Perro entrenado es llevado a una prisión. Pero sin pensarlo, sale corriendo hacia una prisionera
El can estaba especialmente entrenado para ser terapeuta del trastorno por estrés post-traumático.
Definitivamente los perros son las criaturas más fieles y amables del mundo, y aun así nos asombra ver cómo pueden cambiar nuestras vidas para bien, y cómo nos brindan un amor incondicional, sin importar quiénes somos o qué hacemos.
Según informó Newsner, un perro entrenado llamado Pax no es la excepción. Cuando un veterano llamado Bill Campbell, de 47 años, conoció al perrito, éste ayudó a transformar la vida del valiente exsoldado, dándole la fortaleza emocional que necesitaba para seguir adelante.
No obstante, Bill pronto descubriría que no era la única persona a la que Pax había ayudado en ese camino hacia la recuperación.
Cuando el veterano de la guerra de Irak volvió a casa en los Estados Unidos, se encontraba grave. Él sufrió una traumática lesión cerebral durante su tiempo en el servicio que lo dejó con un 100% de discapacidad.
Imagen tomada de: YouTube/OWN
El estrés post-combate impactó tanto a Bill, que apenas podía salir de su casa en Washington. Su familia estaba preocupada por su estado de ánimo y su calidad de vida.
Pero gracias a la llegada de Pax, su familia se tranquilizó. El can estaba especialmente entrenado para ser terapeuta del TEPT (trastorno por estrés post-traumático).
Mira el siguiente vídeo para que conozcas más detalles.
El perrito fue capaz de darle al ex combatiente la fuerza emocional para seguir adelante con su vida de una manera que no lo hubiera podido imaginar cuando regresó de nuevo a su país.
El veterano estaba tan agradecido con Pax que decidió conocer a la persona que lo había entrenado. Entonces, Bill y el perrito hicieron un viaje al correccional de mujeres de Bedford Hills.
Cuando llegaron al lugar, se notaba que Pax recordaba el tiempo que pasó allí. Y lo más notable era que el emocionado can no podía esperar para encontrarse con su vieja amiga, una mujer llamada Laurie Kellogg.
Su rabo se movía alegremente y sus tiernos y emocionados ojos buscaban desesperadamente a su antigua entrenadora.
Finalmente, el fiel labrador de color canela vio a Laurie correr en los terrenos de la prisión. Entonces se lanzó rápidamente hacia ella.
Imagen tomada de: YouTube/OWN
Tras el emotivo saludo de estos viejos amigos, Laurie y Bill se saludaron y los tres se dirigieron al edificio donde 27 reclusas de la prisión entrenan a futuros perros de servicio.
La mujer recibió a Pax solo tres semanas después de la muerte de su padre, y explicó el impacto que el can tuvo en ella.
“Yo también tenía TEPT (trastorno por estrés post-traumático), después de años de violencia doméstica y tenía flashbacks”, le dijo a Bill.
“Pax lo sabía, y él me hizo sentir que yo no estaba allí, que estaba en el presente. Estaba segura que haría que alguien se sintiera a salvo, una vez más”.
“Pax me dio una sensación de libertad en un lugar donde se suponía que debía sentir todo menos eso”, finalizó Laurie.