Padres acuestan a su hija de 2 años y se desconciertan al escuchar rezos en el vigilabebes - Historia del día
Después de poner a dormir a su hija, una joven pareja quedó confundida cuando escuchó rezos a través del vigilabebes en su habitación. Se apresuraron para ver cómo estaba, y descubrieron algo inimaginable.
“¡Cora, cariño, basta!”, suspiró Jessica, mirando impotente a su hija. “Sé una buena niña y duérmete. Ya pasó tu hora de acostarte...”.
Jessica había estado tratando de dormir a su hija durante la última hora, pero la niña de 2 años estaba extremadamente inquieta y no quería dormir.
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La madre le leyó un cuento e incluso le cantó una canción de cuna, pero nada funcionaba. Agotada, se dio por vencida y volvió a su dormitorio.
“¡Antonio!”, le dijo a su marido. “¡Tu hija está empeñada en drenar toda mi energía hoy! ¿Y tú estás leyendo un libro aquí?”. Se dejó caer en la cama y se tapó la cara con una almohada.
“¡Ya me cansé de intentarlo! ¡Es tu turno de poner a dormir a tu angelito!”.
Antonio sonrió, dejó su libro y la abrazó con cariño. “Está bien, mi amor. La pondré a dormir. No te estreses por eso, ¿de acuerdo?”.
El hombre se dirigió a la habitación de Cora para ponerla a dormir mientras Jessica descansaba en su cama. Por alguna razón, aunque estaba agotada, no podía conciliar el sueño.
Probablemente fuera porque estaba preocupada de que su hija también le hiciera pasar un mal rato a Antonio al no dormirse.
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“¡Cómo desearía que criar a un niño fuera más fácil!”, dijo la madre suspirando.
Cogió el libro de Antonio y empezó a leerlo, con la esperanza de quedarse dormida, pero parecía que el sueño había dejado sus ojos, al igual que los de Cora.
Después de un par de minutos, cuando Jessica finalmente estaba a punto de quedarse dormida con el libro, Antonio regresó a su habitación. “¡Misión cumplida!”, exclamó él mientras se sentaba en la cama junto a ella.
Al escuchar esto, Jessica se despertó repentinamente de nuevo. “¿Hablas en serio? ¿Está realmente dormida?”.
El hombre asintió. “¡Guau! ¡Debería haberte dicho antes!”, dijo ella riendo. “Voy a ver cómo está una vez y volveré”.
Jessica fue a la habitación de Cora y abrió suavemente la puerta para encontrar las luces apagadas y a su hija en su cuna. “Se ve muy adorable mientras duerme, ¿no es así?”, pensó Jessica mientras miraba a su pequeña durmiendo plácidamente.
La madre regresó a su habitación junto a su esposo y apagó las luces, pues ya estaban listos para dormir. Pero unos minutos después, escuchó pequeños susurros en el monitor de bebé instalado en la habitación de Cora.
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“¡Antonio, despierta! ¿Oíste eso?”, dijo ella, tratando de despertar a su esposo.
El hombre estaba casi dormido para entonces. “¿Qué pasa, Jessica? Duérmete. Mañana será un largo día”.
“Escuché algo en la habitación de Cora, cariño”, dijo Jessica aterrorizada. “¡Levántate! Tenemos que ver cómo está”.
El monitor de bebé en la habitación de su hija solo transmitía sonido y no video, por lo que Jessica estaba preocupada. Frotándose los ojos, Antonio se sentó en la cama. “No hay nadie en su habitación. ¡La puse a dormir como siempre!”.
“No, escucho algo... Escucha atentamente...”.
Cuando Antonio y Jessica se concentraron en el sonido, escucharon palabras como “Dios” y “Gracias” en leves susurros.
“¡Eso es extraño! ¡Parece que alguien está rezando en su habitación!”. Jessica corrió a la habitación de Cora, aterrorizada, y Antonio la siguió.
Cuando llegaron, la madre encendió las luces, pero no estaba preparada para lo que vio. “¡Antonio!”. Ella miró hacia atrás y tomó las manos de su esposo, con los ojos llorosos. “¡Es Cora! ¡Está rezando!”.
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Los dos intercambiaron miradas. No podían creer que su pequeña hija estuviera sentada en su cuna, con los ojos cerrados y las palmas de las manos juntas.
“Gra..grashias Di..Dios”, estaba pronunciando en el tono más infantil y adorable.
Al verla rezar así, Jessica de repente recordó algo.
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“¡Antonio! ¡Hoy no rezamos!”.
“¿Qué?”.
“¿Recuerdas que rezamos todas las noches antes de la cena tomados de la mano y agradeciendo a Dios por todo lo que nos ha dado? Hoy no lo hicimos porque tuviste una reunión inesperada y cenaste en la habitación.
“Mientras yo comía en la mesa del comedor con Cora, ella me miraba fijamente. Pensé que no le había gustado la comida, pero en realidad estaba tratando de decirme que había olvidado rezar”.
De repente, la niña abrió los ojos y vio a sus padres en su habitación, que le estaban dando miradas de adoración. Entonces la pequeña comenzó a reírse. “¡Mami! ¡Pa-papi! ¡Resho!”, gritó, levantando las manos con emoción.
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“¡Ay, cariño! ¡Sí! ¡Tienes razón!”, dijo Jessica, tomándola en sus brazos. “¡Lo sentimos! Mamá y papá deberían haber rezado. ¡Lo tendremos en cuenta! ¿Por eso no podías dormir?”.
Cora asintió con una brillante sonrisa en su rostro, y Jessica y Antonio no podían creer lo que veían. “Ella se da cuenta de todo lo que hacemos, cariño”, le dijo la madre a su esposo.
“Nuestra hija está aprendiendo de nosotros. ¿Puedes creer que solo tiene 2 años y estaba rezando? Ay, te amo tanto, cariño...”.
Aunque ver a su hija rezar fue un momento feliz para los orgullosos padres, tuvieron que pasar un buen rato tratando de volver a dormirla. Pero esta vez, cuando se durmió, no volvió a despertarse y durmió profundamente durante toda la noche.
Dios debe estar sonriéndole a Cora por su pequeña alma brillante, mientras que Jessica y Antonio estaban increíblemente orgullosos de poder inculcar el hábito de la oración en el corazón de su pequeña.
- ¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Debemos enseñar a nuestros hijos el valor de la oración y del agradecimiento. Antonio y Jessica rezaban con su hija y daban las gracias todos los días, y la pequeña Cora se acostumbró.
- Nuestros niños observan y aprenden de todo lo que hacemos. Cora aprendió a rezar viendo a sus padres orar todas las noches.
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