Hijastra de millonario comete un crimen: policía se da cuenta de que lo hizo para alejarse de su padrastro - Historia del día
El alcalde de la ciudad era millonario y su hijastra, Karla, se metió en problemas. La oficial Alana Díaz la llevó a la estación de policía. Si bien su detención fue breve, antes de irse le dijo a la mujer policía algo que se le quedó resonando en la mente.
"¿Por qué has hecho eso, cariño? Puedes contármelo", le dijo la oficial Alana Denison a la adolescente sentada frente a ella en la estación. Los vecinos la habían denunciado por tirar piedras a la ventana de un edificio.
"Porque sí", dijo Karla, encogiéndose de hombros y rehuyéndole la mirada. En ese momento llegó el millonario alcalde junto con el jefe de policía.
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"¡Oficial Díaz! Deje ir a esta jovencita de inmediato. Aquí viene su padre a buscarla y hacerse cargo", ordenó el comisario Robledo.
Alana hubiese esperado que la chica se mostrara contenta. Pero, al contrario, se dio cuenta de que Karla estaba completamente aterrada. No quería irse con él, eso era claro.
Como fuera, la oficial no tenía elección. Le quitó las esposas a la jovencita, quien le tomó las manos con fuerza durante unos segundos, y le susurró al oído: "Agarra las alas del ángel".
En ese momento, la oficial pensó que se trataba de una metáfora, o de alguna clave. "¿Qué?", susurró Alana en respuesta. Pero la chica no tuvo chance de responder.
"Vamos, niña, vámonos a casa. Siento que te hayan traído aquí. Deberían saber que eres mi hija, y este tipo de cosas no pueden hacerse públicas", dijo el alcalde Burgos, visiblemente molesto.
"Lo siento mucho, señor Burgos. Esto no volverá a suceder nunca más", expresó el comisario Robledo mientras salían de la estación. Pero antes de que se fueran, Karla le dio a Alana una mirada suplicante.
Esa noche, Alana no podía dormir. Algo estaba mal con la escena de esa chica y su padrastro. Tenía que saber la razón por la que Karla tenía diez veces más miedo de irse con él que de estar presa en la seccional.
Al día siguiente, Alana decidió visitar el edificio donde Karla había estado lanzando piedras. Se dio cuenta de que la niña había apedreado las ventanas de un apartamento en particular, uno en el segundo piso. Tras hacer unas preguntas aquí y allá, se enteró de que esa unidad llevaba tiempo vacía.
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Tras conversar en la calle, una anciana solitaria que vivía en el departamento de arriba la invitó a tomar el té: “Es que mi hija trabaja tanto… Me aburro un poco, ¿sabe oficial?”, le dijo. Alana aceptó. Se enteró así de que el departamento estaba vacío pero tenía dueño: había sido de la difunta esposa del alcalde, y ahora le pertenecía a él. También supo que muy a menudo se escuchaban ruidos que venían del departamento vacío.
"Supongo que por eso nadie lo alquila. Debe estar embrujado", le dijo la anciana, y se persignó.
Alana sentía que estaba muy cerca de la verdad, pero que la seguía eludiendo. Allí había algo. Tenía que entrar a investigar por sí misma.
"Si lo que usted denuncia es que hay ruidos de posibles intrusos, voy a tener que entrar a revisar. Podría estar en peligro, señora", sugirió.
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"Oh, oficial, ¡por supuesto! me sacaría un peso de encima... ¿Cómo hacemos? ¿Debo llamar al 911 o lo informa usted? ¿Le parece bien que me quede en el pasillo por si acaso?", se entusiasmó la anciana enseguida.
La oficial hizo un reporte muy escueto a la estación de policía de una situación posible de intrusos y bajó. La anciana fue detrás, y se quedó cabeceando, a la vez asustada y entusiasmada, desde la puerta.
El apartamento estaba vacío. No había muebles, y vio varias rocas en el suelo cerca de la ventana rota. "Nadie por aquí", dijo en voz alta y siguió caminando.
Finalmente, llegó al dormitorio y vio un armario abierto. Había una figurilla en uno de los estantes. Era un ángel con un par de alas extendidas.
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"Agarra las alas del ángel", repitió para sí la policía, empezando a entender. Se acercó a la estatuilla y trató de levantarla. Imposible: estaba firmemente adherida al estante.
Entonces tomó las alas como Karla le había dicho, y notó que se movían. De golpe, las alas se cerraron y un sonido la sobresaltó. Una puerta escondida junto al armario se había abierto. Y vio algo increíble en la habitación recién descubierta: estaba llena de dinero, barras de oro y cofrecitos.
"Oh, por Dios", se dijo, y pidió refuerzos. Al comisario no le cayó demasiado bien que hubiera estado hurgando en los asuntos del alcalde: después de todo, él como heredero de su difunta esposa era uno de los dueños del departamento en cuestión.
Pero era bastante evidente que ese era dinero mal habido. Y la denuncia de ruidos de la vecina de arriba existía: Alana había entrado a la propiedad en toda regla.
Fue la punta del ovillo para descubrir que el alcalde había malversado fondos públicos por cifras exorbitantes. Lo que había en el departamento de la madre de Karla era solo una pequeña parte de una fortuna malversada.
El día que arrestaron al alcalde, Alana buscó a Karla mientras los oficiales allanaban la vivienda. La encontró llorando, encerrada en su habitación. No quería salir.
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Por un momento, pensó que tal vez se había equivocado, y que la adolescente se arrepentía de haber denunciado a su padrastro. ¿O tendría miedo de ir presa ella también?
"Cariño, puedes salir, tú no estás en problemas", dijo la policía con suavidad desde la puerta. Karla abrió, y Alana pudo ver en su rostro las marcas del maltrato de su padrastro. Todas las fichas cayeron en su lugar: era claro que el hombre la golpeaba. El miedo al maltrato impune del hombre seguía acechándola.
"Nadie volverá a hacerte daño, te lo prometo", le dijo. "Ya se lo han llevado".
La adolescente se echó a llorar de alivio y la abrazó. La pesadilla, para ella, había terminado.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Sigue tu intuición. Alana sabía que tenía que hacer un seguimiento de las acciones de la niña porque algo en sus entrañas le decía que investigara más a fondo. Tenía razón.
- Los adolescentes y los niños buscan formas de decir las cosas que no se atreven a contar. Algunos no pueden hablar abiertamente, por lo que se comunican de otras maneras. Tienes que escucharlos.
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