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Hombre conducía su auto cuando alguien le arrojó un ladrillo. Era un niño que solo necesitaba ayuda

Georgimar Coronil
16 mar 2018
19:52

El hombre se encontraba furioso con el niño, hasta que descubrió la razón de su acción.

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Algunas veces las personas se encuentran en la necesidad de hacer cosas que normalmente no harían para llamar la atención y solicitar la ayuda de aquellos que andan distraídos. Tal como lo hizo el pequeño protagonista de esta historia, que debió tomar una decisión difícil para conseguir ayuda.

Un hombre se encontraba paseando a toda velocidad y sin ninguna precaución en su nuevo auto deportivo. De un momento a otro, sintió un fuerte golpe en la puerta que lo hizo detenerse.

Al bajarse, notó que un ladrillo había dañado su auto lujoso. Posteriormente vio a un pequeño y lo agarró por los brazos y empujándolo hacia su auto comenzó a gritarle.

El hombre le explicaba al pequeño que era un auto nuevo y que el ladrillo que había tirado le iba a costar muy caro, además le preguntó por qué lo había hecho.

Le lancé el ladrillo porque nadie se detenía. Es mi hermano, se descarriló su silla de ruedas, se cayó al suelo y no puedo levantarlo, respondió el niño.

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Continuó explicándole al hombre que necesitaba ayuda para sentarlo en su silla, ya que estaba golpeado y pesaba mucho para levantarlo él mismo.

El ejecutivo debió tragar un grueso nudo que se formó en su garganta. Muy emocionado por la situación, levantó al joven del suelo, lo sentó en su silla y le limpió las heridas.

Con la ayuda de un pañuelo de seda limpió las cortadas del pequeño tan especial. Luego de asegurarse que se encontraba bien, lo miró y el niño le dio las gracias con una gran sonrisa.

“Dios lo bendiga señor, y muchas gracias”, le dijo el niño al señor antes de marcharse. El hombre vio cómo se alejaba el pequeño empujando la pesada silla de ruedas de su hermano.

El ejecutivo decidió no reparar la puerta de su lujoso auto, manteniendo la hendidura que le provocó el ladrillo.

Esto le hacía recordar que no debe ir por la vida tan distraído y tan deprisa que alguien deba lanzarle un ladrillo para que preste atención.

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