Adolescente de 14 años gasta su primer salario en flores para su abuela después de que el abuelo la dejara sola - Historia del día
Una anciana queda desolada tras la muerte de su marido. Su joven nieto se preocupa al verla deprimida y pone en marcha un plan para animarla.
Cuando Anna pensó que estaba en el mejor momento de su vida, esta le dio un golpe brutal. Ronald, quien fue su esposo durante cincuenta años, falleció repentinamente a los setenta y cinco años.
Anna y Ronald habían estado haciendo planes para un viaje a Francia. Un sueño que se había pospuesto desde su luna de miel año tras año.
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Ahora era demasiado tarde, y Anna lloraba por todos los momentos que ella y Ronald no compartirían. Estaba inconsolable, y su hija Clara incluso empezó a plantearse llevarla a un terapeuta.
"Estoy muy preocupada por mamá", dijo Clara a su marido e hijo, Ron, durante la cena. "Han pasado más de seis meses y ella sigue tan deprimida. No sale de casa, para nada".
Ron, un chico de catorce años que siempre había estado muy unido a sus abuelos, estaba triste. "¡Pobre abuela!", suspiró. "Yo también extraño al abuelo, él era su mundo. Lo hacían todo juntos."
"¿Qué te parece si empiezo a sacarla a pasear por las tardes como hacían el abuelo y ella?".
"¡Es una gran idea, cariño!", gritó su madre. "¡Es muy amable de tu parte!".
Al día siguiente, Ron se presentó en casa de la anciana al final de la tarde. "Hola, abuela", dijo. "¿Qué te parece si bajamos al lago y vemos la puesta de sol?".
Anna giró la cara para que su nieto no pudiera ver las lágrimas en sus ojos y dijo bruscamente: "¿Por qué querría hacer una estupidez como esa?".
Ron se sorprendió. "Pero… antes te encantaba ir al lago…".
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"¡Ya no!", gritó Anna. "¡LO ODIO! No me molestes, Ron. Vete y haz algo útil!".
A Ron le dolió el maltrato de su abuela, pero lo que no sabía es que ella estaba igual de afectada. "¿Por qué le dije eso al pobre muchacho?", se preguntó. "Solo intentaba ayudar".
Esa noche Ron le contó a su madre lo que había pasado. "Tal vez no quiera nuestra ayuda, mamá", dijo él con tristeza.
"Puede que no la quiera", respondió Clara. "Pero definitivamente la necesita. El abuelo no querría que se consumiera así. Amaba la vida y adoraba a la abuela Anna".
"¡Sí!" dijo Ron. "Era raro ver a dos personas tan mayores besándose y tomadas de la mano. Y siempre le llevaba flores".
Fue entonces cuando se le ocurrió la brillante idea a Ron. Iba a comprarle flores a su abuela todos los días, como solía hacer su abuelo. Tal vez el recordatorio diario de que la querían cambiaría las cosas.
Ron decidió que no iba a decirle nada a su madre. Tenía un nuevo trabajo de fin de semana y acababa de recibir su primer sueldo. Iba a hacer esto por su abuela, él solo.
Al día siguiente, Ron fue a la floristería local y encargó unas flores para entregarlas en casa de Anna esa tarde. Cuando la florista le presentó a Ron la factura, se quedó boquiabierto. ¡$60!
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"Eso es… Eso es mucho dinero", expresó.
"Es un ramo de rosas rojas", explicó la florista. "Y te lo entregan a domicilio".
"Si la próxima vez quiero una sola flor y la llevo yo", preguntó Ron. "¿Cuánto sería?".
"Serían 6 dólares", dijo la mujer. Seis dólares seguía siendo mucho. Ron calculó cuánto le costaría una flor al día y se dio cuenta de que estaría gastando todo su sueldo en flores para Anna.
El chico supo que valía la pena cuando visitó a su abuela esa tarde y vio que sonreía. "¡Mira, Ron!", gritó ella. "Alguien me ha enviado flores, como hacía tu abuelo".
"Es maravilloso, abuela", dijo él con dulzura. "Es tan bueno verte mejor".
"¡Tu abuelo era tan romántico!", dijo Anna. "Estas flores me ayudaron a recordar nuestros primeros días cuando empezamos a cortejarnos, y lo viva que me hizo sentir".
"Sabes, Ron, tuvimos momentos difíciles durante nuestro matrimonio, cuando el dinero era escaso, pero rara vez pasaba un día sin que tu abuelo me trajera una flor, aunque la robara del jardín de un vecino".
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“Dijo que no quería que olvidara que me querían”.
Tras escuchar a su abuela, Ron estaba aún más decidido a seguir enviando las flores, aunque fuera una sola rosa entregada anónimamente a diario, sin importar lo que costara.
En el trabajo, el joven pidió más horas para poder ganar más dinero para comprar las flores. También, dejó de reunirse con sus amigos después del trabajo en la cafetería local.
"¿Qué te pasa, Ron?", le preguntó uno de sus compañeros de la ferretería donde trabajaba. "¡Ya no sales con nosotros!".
Ron se encogió de hombros, avergonzado, y luego decidió decirle a su amigo la verdad: "No me lo puedo permitir. Estoy gastando todo mi dinero en flores para mi abuela. Estaba muy deprimida, así que le estoy enviando rosas de forma anónima".
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"Pero no tienes ni idea de lo caro que es, ¡así que nada de películas y nada de bocadillos en la cafetería!", agregó Ron.
El amigo del chico quedó impresionado y, al día siguiente, le contó a su jefe todo el sacrificio de Ron. El hombre se quedó sin palabras. Nunca había oído hablar de un adolescente que gastara su dinero para hacer feliz a una anciana.
Se acercaba un ascenso con un aumento de sueldo, y el jefe decidió inmediatamente que Ron era la persona adecuada para el trabajo. El nuevo salario de Ron le permitía seguir enviando flores a Anna y también podría seguir saliendo con sus amigos.
Anna recuperó poco a poco las ganas de vivir y ahora estaba planeando el viaje a Francia que siempre soñó con su hija y su yerno. Nunca supo quién le envió las flores, y Ron siguió guardando el secreto.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La pérdida de un ser querido puede desgarrar el corazón: Anna estaba perdiendo las ganas de vivir hasta que Ron empezó a enviarle flores.
- Una persona de corazón generoso siempre pone a los demás en primer lugar: Ron decidió que era más importante animar a su abuela que pasar un buen rato con sus amigos.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.