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La mujer ayuda a salvar a los 12 niños en la cueva en Tailandia, pero pierde todo lo que tiene

Fabricio Ojeda
17 jul 2018
21:57

Sus cultivos se dañaron con el agua drenada de la cueva, pero ella solo pensaba en ayudar a rescatar a los niños tailandeses que estaban atrapados en las profundidades.

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Cuando se supo en el norte de Tailandia que todo un equipo de fútbol había quedado cautivo en una caverna inundada, Mae Bua Chaicheun, una cultivadora de arroz local, dejó todo y se dirigió a la ladera de la montaña para ayudar.

La cadena ABC narró que como cientos de tailandeses, ella ofreció voluntariamente sus servicios en las dos semanas que duró el rescate, para apoyar a los trabajadores que intentaban desesperadamente encontrar a los niños en el complejo de cuevas de Tham Luang.

Durante casi una semana, Mae Bua trabajó cerca de la entrada de la cueva cocinando comidas para alimentar a los soldados y buzos de la armada que trabajaban dentro de la gruta, así como al creciente ejército de voluntarios que como ella apoyaban la búsqueda.

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Pero mientras ella hacía las veces de cocinera, equipos militares tailandeses comenzaron una operación masiva para drenar las aguas de la cueva y ayudar a los buceadores a llegar más adentro y encontrar a los niños.

Durante casi dos semanas, grandes bombas succionaron grandes cantidades de agua de las cámaras inundadas, enviando a borbotones más de 130 millones de litros por la ladera de la montaña.

Solo cuando regresó a casa una semana después de la desaparición de los niños, Mae Bua Chaicheun se dio cuenta de dónde había terminado este nuevo "río".

Las aguas habían inundado sus campos de arroz, y los de casi una docena de otros agricultores a su alrededor, destruyendo algunos de sus cultivos.

"Recién había plantado la semilla, no mucho antes de ir a la cueva como voluntaria", dijo. "Cuando llegué a casa, el agua tenía dos pies de profundidad y las plantas jóvenes se inundaron".

Mae Bua Chaicheun posee unos cinco acres de tierra en Ban Nong O, un pequeño pueblo corriente abajo de la montaña, donde se encuentran las cuevas. Desde que su esposo murió, ella cuida la tierra por sí misma. Ninguno de sus dos hijos adultos tiene idea de cómo cultivar arroz, dijo riendo.

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Entonces, cuando se fue voluntaria durante cinco días, nadie estaba allí para cuidar su cosecha.

Imagen tomada de: Defense.gov

Imagen tomada de: Defense.gov

Pero a Mae Bua Chaicheun no le importó, pues dijo que lo único que deseaba era que los doce futbolistas y su entrenador salieran vivos de la cueva.

"No importa. Está bien. Solo quiero que los niños salgan vivos", afirmó, tajante.

"Los niños son más importantes que el arroz. El arroz siempre puede volver a crecer. Pero no podemos volver a criar a los niños", argumentó.

Mae Bua Chaicheun tuvo más suerte que otras familias cercanas, pues su arroz fue dañado pero no destruido.

Muchos agricultores locales perdieron sus cultivos por completo. Aunque son elegibles para recibir alguna compensación del gobierno, esta es de alrededor de 1.113 baht tailandeses ($ 45) por "rai", que es menos de la mitad de un acre.

La semana pasada, cuando los agricultores se dieron cuenta de que las aguas bombeadas de la cueva estaban inundando sus arrozales, las autoridades instalaron otra bomba aguas abajo para desviar la corriente de sus tierras.

Aquellos que perdieron su arroz, en Ban Nong O y otras aldeas cercanas, han tenido que empezar de cero y plantar una nueva cosecha. Pero Mae Bua Chaicheun no se arrepiente de nada. Todavía espera lograr una cosecha más tarde este año.

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Y a medida que se intensificaba el esfuerzo de rescate en el sitio de la cueva Tham Luang, ella incluso planeaba volver a trabajar como voluntaria.

"Mañana trabajaré en el campo", dijo. "Y el domingo volveré a la montaña. Iré cada dos días. Porque si voy a la cueva todos los días, no podré alimentarme sola. Soy la única que puede cuidar el arroz".

Mientras Mae Bua Chaicheun hablaba con ABC, la televisión mostraba el clima más reciente en el sitio de rescate.

"Rezo por esos niños todos los días, que salgan pronto. Y bendigo a los otros voluntarios, a los que ayudan a encontrarlos", dijo.

Para ella, el gran esfuerzo de rescate ayudó a unir a los tailandeses en todo el país. "Siento que las personas se han mostrado más amor el uno hacia el otro. Hay un espíritu comunitario tan fuerte, que la gente quiere ayudarse mutuamente".

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