logo
página principalHistorias Inspiradoras
Una niña en un banco de plaza | Foto: Shutterstock
Una niña en un banco de plaza | Foto: Shutterstock

Desconocido le da a niña un juguete de peluche de su difunta hija: años después regresa y lo rompe - Historia del día

Mayra Pérez
29 jul 2022
18:00

Un hombre en proceso de duelo le da a una niña el peluche favorito de su hija fallecida. Años después, regresa por él y le da otro regalo, que le derrite el corazón.

Publicidad

Hernán Janeiro se sentía enojado, impotente y desesperanzado. Siempre había tenido el control de sí mismo y de su vida, pero ahora sabía que todo era una ilusión. No controlaba nada.

Su hija, Ana, había fallecido a los 8 años en un accidente sin sentido. Su esposa insistía en que tenían que seguir adelante y concentrarse en el hijo que les quedaba. Había desmantelado la habitación de la niña y regalado todos sus juguetes, excepto uno.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Hernán sostenía en sus manos un peluche, el favorito de Ana. Era un conejito grande y raído al que la niña había llamado Camilo. Hernán enterró su rostro en su suave cuerpo, ahogando sus sollozos.

El juguete todavía olía a Ana, y Hernán no lo podía tirar. Sería como si negara la existencia de su hija, y él no quería hacer eso. “Camilo”, dijo en voz baja. “Yo también la echo de menos…”.

Publicidad

Estaba sentado en la acera fuera de su casa y sostenía a Camilo, esperando alguna señal. Fue entonces cuando vio a Tamara corriendo por el camino de entrada a la casa de al lado.

Conocía a Tamara, aunque nunca había hablado con ella. Había sido compañera de Ana en la escuela y las dos eran buenas amigas. Hernán miró a Camilo y de repente supo qué hacer.

Caminó hasta la puerta de la casa de Tamara y tocó el timbre. Una mujer abrió. “Hola”, dijo Hernán. “¿Podría hablar con tu hija?”.

“¿Con mi hija?”, preguntó la mujer, con desconfianza. “¿Qué quieres hablar con ella?”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Hernán le tendió a Camilo. “Era de mi hija”, dijo. “Ella y Tamara eran amigas…”.

Publicidad

“Tu hija... ¿Es la niña que falleció en el accidente?”, preguntó la mujer casi en un susurro.

“Sí”, dijo Hernán.

La mujer asintió con torpeza. “Lamento mucho tu pérdida”, dijo. Luego se volvió y llamó a Tamara. Se quedó allí mirando mientras Hernán hablaba con su hija.

“Hola, Tamara”, dijo Hernán. “Quiero pedirte un favor. ¿Podrías cuidar de Camilo? ¿Crees que podrías cuidarlo? Era muy querido por Ana”.

“¿Camilo?”, preguntó Tamara. “¿Ese es el conejito de Ana?”.

“Sí”, dijo Hernán. “La cuestión es que necesito encontrarle un buen hogar. ¿Crees que podrías cuidar de él? Era precioso para Ana, y sé que a ella le hubiera gustado que una amiga lo cuidara”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Publicidad

“Yo lo cuidaré”, dijo Tamara. “Te prometo que lo cuidaré para siempre”.

Hernán sonrió. “Está bien”, dijo. “Te diré algo, ¡regresaré algún día y visitaré a Camilo!”.

Tamara abrazó a Camilo y, como Hernán parecía tan perdido y triste, también le dio un abrazo. Pasarían casi diez años antes de que se volvieran a ver.

Ahora, Tamara estaba en el último año de la escuela secundaria y era una de las chicas más bonitas del lugar. En poco tiempo estaría en la universidad, y no podía esperar.

Se estaba preparando para salir un sábado por la noche cuando alguien tocó el timbre. Gritó por las escaleras: “¡Mamá! ¡Es William! Dile que ya casi estoy lista”.

Escuchó el murmullo de voces abajo, y no reconoció la voz de su cita. Tamara bajó corriendo las escaleras y Hernán estaba de pie en el pasillo hablando con su mamá.

“¡Eres el papá de Ana!”, dijo llena de emoción.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Publicidad

Hernán se volvió y sonrió. “Así es. Hola, Tamara”, saludó con una sonrisa. “¡Cómo has crecido! ¿Todavía tienes a Camilo?”.

Tamara sonrió. “¡Por supuesto!”, dijo. “Camilo es precioso para mí. Me recuerda a Ana. Le dije a mi madre que lo llevaría a la universidad”.

“¿Podría verlo?”, preguntó el hombre.

Tamara vaciló. “¿Vas a llevártelo?”, preguntó con tristeza. Sin esperar respuesta, subió las escaleras, cogió a Camilo y, con dudas, se lo entregó a Hernán.

Para su horror, Hernán sacó una navaja de su bolsillo y abrió una de las costuras de la barriga de Camilo. “¡No hagas eso!”, lloró la jovencita. “Por favor…”.

Hernán comenzó a hurgar en el interior del cuerpo de Camilo y finalmente encontró lo que buscaba. “¡Aquí está!”, dijo triunfalmente. Levantó algo que brillaba.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Publicidad

“Esto es para ti, Tamara”, dijo Hernán. “Era de mi madre, y ella me lo dio para Ana. Cuidaste tan bien de Camilo que sé que lo apreciarás”.

Hernán sostenía una delicada cadena de oro, y al final de ella se balanceaba un hermoso colgante de diamantes. “Por favor, acéptalo, Tamara”, dijo. “Me haría muy feliz”.

“¿Estás seguro?”, preguntó Tamara. “¡¡Es precioso!!”.

“Estaba perdido después de la muerte de Ana”, dijo Hernán. “Sentí que todo lo que mi esposa quería hacer era olvidar, pero yo no podía. Me tomó mucho tiempo lidiar con la pérdida de mi niña, y me ayudó pensar que tú tenías a Camilo”.

“Me haría feliz saber que llevarás este colgante, que eres feliz y que vives una vida maravillosa”.

Los ojos de Tamara se llenaron de lágrimas. “Gracias por confiarme un recuerdo tan precioso”, dijo llena de emoción. “Lo usaré toda mi vida en honor a Ana”.

Muchos años después, Tamara tuvo una niña. Le escribió a Hernán y le envió una foto de la bebé abrazando a Camilo. Escritas en la parte posterior estaban las palabras: “La llamé Ana”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Publicidad

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Nuestros seres queridos viven en nuestros corazones y nuestros recuerdos. Gracias a Hernán y Tamara, Ana fue recordada y siguió viviendo en ellos.
  • Todo el mundo procesa el duelo de manera diferente. Hernán y su esposa lidiaron con la muerte de Ana de maneras muy diferentes. Ella necesitaba seguir adelante, y él trabajar en sus recuerdos.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

Publicidad
Publicidad
Publicaciones similares