Chiste del día: El pequeño Juan quería una bicicleta por su cumpleaños pero no se había comportado
A pesar de querer fingir ser un niño bueno, el travieso Juan no dudó en hacer de las suyas con tal de conseguir su anhelada bicicleta.
A pocos días de su cumpleaños, el pequeño Juan pensó que ya era hora de decirle a su mamá lo que quería recibir como regalo. Rápidamente, Juan bajó las escaleras y se dirigió hacia la cocina, donde su madre estaba preparando la cena.
"Mamá, quiero una bicicleta para mi cumpleaños", dijo el pequeño muy emocionado.
En vista de que Juancito era un poco problemático y siempre tenía problemas en la escuela, su madre le preguntó si él creía que se merecía una bicicleta para su cumpleaños. A lo que el niño respondió con un rotundo "Por supuesto que sí".
Con el fin de que Juancito reflexionara sobre su comportamiento durante el último año, su madre le dijo:
"Ve a tu habitación, Juan, y piensa en cómo te has portado este año. Luego, escribe una carta a Dios y dile por qué mereces una bicicleta para tu cumpleaños."
Sin decir una palabra, el pequeño Juan subió a su habitación, buscó lápiz y papel y se concentró en su tarea de escribirle una carta a Dios.
En su primera carta, Juan escribió: "Querido Dios, he sido un niño muy bueno este año y me gustaría una bicicleta para mi cumpleaños. Quiero una bici roja. Tu amigo Juan".
Juan sabía que esto no era cierto. No había sido un niño muy bueno este año, así que rompió la carta y comenzó de nuevo.
En su segundo intento, el pequeño comentó: Dios, sé que no he sido un buen chico este año. Lo siento mucho. Seré un buen chico si me envías una bicicleta para mi cumpleaños. ¡Por favor! Gracias, Juan.
Aun si Juan había decidido admitir sus fallas en su segunda carta, el pequeño sabía que incluso si aceptó que había sido un poco travieso, esta carta no le iba a dar una bicicleta.
Ahora, Juancito estaba muy molesto. Bajó las escaleras y le dijo a su madre que quería ir a la iglesia. Tanta era su enfado que incluso su madre pensó que el plan había funcionado.
El pequeño caminó calle abajo hasta la iglesia en la esquina, y al entrar en la iglesia se subió al altar. Mirando como quien busca moros en la costa, Juancito se inclinó y recogió una estatua de María.
Luego el niño ocultó la estatua debajo de su camisa y salió corriendo de la iglesia, calle abajo hasta su casa y subió corriendo a su habitación. El niño cerró la puerta y se sentó a escribir su última carta a Dios.
"Dios, he secuestrado a tu mamá. ¡SI QUIERES VERLA DE NUEVO, ENVIARME LA BICICLETA!", amenazó Juancito.
En otro cómico relato, un grupo de mujeres que intentó convencer a un tacaño millonario de hacer una generosa donación sin pensar lo difícil que sería persuadirlo.
Fuente: Reddit.