Todos los días un hombre rico ve a una indigente anciana con un bebé en brazos que lo mira acusadora - Historia del día
Un hombre rico está irritado por la presencia constante de una mujer mayor parada afuera de su edificio de oficinas día tras día con un bebé en sus brazos y odio en sus ojos.
Bruno Burgos estaba acostumbrado a obtener lo que quería cuando lo quería. Y lo que más deseaba ahora era deshacerse de la mujer que se había instalado fuera de su oficina y lo apuñalaba con la mirada todas las mañanas.
Había hablado con su jefe de seguridad. Él le había dicho que como la mujer estaba afuera de la oficina en un área pública, no podía hacer nada al respecto.
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Además, no lo había amenazado físicamente ni lo había insultado, por lo que ella estaba en sus derechos.
¿Qué quería la mujer? ¿Por qué se quedaba mirando? Él quería que se fuera. Pero al mismo tiempo, algo le decía que ella representaba una terrible amenaza para su estilo de vida seguro y complaciente. Curiosamente, su miedo no se desvanecía.
Ya habían pasado dos semanas, y la mujer estaba allí todas las tardes cuando él salía del trabajo, mirando. A Burgos le parecía que esperaba. ¿Pero qué estaba esperando? Le pidió a seguridad que prestara más atención a lo que ella hacía por las tardes.
Lo hicieron, pero todo lo que hacía la mujer era quedarse allí. El bebé en sus brazos miraba para todos lados con sus grandes ojos azules. Se chupaba el dedo, y de vez en cuando balbuceaba y se reía.
Definitivamente no era la madre del bebé. Tenía cincuenta y tantos años y seguía siendo una mujer hermosa con una figura esbelta. Pero dos profundas líneas de dolor y decepción rodeaban su boca.
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Tenía ojos oscuros, hundidos y cansados, y parecía estar sufriendo. Sus ojos gritaban mudas acusaciones al señor Burgos, que retiraba la mirada al cruzársela.
Una tarde, su suegro, Jorge Valdano, que además era CEO de la compañía y accionista mayoritario, vino a visitarlo junto con su hija Brenda, la esposa de Bruno. Jorge se había ido temprano para tomar un avión a Bogotá, pero su hija se había quedado.
Al bajar en el elevador a la planta baja con Brenda, Burgos no pensó en la mujer mayor y el bebé. Estaba ejecutando a la perfección su papel de esposo ejemplar de la única hija y heredera de Valdano.
Brenda reía y tomaba a su esposo del brazo, cuando la mujer se interpuso. “Cuidado, niña”, le gritó. “O este hombre te arruinará la vida como arruinó la de mi hija”.
La esposa de Bruno retrocedió y el bebé se puso a llorar. El hombre hizo un gesto a los guardias de seguridad para que se acercaran y se dirigieron hacia la mujer.
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“¡Sáquenla de aquí!”, gritó. “¡Está loca!”.“¿Loca?”, gritó la mujer. “¿Estoy loca? ¿Nos estás echando a mí y a tu hijo y yo soy la que está loca?”.
Brenda puso una mano en el brazo del guardia de seguridad. “Espere, escuchemos a la mujer”. Se giró hacia Bruno, “quiero saber qué quiere decir con ‘tu hijo’”.
La mujer mayor se giró hacia Brenda. “Mi hija era hermosa, como tú. Vino a trabajar para este hombre y él le dijo que la amaba. ¡Pero mi Ana era una buena chica!”.
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“¿Ana?”, preguntó Burgos. "¿Ana Rodríguez? La despedí por incompetente...”.
“Mi hija se enamoró de él y le creyó cuando le dijo que había solicitado el divorcio, que se casaría con ella, y por eso pecó”, dijo la mujer con amargura.
“¿Se estaba divorciando de su esposa?”, preguntó Brenda, lanzando a Bruno una mirada fría. “Brenda, cariño, seguro que no crees...”, el hombre jadeó.
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“Pero cuando mi Ana quedó embarazada, no tardó en deshacerse de ella”, le dijo la mujer a la joven.
“Y encontró una nueva chica a la que seducir. ¡Supongo que eres tú! Mi hija le suplicó ayuda, pero él dijo que el bebé no era su...”.
“¡No es!”, gritó el hombre. “Ana tenía aventuras con todo el mundo...”.
“¡Eso no es cierto!”, gritó uno de los guardias de seguridad mayores. “Ella era una buena mujer, ¡y la única persona con la que se quedaba hasta tarde en la oficina eras tú!”.
Brenda se giró hacia la mujer y dijo en voz baja: “Sra. Rodríguez, soy la esposa de Bruno Burgos. ¿Dónde está su hija?”.
La boca de la señora se torció de dolor. “¡Muerta! Murió de un derrame cerebral después del nacimiento de Alfredo, y me pidió que hiciera lo correcto con su bebé”.
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Brenda le lanzó a su esposo una mirada larga y fría. “Sra. Rodríguez, sugiero que lo primero que hagamos sea una prueba de ADN, y luego la ayudaré a presentar una demanda de paternidad contra Bruno Burgos”.
“¿Qué?”, gritó el hombre. “¿Estás loca?”, luego suavizó su voz. “Brenda cariño, esta mujer está trastornada por el dolor. ¡Y además, no me someteré a una prueba de ADN!”.
“No tienes que hacerlo, Bruno”, dijo Brenda. “Tomaré muestras del ADN de nuestra hija e hijo para comparar”. Y así lo hizo.
Al mismo tiempo, la Sra. Rodríguez presentó una demanda de paternidad contra Bruno y su esposa solicitó el divorcio. El mundo entero de Burgos se derrumbó como un castillo de naipes después de eso.
Su suegro lo despidió, y esa maravillosa vida de lujo y ocio que tanto disfrutaba se evaporó en el aire. En cuanto a la Sra. Rodríguez y el pequeño Alfredo, se mudaron con Brenda.
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El niño se crio con los otros hijos de Bruno, y cuando él iba a visitar a los niños que compartía con Brenda, a veces veía al pequeño con la cabeza rizada y los ojos azules.
El hombre finalmente se dio cuenta de que no solo había engañado a Brenda. También había engañado a Ana con su futuro y su derecho a amar y ser amada por un buen hombre.
Todo lo que había hecho le había causado dolor, ahora esperaba poder redimirse con sus tres hijos.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nuestras acciones tienen consecuencias en la vida de otras personas. Bruno pensaba solo en lo que él quería y no le importaba lo que le sucediera a Ana o a su hijo.
- A veces tenemos que perderlo todo para valorar lo que teníamos. Bruno había tenido una gran vida, pero engañó a su esposa y se aprovechó de la gente. Solo cuando lo perdió todo se dio cuenta de lo que había tenido.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.