Niño dice una palabra en el juicio de adopción y el juez detiene la audiencia de inmediato - Historia del día
Un niño detuvo un juicio por adopción con una única palabra, y puso fin a los perniciosos planes de una mujer que quería usarlo para hacer dinero.
Miguel y Gianna siempre quisieron un hijo. Sin embargo, Gianna, quien había tenido que someterse a la extracción de un embarazo ectópico que podía haber terminado con su vida, tenía miedo de volver a quedar embarazada.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock
Los médicos le habían dicho que el riesgo de volver a pasar por una situación así, en su caso particular, era grande. Gianna estaba aterrada.
Tras muchas sesiones de terapia, la pareja decidió que ella se sometería a una ligadura de trompas y tendrían hijos por adopción. Sara, una amiga de Gianna, trabajaba en un hogar de niños, y fue una de las personas que alentaron a la pareja a adoptar.
Sara ayudó a su amiga con el papeleo. Unos meses después, cuando un niño de menos de un mes llamado Joaquín llegó al hogar en el que trabajaba, se encargó personalmente de hacer todo lo que estaba a su alcance para que Miguel y Gianna fueran designados como sus cuidadores y potenciales adoptantes.
Joaquín era el único hijo de Soraya, una joven con un problema de adicción a las drogas y al alcohol. Ella ya se había realizado dos abortos en el pasado, pero se enteró de este tercer embarazo cuando ya la gestación estaba muy avanzada para eso.
Soraya no podía saber quién era el padre, y tampoco le importaba: solía vincularse con otros adictos y con traficantes que poco podían interesarse por un bebé. En un momento de lucidez, mientras estaba en la maternidad del hospital, llegó a pensar que lo mejor era dar al niño en adopción.
"Por lo menos tendrás una familia que te cuide y estarás a salvo", pensó.
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Sin embargo, ese tipo de momentos eran escasos para ella. La ansiedad por consumir lo ocupaba todo, y su conciencia quedaba anulada en la bruma impulsiva que le nublaba los días. Se marchó del hospital a las prisas, sin firmar los papeles que dejaban al niño oficialmente en adopción.
Joaquín nació con bajo peso, y debió pasar unas primeras semanas en incubadora. Cuando Gianna y Miguel lo conocieron ya era un niño saludable, pero todavía diminuto. Para ellos, era perfecto.
Llenaron los papeles necesarios, pero había una cláusula que los hizo temer: la madre biológica retenía derechos parentales y podía llegar a reclamar al niño en algún momento, porque nunca había firmado su conformidad para dar al niño en adopción.
"¿Pero su madre no lo dio en adopción?", preguntó Gianna. "¿Cómo es que los servicios sociales están a cargo del bebé?"
"Bueno, técnicamente no sabemos dónde está la madre, y si aparece, siempre puede reclamar. Pero no creo que lo haga, porque había manifestado su deseo de darlo en adopción. Y si lo hace, por sus circunstancias, tendrá mucho que explicar y demostrar para poder recuperarlo".
La joven pareja se mostró satisfecha con la explicación. Terminaron los trámites, y se llevaron al niño a disfrutar de la habitación que ya habían acondicionado para él.
Miguel y Gianna eran padres excelentes. Desde el principio adoraban a su hijito, y encontraban amor y aventura incluso en aquellos detalles más difíciles del cuidado de un niño pequeño.
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Su casa parecía más luminosa con la llegada del bebé, y ambos adaptaron sus vidas para cuidarlo mejor. Gianna incluso renunció a su trabajo estable como diseñadora industrial en una compañía para trabajar freelance desde casa y estar más tiempo con él.
Las primeras semanas les preocupaba que la madre de Joaquín pudiera aparecer. Pero con el paso del tiempo esa inquietud se fue desvaneciendo.
Al menos, bajo la luz del sol. Por las noches, Gianna todavía tenía pesadillas con el posible regreso de la madre biológica. Una mañana, se despertó con la determinación de que necesitaban un abogado para conseguir la adopción completa.
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El letrado les explicó que no era un proceso sencillo, y no había forma de escapar al hecho de que, hasta tanto el niño fuera capaz de expresar su propia voluntad, la madre biológica siempre tendría prioridad. Esto reencendió sus temores.
En su favor, si Soraya volvía, tras haberlo abandonado tenía que demostrar que era capaz de mantener al bebé y mantenerse sobria. Si no, no podría recuperarlo.
Los temores, sin embargo, llegaron a confirmarse: un día Sara los llamó para decirles que Soraya había vuelto y pedido recuperar al niño.
Miguel y Gianna estaban devastados. Según Sara, Soraya parecía haber puesto su vida en orden, y la perspectiva de que pudiera recuperar a Joaquín, que ya tenía dos años, era posible.
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Gianna y su esposo fueron a la corte a defender sus derechos parentales. Pero cuando vieron que las cosas no parecían ir en su favor, con el alma en pedazos empezaron a pensar que tendrían que despedirse de su hijo.
Un mes de juicio más tarde, los citaron al juzgado. La madre biológica de Joaquín alegó que había cambiado. "He mejorado y solo quiero la oportunidad de cuidar de mi hijo", aseguró.
Su plan, en realidad, era otro: suponía que tener un hijo la ayudaría a ocultar sus actividades ilícitas de la policía, porque pretendía pasar a vender sustancias para solventar sus vicios.
El juez, un señor llamado Martín Flores, escuchaba a Soraya, cuando Joaquín, que había estado durmiendo todo ese rato, se despertó. Se echó a llorar, y extendió sus brazos hacia Gianna, diciendo "¡mami!".
Gianna se echó a llorar. Ese momento cambió la atmósfera por completo. El juez ahora sabía todo lo que necesitaba, y llamó a detener el proceso. Soraya se puso furiosa.
"¿Cómo sé que es mi niño?" dijo, y se acercó a Joaquín. Cuando quiso levantarlo, él se asustó y trató de zafarse.
En abstinencia como estaba, mantener la calma y la cordura le estaba resultando muy difícil a Soraya. "¡Este no es mi hijo!", gritó, "¡qué han hecho con mi hijo!".
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Cuando pudieron calmarla, el juez decidió aplazar la situación. Su experiencia lo hacía sospechar, así que ordenó una evaluación profesional para Soraya. Y un allanamiento en su casa.
Lo que la policía encontró en esa inspección confirmó las sospechas del juez, que tuvo los elementos para dar la tenencia definitiva del niño a Gianna y su marido. En privado, les admitió que la decisión de que el bebé se quedara con ellos ya había sido tomada cuando el niño supo identificar a su verdadera mamá.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Será lo que deba ser. Miguel y Gianna estaban destinados a ser padres de Joaquín. Les preocupaba el futuro, pero todo se acomodó en su favor, y los planes ilícitos de Soraya se vieron frustrados.
- Alguien que persiste en sus adicciones no puede ser un buen padre o madre. Miguel y Gianna fueron exitosos como padres porque dedicaban tiempo y energía a su hijo. Soraya no quiso o no pudo abandonar sus adicciones, sino que buscaba mantenerlas, y eso la llevó a perder a su bebé.
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