Chica desaparece 1 día después de que su abuela le regalara un collar extremadamente caro - Historia del día
Cuando Elizabeth cumplió 16 años, su abuela le regaló un costoso collar que pensó que sería parte de su herencia para las generaciones venideras. Sin embargo, un día después del cumpleaños, desapareció.
Elizabeth vivió dieciséis años de su vida como una princesa. Provenía de una familia extremadamente rica, propietaria de una gran empresa en su país.
Dado que sus padres a menudo salían de viaje de negocios por todo el mundo, Elizabeth debió crecer bajo el cuidado de su abuela Marta. Ella era una persona tradicional y extremadamente estricta.
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A la joven nunca se le permitía interactuar con la gente común. Solo debía hablar con los niños de la élite de su ciudad. Tampoco podía ir a los cines y salas de juegos como cualquier adolescente normal; se le permitía visitar las mansiones y casas de vacaciones de personas con dinero.
Un día, su abuela la recogió en su exclusivo colegio privado. Iban a ir juntas caminando al estreno de una película a la que habían sido invitadas.
En el camino, Elizabeth se topó con una señora que paseaba un adorable caniche. Rápidamente, se inclinó para acariciar al perro y su abuela le gritó horrorizada.
“¡Elizabeth Janeiro! ¡Aléjate del perro!”, exclamó.
Elizabeth puso los ojos en blanco y con la mirada se disculpó con la dueña del perrito. La mujer sonrió y rápidamente se alejó.
“Abuela, ¿qué pasa? Solamente era un perro”, dijo mientras se levantaba.
“No debes interactuar con la gente en la calle, incluso si es para acariciar a su perro. No sabes de dónde vienen, podrían ser portadores de gérmenes”, dijo Marta, rociando desinfectante en las palmas de su nieta.
“Abuela, estás exagerando. También son humanos, ¿sabes? Y el perro se veía limpio y olía bien”, dijo en tono amigable, sin un deseo real de discutir con su abuela.
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“Insisto. NO debes estar hablando con la gente en la calle. Por eso es que ya no me gusta caminar por la ciudad. Las calles están llenas de todo tipo de personas. Qué horror”, dijo su abuela.
Cuando llegaron al teatro, Elizabeth se olvidó de lo que había dicho su abuela por un rato. Sin embargo, cuando llegaron a casa, volvió a ver ese aspecto difícil de su amada abuela.
“Elizabeth, vas a cumplir 16 años, así que te organizamos una fiesta en casa. Ya les informé a los padres de algunos de tus compañeros de clase, y tienes que lucir lo mejor posible", dijo Marta.
“¿Qué? ¿A quién invitaste? ¿Te acordaste de invitar a Isabela y Serena?”, preguntó Elizabeth emocionada.
“Por supuesto que no. Te he dicho que debes dejar de andar con Isabela, ella es la hija de tu maestra. Esa es la razón por la que estudia en tu escuela”, le explicó Marta.
“Y Serena, vaya, ¿por dónde empiezo? Su padre tiene que trabajar en tres trabajos para pagar la matrícula allí. Ella es una escaladora social, así que debes dejar de ser su amiga”, agregó Marta, dejando a su nieta totalmente desconcertada.
“Eso no es muy amable, abuela. Isabela es la persona más amable que conozco, y Serena es extremadamente inteligente. Su padre solo quiere que reciba la mejor educación para que pueda entrar a una excelente universidad, como se merece”, respondió Elizabeth.
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“Aun así, no están a tu nivel. Deberías salir con Cristal. Su padre es dueño del bufete de abogados más grande de la ciudad. También invité a Karina. Sus padres son dueños de la cadena de centros comerciales más grandes de la zona”.
Al escuchar a su abuela, a Elizabeth se le llenaron los ojos de lágrimas. No podía creer que su familia pudiera ser tan materialista.
“Por supuesto, Adán también vendrá... ¡Desearía que ustedes dos fueran pareja!”, exclamó su abuela. “Son los herederos de dos compañías multimillonarias. ¡Una pareja hecha en el cielo!”, afirmó Marta extasiada.
En este punto, Elizabeth había escuchado suficiente. “¿Alguna vez tomas en consideración lo que yo quiero, abuela? Quiero decir, es mi cumpleaños, ¿verdad? ¿No deberían ser MIS invitados y no los tuyos?”.
“Tonterías, cariño. Estos son TUS invitados. Simplemente, invité a los correctos”, la corrigió Marta.
“Bueno, no voy a ir. Disfruta tú de la fiesta”, dijo Elizabeth, y se fue furiosa para su habitación.
Al día siguiente, Marta abrió la habitación de Elizabeth. Encontró a su nieta llorando desconsoladamente en el que se suponía sería un día feliz, pues acababa de cumplir 16 años.
“Elizabeth, tu padre está en la línea. Dice que si no sales de aquí en 10 minutos, no te va a gustar lo que va a hacer”, amenazó Marta.
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Elizabeth sabía que si no obedecía, su padre la enviaría a un internado, algo que ella no quería. Con lágrimas en los ojos, se sentó frente a su tocador mientras un peluquero y maquillador la arreglaba para su fiesta.
Mientras bajaba las escaleras, todos los ojos estaban puestos en ella. Llevaba un hermoso vestido azul y su cabello castaño caía en rizos sueltos sobre sus hombros.
Su abuela le indicó que se detuviera al borde de las escaleras, y allí, sus invitados se acercaron uno a uno con sus regalos. Recibió cajas de las marcas más importantes del mundo: Chanel, Tiffany & Co., Rolex y Hermes.
Marta esperó a que todos terminaran antes de darle su regalo. Era un collar de diamantes de edición limitada que valía millones de dólares.
Elizabeth estaba atónita, pues sabía muy bien que nunca en su vida se atrevería a usar un collar tan caro. Esa noche, siguió el juego de su abuela y cenó con sus invitados. Nadie imaginó que eso sería lo último que sabrían de ella por un tiempo.
Al día siguiente, Elizabeth no estaba por ninguna parte. Cuando su abuela registró su habitación, los regalos también habían desaparecido. Pensando que había sido secuestrada, Marta contrató a un equipo privado de investigadores para ayudar a la policía a buscarla.
Después de dos días, Marta se estaba preparando para lo peor. Llamó a los padres de Elizabeth y les pidió que volvieran. Sin embargo, sucedió algo extraño.
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Docenas de cartas inundaron su buzón esa mañana y llegaron muchas personas sin hogar a su patio. Estaba a punto de gritar pidiendo seguridad cuando se dio cuenta de que Elizabeth estaba entre ellos.
“¿Dónde has estado?”, gritó la anciana. Antes de que pudiera acercarse a su nieta, Marta se vio rodeada por extraños que le agradecían por salvar vidas.
“Gracias por su generosidad, señora Marta. Siempre será recordada”, le dijo un hombre.
“Es una verdadera bendición de Dios, Marta. Que él los bendiga a todos”, dijo una mujer que llevaba un niño en brazos.
“¿Qué? ¿De qué están hablando, Elizabeth?”, le preguntó a su nieta, que en ese momento caminaba hacia ella.
“Bueno, abuela, verás, siempre quise decirte que mientras tú sueñas con que me convierta en heredera, mi propio sueño es ayudar a los que tienen menos que nosotros. Cuando recibí todos esos regalos durante mi cumpleaños, no pude evitar pensar cuántas personas podrían haber sido alimentadas con el dinero que valían esos regalos”, comenzó Elizabeth.
“Entonces, fui a varias tiendas que compran joyas y bolsos, y los vendí todos”, declaró. El rostro de Marta parecía horrorizado.
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“Al día siguiente, fui personalmente a varios orfanatos y refugios para donar el dinero para alimentos, medicinas y suministros muy necesarios. Gracias a eso, las personas enfermas recibieron sus medicamentos, los niños hambrientos fueron alimentados y las personas sin hogar recibieron un refugio adecuado”, agregó la joven.
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“¿Vendiste el collar que te di? Oh, Dios mío, creo que podría desmayarme. ¿Sabes cuánto me costó?”, dijo Marta, mientras sentía que la sangre abandonaba su rostro.
“Ahora sí, abuela. Por cierto, ¿Cuánto dinero tenemos en el banco? Seguro es mucho más que lo que costó ese collar. Si con la cantidad que reuní vendiendo mis regalos pude ayudar a MILES de personas, ¿Te imaginas lo que podría hacer con lo que hay en el banco?”, dijo con una sonrisa en su rostro.
“Todo es gracias a ti, abuela. Gracias a ti, se han salvado muchas vidas. Se ha podido alimentar a niños hambrientos, ayudado a madres maltratadas y brindado oportunidades educativas a expresidiarios”, dijo Elizabeth, haciendo que su abuela se diera cuenta de lo que había sucedido.
“Oh, Elizabeth. Tienes el corazón más puro. Nunca podría haber imaginado hacer algo así en mi vida y tú fuiste capaz de hacerlo en dos días. Lamento mucho haber sido tan cruel con otras personas. Gracias por hacerme darme cuenta de tantas cosas”, dijo Marta, acercando a su nieta para darle un cálido abrazo.
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Elizabeth estaba llorando. Nunca pensó que su abuela cambiaría de opinión acerca de los menos favorecidos. Sin embargo, eso fue solo el comienzo para ellas.
Desde entonces, abuela y nieta unieron sus fuerzas para realizar activamente obras de caridad. Marta también dejó de controlar la vida de Elizabeth y le dio la libertad para vivir a su manera.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Es importante ayudar a los necesitados. Elizabeth reconoció que era una privilegiada y utilizó su ventaja para ayudar a otras personas. Esto inspiró a su abuela a hacer lo mismo.
- Debemos ser amables con el prójimo. No cuesta nada. Marta solía menospreciar a las personas que no eran ricas, sin darse cuenta de que eran seres humanos iguales a ella.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.