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Cajas | Foto: Shutterstock
Cajas | Foto: Shutterstock

Hombre es víctima de burlas en la escuela: 50 años después recibe 26 cajas, una de cada compañero de clase - Historia del día

Mayra Pérez
28 jul 2022
12:00

De niño, fue intimidado en la escuela, lo que afectó la forma en que se veía a sí mismo. Terminó pobre y sin hogar debido a su baja autoestima, y cincuenta años después recibió algunas cajas de cada uno de sus compañeros de clase.

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Michael Sosa fue acosado durante sus años en la escuela. Cuando llegó a la secundaria, su autoestima estaba en su punto más bajo, lo que terminó afectando la forma en que vivía.

A menudo se burlaban de él por su aspecto; la mitad de su rostro estaba cubierto con una marca de nacimiento notable. Debido a los limitados recursos económicos de su familia, no fue posible removerla.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

“¡Oye, dálmata!”, le gritaban sus compañeros de clase, a modo de burla.

La peor época del año para Michael era cada Halloween, cuando sus compañeros de clase más se burlaban de él. Le decían que no necesitaba usar una máscara en las fiestas: “¡Ya eres un disfraz andante!”, le dijo uno de sus compañeros.

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Incluso después de graduarse, Michael se veía a sí mismo como un perdedor, y no tenía amigos. Se distanció de todos, y nunca pudo destacarse en ningún trabajo.

A sus 66 años, era un vagabundo que vivía con su perro en una vieja camioneta que había heredado de su difunto padre. Su compañero era un mestizo que había recogido en la calle un par de años atrás y desde entonces se habían hecho inseparables.

Un día, mientras mendigaba dinero en una concurrida calle, una de sus compañeras lo reconoció. “¿Michael Sosa?”, preguntó. “¿Eres tú?”.

Michael miró a la mujer con horror. Los recuerdos de su miserable época en la escuela volvieron rápidamente a él, y la mujer lo notó. “¿Qué te pasa? ¿Estás bien?”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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El hombre se encogió de hombros. “Marissa Herrera”, dijo con frialdad. “Nunca he estado bien. La pasé horrible en la escuela, nunca sobresalí en el trabajo y nadie se enamoró de mí por mi apariencia. Mis padres están muertos y no tengo a nadie más que a mi perro”, compartió.

La mujer se sintió terrible por Michael, especialmente porque ella también era responsable de la pesadilla que él había vivido. Siempre se burlaba de él cuando eran niños, y también le decía apodos humillantes.

“Lo siento, Michael. Esto es todo lo que me queda en la billetera, pero espero que te compre una buena comida y ropa nueva. Está haciendo frío”, dijo Marissa, entregándole un billete de cien dólares.

Al darse cuenta de que Michael no quería hablar con ella, Marissa se alejó. Sin embargo, no podía dejar de pensar en cómo resultó la vida para él. Dos semanas después, tuvo una reunión con sus compañeros de clase, y les comentó sobre el encuentro.

“Vivió su vida en la pobreza porque nunca superó cómo lo tratamos en la escuela. Afectó la forma en que se veía a sí mismo y no pudo recuperarse”, les dijo.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Uno de los que solía intimidar a Michael se lamentó por sus acciones. “Mi nieto está teniendo dificultades en la escuela debido a los acosadores, y estoy muy avergonzado de haber sido uno en nuestra época”, admitió.

“Afecta a las personas, y esos traumas se quedan con ellos en la edad adulta”, concluyó.

“No puedo creer que hayamos tardado 50 años en descubrir el daño que le hicimos a Michael. ¿Qué podemos hacer por él? ¿Es demasiado tarde?”, preguntó otro compañero de clase.

Al final de su reunión, decidieron enviarle a Michael una invitación. Marissa lo buscó y lo vio pidiendo limosna en el mismo lugar de la primera vez. Le entregó un sobre en silencio antes de alejarse. Luego, lo observó desde lejos, mientras él lo veía con curiosidad.

Un rato después, el hombre lo abrió y encontró una nota que decía: “Michael, reúnete con nosotros en la casa que está frente a la plaza principal, hoy a las 3 p. m. Por favor, ven. Esperamos verte allí”.

Marissa esperaba que Michael se pusiera de pie y caminara hacia la plaza, que estaba a solo tres cuadras de distancia. Pero no se movió ni un centímetro. En cambio, miró a la distancia como si estuviera sumido en sus pensamientos.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Después de algunos minutos, se puso de pie lentamente y comenzó a caminar. Marissa se sintió aliviada y lo siguió desde la distancia. Cuando llegó a la dirección, vio muchas cajas, todas etiquetadas como “Para Michael”. Eran 26 en total.

Abrió las cajas y vio muchas cosas diferentes, como muebles, ropa, comida y productos electrónicos. Tocó el timbre y sus compañeros se apresuraron a abrir la puerta.

“¿Por qué me citaron aquí?”, preguntó Michael al ver los rostros de aquellos que una vez le hicieron vivir un infierno. Eran 26. “¿Por qué me dan todas estas cosas?”.

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Uno por uno, sus compañeros de clase comenzaron a disculparse por lo que le habían hecho. Cuando llegó el turno de hablar de Marissa, ella dijo:

“No podemos cambiar lo que te hicimos de niños, y siempre lo lamentaremos. Pero esperamos que, de alguna manera, esto te permita vivir el resto de tu vida cómodamente”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Luego, Marissa le entregó una llave a Michael, que él tomó con desconfianza. “¿Qué es esto?”, preguntó.

“Esas son las llaves de tu nuevo hogar. Este hermoso lugar”, dijo uno de sus compañeros de clase, señalando hacia la casa en la que estaban.

“Darle todo esto no elimina todo el dolor y el trauma que te causamos, pero queremos que lo aceptes para que puedas vivir cómodamente. No mereces vivir en las calles”, agregó otro.

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Por primera vez en muchos años, Michael lloró por aquel niño que alguna vez había sufrido tanto por una simple marca de nacimiento. Aunque todos eran pequeños, sabía que esa crueldad no estaba justificada y por muchos años había arrastrado un gran resentimiento.

Pero podía sentir el arrepentimiento de todas esas personas que se habían dado cita esa tarde para disculparse con él y de alguna manera compensarlo. Quizás era el momento de perdonarlos y perdonarse a sí mismo.

Aceptó la casa y todos los regalos, y a partir de ese momento, sus compañeros se turnaron para visitarlo y ayudarlo a sanar sus heridas emocionales. También se ocuparon de que su despensa estuviera llena y de que no le faltara nada.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Tus palabras pueden marcar a una persona de por vida. Los compañeros de clase de Michael no se dieron cuenta de cuánto lo habían afectado sus burlas, al punto que terminó viviendo en la pobreza. Nada justifica el bullying, a ninguna edad, y es labor de todos proteger a las víctimas.
  • El amor propio y el perdón son claves para manejar el acoso. Las bromas pesadas de otros niños hicieron que Michael se sintiera inseguro y lleno de resentimiento contra todos, al punto de aislarse social y emocionalmente. Nunca fue capaz de amar la imagen que le devolvía el espejo y eso lo destruyó.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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