Después de que la esposa abandona su familia, hombre cría solo a su niña: la mujer contacta a la hija 20 años después - Historia del día
El padre de Anna la crio después de que su madre se marchara de casa cuando ella tenía solo cinco años. Pero un día, al volver a su hogar, encontró una nota de ella en su puerta. Fueron a cenar y Anna aprendió mucho sobre su madre. Empezó a desconfiar de su padre, pero este tenía algo impactante que mostrarle.
Anna recordaba claramente el momento en el que su mamá se marchó. Sus padres se peleaban todo el tiempo. Una noche, después de gritar durante un rato, Fiona no regresó. Para ese momento, Cristian tenía tres trabajos para mantener a su familia y fundó su empresa, el Grupo Hernández, años después.
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Anna trabajaba para su padre y un día, cuando volvía a casa, encontró en la puerta de su hogar una nota de su madre que decía: “Por favor, llámame. Con cariño, mamá”.
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Había un número de teléfono después del mensaje, y Anna no podía creerlo. Su madre llevaba años sin ponerse en contacto con ella. ¿Qué podía querer de ella ahora? ¿Debía llamar? ¿Quería dinero? Sabía que nunca obtendría las respuestas si no se ponía en contacto con ella, así que lo hizo.
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"¡Hola, cariño!", gritó Fiona cuando vio a Anna entrar en el restaurante. La dama la llamó y acordó reunirse con su mamá para comer al día siguiente. Pero ahora había llegado el momento, y Anna estaba nerviosa. Esta mujer era una desconocida.
"Hola mamá", respondió incómoda.
"Si no te sientes cómoda llamándome así, no pasa nada. Puedes llamarme Fiona por ahora", dijo la mujer y volvió a sentarse, haciendo un gesto para que Anna hiciera lo mismo. "Además, gracias por llamarme. Me moría por ponerme al día contigo".
"Vayamos al grano, Fiona. ¿Por qué has llamado? La última vez que te vi tenía cinco años. ¿Qué quieres?", exigió Anna.
"Quiero decirte la verdad sobre lo que pasó", afirmó Fiona. "Todo fue culpa de tu padre...".
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Fiona reveló que había vuelto unos años después y quiso ver a Anna. Pero Cristian se negó y le dijo que se alejara de la niña. Ella entendió por qué lo hizo. Anna había quedado traumatizada cuando se fue. Pero Fiona finalmente descubrió la dirección de Anna y decidió arriesgarse.
"No lo entiendo. Tuviste muchas oportunidades de encontrarme durante años. ¿Por qué ahora? ¿Necesitas dinero?", preguntó Anna.
"¡No! ¡Claro que no! Ahora tengo un marido millonario. Además, ¡hoy te invito a comer! No sé de qué otra manera demostrar que no quiero nada más que una relación contigo", respondió Fiona. "Cuando uno se hace mayor, se da cuenta de sus prioridades, y quería enmendar mis errores antes de que fuera demasiado tarde. ¿Es demasiado tarde?".
Anna lo pensó durante unos segundos. "No, no es demasiado tarde. Entonces, háblame de ti".
Cambiaron de tema y hablaron durante varias horas mientras Fiona pedía todo tipo de cosas del menú. Incluso pidió el vino más caro, por lo que Anna estaba segura de que no necesitaba dinero de ella.
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Aunque el almuerzo con su madre había sido encantador, Anna se enfureció después. Según Fiona, su padre le había impedido acercarse durante años y él era la razón por la que ahora no tenían una relación. Podía entender que su padre estuviera probablemente dolido y tratara de protegerla, pero ella ya era adulta.
Así que en lugar de ir a su casa, fue a la de su padre.
"¿Cómo pudiste alejarla de mí todos estos años, papá? No fue justo. Quería hacer las paces. ¡Ya era mayor para tomar esa decisión! ¡Desperdiciamos años!", dijo Anna, casi gritando.
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"No lo hizo, Anna. Te está mintiendo", le dijo Cristian.
"¡No! ¡Estás mintiendo!".
Soltó un enorme suspiro, colocando las manos en su cintura. "No quería enseñarte esto, pero ven conmigo", insistió su padre y caminó hacia su despacho. Se sentó en su silla y empezó a teclear algunas cosas mientras Anna llegaba a su lado.
"¿Qué pasa?", preguntó ella, secando sus lágrimas.
"Te he estado protegiendo de esto durante muchos años. Pero tienes razón. Ya eres lo suficientemente mayor para saber la verdad", dijo Cristian en voz baja y abrió un vídeo. Mostraba a Fiona y a su padre manteniendo una acalorada discusión. Era de mediados de la década de 2000, cuando ella era una adolescente.
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Su padre subió el volumen y Anna pudo oír los gritos de Fiona. Amenazaba a su padre con ir a juicio y llevarse a Anna. Finalmente, vio a Cristian entregándole algo de dinero. La mujer sonrió y se fue. El vídeo terminó y su padre sacó otro.
Cristian tenía un vídeo tras otro de la misma situación. "No lo grabé la primera vez. Pero mi abogado me lo sugirió, así que coloqué las cámaras en casa, sin saber si ella volvería a exigir más dinero", expresó.
"Pero, ¿y si ahora ha cambiado de verdad? Ha pagado la comida, así que quizá sea verdad lo de su marido rico", sugirió Anna, que no quería creer lo peor de su madre.
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"Oh, cariño", respondió su padre, bajando la cabeza. "Mira. Este vídeo tiene fecha de ayer. Supongo que te dejó esa nota justo después de este momento".
Estaba más claro que el agua. Incluso Fiona estaba vestida exactamente igual que el día anterior. Una vez más, exigió dinero.
"¿Pero por qué le diste algo? Soy una adulta. Ella no puede llevarte a los tribunales ahora", preguntó.
"No quería que se metiera en tu vida. Podría arruinarlos a ti y a tu pareja. Es tóxica. Quería que se fuera. Seguiría haciéndolo si tú quieres", dijo Cristian, mirando a su hija, y Anna no pudo negar todo el amor que había en sus ojos. Su padre sí que hacía lo que creía que era mejor para ella.
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"No, papá. Esto se acaba ahora. Yo me ocuparé de ello", afirmó finalmente Anna, levantando la mano y secando sus lágrimas.
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"¡Cariño! Me alegra mucho que hayas vuelto a llamar. Me encantó comer contigo el otro día. ¿Has pensado en lo que te dije? ¿Estás dispuesta a perdonarme?", preguntó Fiona.
"Por supuesto, mamá", respondió ella, y Fiona se alegró al escuchar esa palabra. "¡Pero hoy pago yo el almuerzo! ¡Puedes pedir lo que quieras!".
"¡Esto es maravilloso, cariño!", la mujer se sentó y miró el menú. Pidió langosta, caviar, varios aperitivos, postres y dos botellas de los vinos más caros de la carta. Obviamente, sabía que Anna trabajaba en el Grupo Hernández.
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Dos horas más tarde, cuando habían comido casi todo, Fiona se excusó para ir al baño. "Vuelvo enseguida, cariño. ¿Por qué no pides la cuenta y hacemos algo divertido juntas?", dijo la mujer mayor mientras se alejaba a toda prisa.
Anna hizo precisamente lo que le pidió. Pidió la cuenta, pegó una nota adhesiva encima y la dejó sobre la mesa.
"Pagará cuando salga del baño", le dijo Anna al camarero. Cuando Fiona regresó del tocador, vio primero la nota sobre la mesa.
“He disfrutado del almuerzo, arpía. ¡Buena suerte para pagarla!”. Fiona se quedó con la boca abierta.
Anna no volvió a verla, pero oyó el rumor de que su madre había montado un gran escándalo al no poder pagar la cuenta.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Algunas personas no están hechas para ser padres: Fiona no merecía en absoluto el título de "madre". Solo se preocupó de sí misma durante muchos años.
- Las grabaciones pueden salvarte la vida: Si te acosan o chantajean, graba todo lo que puedas porque puede demostrar que no estás mintiendo.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.