitos tiene hambre... No creo que pueda ir a la tienda ahora”, dijo.

Su respuesta puso furiosa a la mujer mayor. Pero ella sabía cómo desquitarse con su nuera. “Pensé que caminar a la tienda todos los días te ayudaría a perder todo el peso extra que ganaste después del parto... ¡Dios mío, mírate!”.

Margarita ignoró las burlas de Alicia. Fue entonces cuando Esteban se unió. “¡Sí, mamá! Parece un saco de papas. No hace nada en la casa. ¡Mira lo mal que se ve!”.

La pobre mujer quería llorar, pero no podía. No quería que la insultaran más, así que corrió hacia su bebé. “Lo siento... tengo que ir a darle de comer”, dijo sonriendo.

Para su consternación, las burlas de Esteban y su madre se intensificaron con el tiempo. Un día, Alicia invitó a todos sus amigos a una fiesta de té. “Pero mamá, ¿crees que ella podrá cocinar todo esto?”, le preguntó el hombre a Alicia.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“¡No te preocupes! Tu esposa cocina bien y puede lavar los platos más tarde... Ve a buscarla antes de que lleguen los invitados”, dijo la mujer mayor.

Margarita tenía un ligero dolor de cabeza ese día. Su bebé la había mantenido despierta casi toda la noche, por lo que no había dormido lo suficiente.

“¡Oye, deja de dormir durante el día y ayuda a mamá en la cocina!”, le gritó Esteban. Ella le dijo que no se sentía bien, pero a él no le importó. Entonces entró Alicia para hacer su parte.

“¿Qué está pasando? Te lo dije, ¿no? ¡Te casaste con una perezosa que está criando a otro pequeño perezoso!”.

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En este punto, Margarita perdió el control. “¡Tomé una licencia de maternidad para que mi cuerpo pudiera sanar y cuidar a mi bebé! ¡No es para hacer tareas domésticas!”.

Alicia y Esteban quedaron atónitos mientras miraban el rostro sonrojado de Margarita. Estaba visiblemente enfadada. La mujer mayor cerró la puerta de un portazo mientras Esteban la seguía, repitiendo como un loro: “Mamá... mamá, espera...”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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En ese momento llegaron los invitados. Durante la fiesta, una de las amigas de Alicia le preguntó por Margarita. “No la veo por aquí... ¿Dónde está?”.

La joven madre podía oír a las mujeres chismear y reírse de cosas al azar. Luego escuchó a su suegra decir algo sobre ella.

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“¿Te refieres a la vaga de mi casa? Dios sabe qué fue lo que le atrajo a mi hijo de esa mujer. ¡Ella no hace nada! ¡Solo come y duerme!”.

Las mujeres se reían mientras Margarita se puso a llorar en su habitación.

“Fui una buena esposa y una madre perfecta... ¡No una perezosa!”, agregó Alicia lo suficientemente alto como para que su nuera escuchara.

Pasaron varios días, pero nada había cambiado para Margarita. Su esposo y su suegra discutían constantemente con ella y la obligaban a hacer todo el trabajo doméstico.

Un día, Esteban la llevó a ella y a su hijo al parque a dar un paseo. Margarita fue porque quería un descanso.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Cuando andaban por un sendero, el hombre empezó a comportarse extraño. Fingió estar al teléfono y se volvía como para ocultar flancos y que tres mujeres con niños que venían del lado opuesto no lo vieran. Pero igual lo reconocieron.

“Oye, mira... ¡es el niño de mamá! ¡¿Y quién es ella?!”, dijo una de ellas mientras reía.

“Debe ser su cuarta esposa. ¿Quién más crees?”, dijo otra de las mujeres.

Margarita se quedó de una pieza. No sabía quiénes eran esas mujeres. Entonces una de ellas le alcanzó una tarjeta con sus datos, y le dijo que llamara si necesitaba ayuda. “No te olvides de llamarnos si nos necesitas, ¿OK?”.

Esteban se sentía avergonzado. Le dijo a su esposa que las tres mujeres eran sus exesposas y los niños que estaban con ellas eran sus hijos.

Más tarde esa noche, Margarita llamó al número que le habían dado. Tenía curiosidad por saber por qué su esposo se había divorciado tres veces.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“Él y su madre piensan que las licencias de maternidad son para hacer el trabajo doméstico”, dijo la exesposa.

“Fui su segunda esposa, y me divorcié de él después de que su malvada madre se burlara de mí frente a sus invitados, diciendo que yo era una burra perezosa”.

Eventualmente, Margarita conoció a las tres exesposas de Esteban y supo que habían formado un pequeño club para discutir asuntos familiares. Pronto, le aconsejaron que se defendiera y se divorciara del hombre.

A ella le pareció que era acertado el consejo, pero les dijo a las mujeres que le daría una oportunidad más a Esteban. “¡Si sigue tratándome de esa manera, contrataré a un abogado para que le envíe los papeles de divorcio!”, dijo.

Alicia y su hijo no sabían nada sobre la reunión de Margarita con las mujeres y su plan de divorciarse de él si le fallaba nuevamente. Esa noche, su suegra le gritó de nuevo por no haber preparado la cena.

“¡Perezosa! ¡No deberías haberte casado con mi hijo si no puedes cuidarlo!”, dijo furiosa la mujer mayor.

Margarita miró a Esteban, esperando su reacción. “¡Sí, mamá! Tienes razón... No debería haberme casado con este saco de papas”.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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En este punto, la joven madre perdió el control. “¡Ay, no! ¡No puedes volver a llamarme así! ¡Prepárate para firmar nuestros papeles de divorcio, NIÑO MIMADO!”.

La reacción de Margarita sorprendió a Alicia y a Esteban. Pensaron que ella nunca correspondería a sus burlas. Poco después, la pareja se divorció y la joven madre se mudó a su nuevo departamento con su hijo.

Allí, estableció un vínculo más fuerte con las exesposas de Esteban. Las mujeres se hicieron grandes amigas y, a menudo, vigilaban a su exesposo para ver si volvía a casarse con alguien.

Pero él no pudo encontrar una chica adecuada después de divorciarse de Margarita. Anhelaba la vida familiar, pero en vano. Al final, todo lo que podía hacer era ver crecer a sus hijos desde la distancia.

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Aunque se dio cuenta de su error, el daño causado era irreparable, ¡y ya era demasiado tarde!

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • A veces, las opiniones críticas pueden destruir las relaciones. Durante un altercado, Alicia le dijo a Margarita que no debería haberse casado con su hijo si no sabía cómo cuidarlo. A menudo se burlaba de ella y decía que era una vaga. Al final, esas burlas constantes llevaron a Margarita a divorciarse de su esposo.
  • La sobreprotección puede arruinar la vida de tu hijo. Alicia solo pensaba lo mejor para su hijo. Si bien no había nada malo en ello, su naturaleza sobreprotectora la llevaba a encontrar fallas en su nuera constantemente. Al final, su enfoque arruinó la vida de su hijo.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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