Joven cajera se burla de anciana. La respuesta de la "pobre viejita" es una lección de humildad
Hoy en día utilizamos la tecnología para todo. Y cada aparato electrónico necesita de energía para poder funcionar y por ello hemos abusado de los recursos naturales.
El portal Newsner reseñó la historia de una anciana que tuvo que recordarle a una joven cajera de una tienda cómo era que se vivía en sus tiempos.
Esta anécdota se hizo viral en las redes sociales y ha sido compartida en Facebook 1,5 millones de veces. Aquí te contamos porqué.
No está claro si se trata de una historia que realmente ocurrió, pero lo importante es el mensaje que nos deja al final.
La señora intentaba pagar unos artículos que seleccionó en una tienda de comestibles, pero cuando la cajera se dio cuenta de que estaba utilizando bolsas de plástico, la chica le recordó que necesita una bolsa reutilizable para reciclar un poco.
“Las bolsas de plástico no son buenas para el medio ambiente”, le dijo la chica. La anciana se disculpó y trató de explicarse: “No teníamos esta cosa del reciclaje en el pasado”.
La cajera se sintió ofendida y de inmediato le contestó: “Ese es nuestro problema hoy. Tu generación no se preocupaba lo suficiente por nuestro medio ambiente para las futuras generaciones”.
En ese momento, la señora decidió que era momento de poner en su lugar a la joven y le replicó: “En aquellos tiempos, devolvíamos las botellas de leche, las botellas de soda y las botellas de cerveza a la tienda”.
“La tienda las enviaba a la planta para que las limpiaran, esterilizaran y las rellenaran, así se podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así que realmente se reciclaban. Pero no teníamos esa ‘cosa del reciclaje’ en aquellos tiempos”.
“Las tiendas de alimentos embolsaban nuestra compra con bolsas de papel que reutilizábamos para numerosas cosas. La más común era para cubrir los libros de la escuela”.
“Esto se hacía para asegurarse de que la propiedad pública (los libros que nos proporcionaban para la escuela) no resultara dañada por nuestras travesuras. Entonces podíamos personalizar nuestros libros con las bolsas de papel marrones”.
Y continuó: “Entonces teníamos una televisión o radio en la casa, no una TV en cada habitación. Y la TV tenía una pequeña pantalla del tamaño de un pañuelo, no una pantalla del tamaño del estado de Montana”.
“En la cocina molíamos y mezclábamos a mano porque no teníamos máquinas eléctricas que lo hicieran todo por nosotros. Cuando empacábamos un objeto frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos viejos, no espuma o plástico con burbujas”.
“No quemábamos gasolina o encendíamos un motor para cortar la hierba. Usábamos un cortacésped a tracción humana”.
“Nos ejercitábamos trabajando así que no necesitábamos ir a un gimnasio y correr en una cinta que usa electricidad. Pero tienes razón, no teníamos esa ‘cosa del reciclaje’ entonces”.
Para ese momento la cajera abrió otra línea en otra caja.
Pero la anciana insistió: “En aquel entonces lavábamos los pañales de los bebés porque no teníamos de los desechables. Secábamos la ropa en una cuerda, no en una máquina que consume energía y quema hasta 220 voltios”.
“El viento y la energía solar realmente secaban nuestra ropa en aquellos días. A los niños les regalaban ropa de sus hermanos o hermanas, no siempre ropa nueva”.
“En aquel entonces, la gente tomaba el tranvía o un autobús y los niños montaban sus bicicletas a la escuela o caminaban en lugar de convertir a sus madres en un servicio de taxi de 24 horas o furgoneta de 45,000 dólares de la familia, lo que costaba una casa entera antes de esto del reciclaje”.
“¿No es triste que la generación actual se lamente de lo derrochadores que nosotros, los viejos, éramos simplemente porque no teníamos reciclaje en aquel entonces?”
Naturalmente, la cajera se quedó sin palabras. La anciana empacó sus propios productos y abandonó la tienda, muy orgullosa y segura de que le dio una de las mejores lecciones a esa jovencita.