Anciano desconcertado en su cumpleaños 100 cuando una patrulla se detiene en su casa: "Venga conmigo", dice policía - Historia del día
Samuel no estaba de humor para celebrar su importante cumpleaños sin su hija. Pero no esperaba que su día tomara un giro extraño, comenzando con un visitante uniformado.
“Mira a estas personas, escribiéndome estos floridos deseos de cumpleaños falsos. ¡Todas estas palabras sin sentido y ni una sola llamada telefónica!”.
No es como si a Samuel le importara que lo saludaran en su aniversario de vida. Para él, celebrar su cumpleaños número 100 no era un logro.
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“¿Qué razón hay para darse palmaditas en la espalda cuando fueron las personas que te amaron las que hicieron posible esta vida?”, pensó el anciano.
¿Y qué razón tenía Samuel para celebrar cuando el último ser humano que amaba había muerto unos meses atrás?
Para la ciudad, Marcela pudo haber sido una policía local convertida en investigadora privada que vivió una vida valiente hasta un final abrupto. Pero para Samuel era una hija, y muy dulce.
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Marce era una bendición que nació en la vida de Samuel y su esposa después de una larga espera. Como resultado, ella había pasado la mayor parte de su juventud cuidando de sus padres ancianos.
Cuando le llegó el momento de disfrutar de la segunda vuelta de su vida tras su jubilación, sufrió un accidente cerebrovascular.
Samuel miraba la bolsa de decoraciones sin abrir que yacía en la esquina y el paquete sin abrir de tarjetas de invitación en relieve que se habían impreso hacía meses.
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Marce había comenzado a planificar y prepararse para el hito de su padre con casi un año de anticipación. Repintó la casa, rehizo el empapelado de la cocina y volvió a pulir todos los muebles de madera de la casa.
La noche antes del derrame fatal, ella metió a Samuel en la cama y le recordó que debía estar agradecido.
“¡Papá, has tenido una vida muy bendecida! Encontraste el amor verdadero, tuviste un gran éxito en tu carrera y gozas de perfecta salud”.
“No te preocupes por la severidad de este mundo. Queda mucha belleza para que la veas. ¡Incluyendo nuestro viaje a Europa el próximo mes!”.
Ella le dio un beso de buenas noches. A la mañana siguiente, estaba medio despierto, esperando escuchar los sonidos habituales de la tostadora y la máquina de café.
Era hora de que su hija se fuera apresurada a su trabajo como solía hacerlo, pero en la casa solo había silencio.
“Tal vez la llamaron temprano para atender un caso. Esta chica simplemente no sabe cómo disfrutar de la jubilación, ¿verdad?”, pensó él.
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Durante el resto de esa mañana, Samuel caminó por el porche e intentó llamarla varias veces, sin obtener respuesta. Se sintió aliviado cuando vio que se detenía un coche de policía, esperando que ella llegara en él.
Pero esa fue la última vez que el anciano sonrió. Así supo que su Marce había sufrido un derrame cerebral mientras trabajaba en un caso en la oficina de Investigaciones.
“¡Hija, te extraño, mi gentil guerrera!”. Samuel se estremeció de regreso a la realidad y dejó que su dolor lo consumiera de nuevo.
Se sentía como si un coche de policía se estuviera deteniendo en el camino de entrada otra vez, y se bajaría ella. El anciano sonrió a través de sus lágrimas, solo visualizándolo.
“Se siente demasiado real. Espera, ¿es un coche de policía real estacionándose? ¿O estoy alucinando?”.
"¡Hola, Sr. Samuel! Venga conmigo. ¡Necesito que se suba al auto!", el policía se dirigió repentinamente al anciano.
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Samuel no podía creer lo que estaba pasando. El rostro del oficial le resultaba vagamente familiar, pero no quería revelar por qué estaba allí.
“Se lo explicaré todo. Por favor, suba”, repitió el policía.
El oficial le mostró a Samuel su placa y prueba de identidad para disipar sus sospechas. El anciano también notó que el funcionario no lo sujetaba del brazo como lo hace la policía mientras intentaba ser firme. En su lugar, sostenía su mano.
“Hijo, te he visto en alguna parte, ¿cierto?”, preguntó. El oficial no respondió y siguió conduciendo con Samuel de acompañante.
Unos 20 minutos después, la patrulla se detuvo con un chirrido frente a una hermosa casa. El oficial ayudó a Samuel a salir del auto y caminar hacia la vivienda.
“¡Feliz cumpleaños, Samuel!”. Una mujer de unos 40 años abrió la puerta con una preciosa sonrisa e inmediatamente murmuró en voz baja al oficial: “Te tomó demasiado tiempo. ¡Los niños estaban empezando a inquietarse!”.
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La mujer abrió la puerta y un grupo de niños con gorros de fiesta aparecieron detrás del sofá gritando: “¡Feliz cumpleaños!”.
Samuel estaba sorprendido y confundido por la repentina alegría que lo rodeaba. Había cuerdas de banderines coloridos que corrían por las paredes, globos y cintas rebotaban, y los cinco niños estaban haciendo todo lo posible para comportarse frente a él.
“Señor, puede que no lo recuerde, pero lo conocí una vez. Soy Kevin y solía trabajar con su hija".
“Ella fue la mejor compañera de trabajo que he tenido. Probablemente no lo sepa, pero ayudó a mi familia durante algunos días increíblemente oscuros. ¡Incluso me salvó la vida varias veces!”.
“¡Ah, hola, hijo!”. Samuel no pudo estrechar la mano del amable hombre con suficiente fuerza. ¡Era muy agradable conocer a alguien que podía recordar a su hija con él!.
Esa tarde, el anciano se sentó con Kevin, su esposa y cinco hijos y disfrutó de un almuerzo de tres horas. La comida estaba caliente y deliciosa, las conversaciones fueron animadas y los niños disfrutaron muchísimo del agudo ingenio de Samuel.
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Las horas pasaron rápidamente y nadie notó la puesta de sol en medio de sus remembranzas. “¡Es maravilloso saber que mi Marce era tan querida y apreciada! ¡Ella realmente era especial!”. Samuel trató de contener el nudo de emoción en su garganta.
“Señor, ella era como la hermana que nunca tuve. Y el día que respiró por última vez, solo me pidió una cosa. ‘Cuida a mi padre’, me dijo. ‘Se merece todo el amor del mundo’”.
La esposa de Kevin notó que él estaba teniendo dificultades para continuar hablando e intervino. “Entonces, hay algo que nos gustaría preguntarle. Por favor, piénselo, pero no diga que no de inmediato”.
“¿Qué es?”. Samuel estaba listo para darles cualquier cosa que pidieran.
“Tenemos mucho amor para dar. Lo veo como un padre y queremos que se mude con nosotros como parte de nuestra familia”.
Normalmente, el anciano se habría reído y soltado un rotundo “No” ante la mera sugerencia de un paso tan grande. Solía decir que era invencible, un hombre que no necesitaba favores ni bondades de nadie.
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Pero esta vez, todo lo que dijo fue: “Estaré aquí mañana”.
Toda la familia se acurrucó en un abrazo grupal, con los niños vitoreando y riendo.
Más tarde esa noche, la esposa de Kevin sacó el pastel del que se había olvidado por completo. Era un hermoso pastel de dos pisos en blanco y el mensaje decía: “¡Feliz cumpleaños, papá!”.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Los verdaderos amigos son como familia: Marcela era como familia para Kevin, y cuando falleció, él asumió el deber de cuidar a su anciano padre, cumpliendo la última promesa de su amistad.
- Hay mucho amor para compartir en esta vida, incluso después de que fallecen los seres queridos: Samuel pensaba que ya no valía la pena celebrar su vida, pero su hija terminó conectándolo con una nueva familia amorosa.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.