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Una mujer en el cementerio | Foto: Shutterstock
Una mujer en el cementerio | Foto: Shutterstock

Tras muerte de papá, mujer encuentra su testamento y descubre que no tiene derecho a su herencia - Historia del día

Georgimar Coronil
27 ene 2022
01:40

Tras la muerte de su padre, Julia escudriñó en su despacho y descubrió su testamento. En el mismo cedía su casa a un tal Juan. Ella y su madre se sorprendieron. Llamaron a su abogado, que les presentó al hombre. Entonces descubrieron el escandaloso secreto que el padre de Julia había guardado.

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Unos días después del funeral, Julia organizó algunos de los papeles de la mesa del despacho de su papá. Ella y su madre tenían que empaquetar algunas de sus cosas y limpiarlo todo. Él siempre guardaba documentación esencial en su oficina y Julia necesitaba localizarla para que su mamá no tuviera que preocuparse por nada más adelante.

Sin embargo, mientras revisaba todo, vio algo extraño: Un paquete que provenía de un bufete de abogados local. Julia frunció el ceño. Algo en su interior le dijo que lo abriera y comprobara de qué se trataba.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Rompió el sello y descubrió el testamento de su padre. Se sorprendió. Por lo que sabían, no había tenido tiempo de hacer uno. Estaba sano y su ataque al corazón había sido repentino. Julia hojeó la el documento hasta que llegó a una parte concreta y se quedó boquiabierta.

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"¡Mamá! ¡Mamá!", gritó.

"Julia, ¿por qué gritas?", su madre apareció en la puerta y entró en el despacho.

"¡Mira!", exclamó Julia de nuevo y levantó los papeles.

"Espera, deja que me ponga las lentes", dijo su madre, mientras tomaba los papeles. "Vaya".

"Mamá, ¿sabías de esto?".

"No, cariño. No tenía ni idea. ¿Qué dice?", preguntó la señora a su hija.

"Dice que la casa y todo lo demás es para un hombre llamado Juan. ¿Quién es?", exclamó Julia, preocupada. No podía creer que su padre hubiera dejado a su esposa sin nada.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"No lo sé, Julia. Esto es muy extraño. ¿Estás segura de que es legítimo?", contestó la madre, mirando a su hija con preocupación en el rostro.

"No lo sé. Pero llamemos al bufete de abogados", dijo Julia, tratando de mantener la calma.

Buscó en Google y consiguió su número de teléfono. Después de preguntar, descubrieron que el abogado de su padre era un hombre llamado Isaac. Lo contactaron y él se ofreció a reunirse con ellas al día siguiente.

Julia y su madre emprendieron el viaje hasta el bufete, aún sin entender por qué su padre había hecho algo así. Durante el trayecto, a Julia se le pasaron muchas cosas por la cabeza. “¿Quién era ese Juan? ¿Por qué mamá no sabía nada de él? ¿Qué escondía su padre?”.

Llegaron pronto a las oficinas. Les acompañaron al despacho del abogado y les dijeron que esperaran unos minutos. Finalmente, Isaac apareció con otro hombre. Julia supo inmediatamente que tenía que ser Juan.

Era más o menos de su edad, o tal vez unos años mayor que ella. Su intuición le decía que Juan tenía que ser alguien importante. Por algo su padre había hecho semejante cosa sin decirles nada.

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"¿Señora Julia, supongo? Es un placer conocerla. Soy Isaac", se presentó el abogado, extendiendo su mano para estrechar la de ellas. "Y ya habrán adivinado que este es Juan. El hombre cuyo nombre aparece en el testamento de su padre".

"¿Quién es usted? ¿Por qué estás en el testamento?", preguntó Julia. No importaba lo que dijera su intuición. Seguía enfadada porque su madre estuviera en la calle por culpa de ese hombre.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"¿Quién soy yo? ¿Quién eres tú?", contestó Juan, frunciendo el ceño y casi enfadándose.

"Por favor, todos, cálmense. Tomemos asiento. Este es un asunto complicado. Iba a llamarlos unos días más tarde para darles tiempo de vivir su duelo, pero ustedes me han llamado primero, así que aquí estamos", comenzó el abogado. "Su padre les ocultó un secreto a todos ustedes".

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"¿Su padre?", preguntó Juan en un susurro y miró a Julia. Ella le devolvió la mirada con las cejas bajas.

"Sí, es mi padre", respondió Julia.

"El señor también era el padre de Juan", reveló el abogado.

Julia se quedó con la boca abierta. Su madre no sabía qué decir, pero se quedó mirando a Juan y a Julia. Juan parecía confundido, y el abogado volvió a hablar.

"El señor Martínez me encargó la tarea de explicar esto porque no podía hacerlo él mismo. Hace unos años, se reconectó con Juan, después de encontrarlo en las redes sociales, ¿correcto?". El abogado lo comprobó con Juan, que asintió. "¿Quieres continuar la historia, Juan?"

"Bueno, quiero decir... no hay mucho que explicar. Él y yo empezamos a vernos unas cuantas veces al mes y eso. Pero nunca me habló de ti. Pensé que no tenía otros hijos. Supongo que tampoco te habló de mí, ¿eh?", dijo Juan tímidamente.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"No, no lo hizo", susurró Julia. En su interior, había sabido que Juan probablemente era de la familia, pero no podía entender por qué su padre había guardado un secreto así.

"Bueno, como me dijo su padre, estaba avergonzado de su pasado. Al parecer, rompió con la madre de Juan tras descubrir su embarazo. Años después, conoció a la señora Martínez y formó una familia con ella. Cuando se reencontró con Juan, quiso compensar todos esos años en los que no fue un padre para él y decidió dárselo todo", continuó Isaac.

Julia y su madre asintieron, aunque seguían atónitas. "Supongo que deberíamos mudarnos de casa cuanto antes", dijo la madre de Julia, resignada.

"No, mamá. Es tu casa", replicó Julia.

"No según esos documentos. Tu padre era el dueño antes de que nos casáramos. No sé si tengo algún derecho sobre ella", continuó la mujer.

Finalmente, Juan intervino: "No tengo ningún deseo de echarte de tu casa. Puedes quedarte con ella. No la necesito. Tampoco quiero mudarme”.

"Gracias", dijo Julia, dando un enorme suspiro de alivio. Estaba preocupada por su madre y por el lugar donde viviría, pero la actitud de Juan le quitaba un peso considerable de encima.

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Siguieron hablando y el abogado accedió a ayudarles a organizar todo. Juan también sugirió dividir el dinero entre todos. "No me puse en contacto con él para pedirle dinero ni nada. Estoy perfectamente bien. Solo quería conocerlo", explicó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Terminaron la reunión y Juan le dio a Julia su número de teléfono. "Por si alguna vez lo necesitas", dijo y salió del edificio.

Unos días más tarde, todo el papeleo pertinente estaba arreglado y Julia pensó que podía olvidarse de todo. Pero llamó a Juan de improviso y charló con él. Él estaba casado y tenía dos hijos, mientras que Julia tenía dos gatos.

Se llamaban al menos una vez a la semana y Julia le invitó a conocer a la familia ampliada. Pronto se convirtió en una de las personas más importantes de su vida y mimó mucho a sus hijos.

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En el fondo, seguía enfadada con su padre porque se habían perdido años de conocerse, pero probablemente él tenía miedo de lo que pudieran pensar. Era humano, y los errores forman parte de la vida.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Todo el mundo comete errores: Todos nos equivocamos de vez en cuando. Lo crucial es aprender de ello y cambiar para mejorar. El padre de Julia y Juan no tuvo la oportunidad de presentar a Juan a su familia, y actuó llevado por la culpa.
  • Un desconocido puede convertirse en una parte fundamental de tu vida: Julia y Juan acabaron considerándose hermanos, aunque al principio no estaban seguros de que estuviesen emparentados.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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