Veterano termina de rodillas llorando cuando completos extraños entran a su casa
El veterano de la Fuerza Aérea lo había perdido prácticamente todo en el mundo, pero agradecido de estar vivo. Ahora tiene mucho que agradecer.
Según reporta Western Journal, cuando Ron Hyde, veterano de la Fuerza Aérea de los EEUU, estuvo de pie en su apartamento casi vacío (sólo tenía un colchón usado y una silla plástica rosada), sabía que sus posesiones eran mínimas, pero seguía profundamente agradecido de tener dónde vivir.
Hyde acababa de decidir terminar su tratamiento de quimioterapia. Al no saber cuánto tiempo le quedaba, quería disfrutarlo sin todo el estrés que acompaña a la quimioterapia. Sus ojos se llenaron de lágrimas, sentado en el apartamento desnudo, contemplando la muerte.
Era un tema difícil e incómodo, un miedo con el que Hyde cree que todos lidiamos de vez en cuando. Pero cuando fue a una tienda de segunda mano para comprar su silla rosada, algo inesperado sucedió, que le devolvió al veterano su fe en la comunidad que lo rodea, según reporta 10 News.
Hyde acababa de comprar la silla, pero no conocía a nadie con un vehículo suficientemente espacioso como para transportarla a su hogar en El Cajón, California. Una mujer de Ramona, California, tornó a las redes sociales, pidiendo la ayuda de alguien para llevar la silla del veterano a casa.
Pero Hyde jamás se hubiese esperado la respuesta que recibiría, la cual terminó reduciéndolo a las lágrimas. Dos días después de su visita a la tienda, desconocidos de la comunidad de Hyde comenzaron a descargar un gran camión de mudanza frente a su hogar, metiendo muebles y equipos en su casa.
Mira el video a continuación.
A medida que Hyde veía a las personas llenando su despensa de comida y montando una acogedora nueva cama en su habitación, se sintió sobrecogido por la emoción. El veterano tuvo que darle la espalda a las cámaras mientras derramaba lágrimas de felicidad.
De rodillas frente al mostrador de su cocina, Hyde agradeció a Dios por las cosas que nos provee aparentemente de la nada. Gracias a varias almas compasivas, Hyde ahora tiene más que sólo un refugio: tiene un hogar.
"¿Quién sabe cuánto tiempo le queda?", expresó un buen samaritano, mientras colocaba lindas lámparas y cómodas mantitas en el nuevo sofá de Hyde.
"Pero podemos al menos hacerlo más cómodo. Él no tiene que vivir en un colchón en la esquina"
Ahora, a medida que el cuerpo de Hyde comienza a recuperarse de la quimioterapia, puede acostarse en una cama de verdad. Puede descansar en un acogedor dormitorio en vez de en un espacio frío y sin alma.
Logró recuperar la compostura, mostrando una gran sonrisa en su envejecido rostro. "Ha sido como un pequeño milagro", confesó Hyde.