Autobús lleno de monjas cae de un acantilado y todas mueren. Ahora deben confesar todos sus pecados
Un autobús repleto de monjas se desploma por un precipicio y en el impacto todas perecen. Pero aún no tienen tan fácil su entrada al cielo.
Las religiosas llegan a las puertas del Paraíso y se encuentran con San Pedro, quien les dice:
"Hermanas, bienvenidas al cielo. En un momento les dejaré pasar a través de las puertas perladas, pero antes de que pueda hacer eso, a cada una debo formularles una sola pregunta. Por favor, formen una fila", y ellas lo hacen.
San Pedro se vuelve hacia la primera monja en la fila y le pregunta: "Hermana, ¿alguna vez ha tocado un pene?".
La hermana responde: "Bueno... hubo una vez... que algo así... toqué uno con la punta de mi dedo meñique...".
San Pedro dice: "Muy bien Hermana, ahora sumerja la punta de su dedo meñique en el Agua Bendita, y puede ser admitida". Y ella lo hizo.
San Pedro entonces se dirige a la segunda monja y le dice: "Hermana, ¿alguna vez tocó un pene?".
"Bueno... Hubo una vez ... que tuve uno por un momento...".
"Muy bien Hermana, ahora solo lava tus manos en el Agua Bendita, y puedes ser admitida" y ella lo hace.
De repente se produce un ruido y un empujón en la línea. ¡Parece que una monja trata de pasar delante de otra!
San Pedro ve esto y le pregunta a la monja: "Hermana Susan, ¿qué es esto? ¡No hay prisa!".
La Hermana Susan responde: "Bueno, si voy a tener que hacer gárgaras, ¡preferiría hacerlo antes de que la Hermana Mary le meta el trasero!".