Niño organiza concurso benéfico para comprar silla de ruedas eléctrica para compañero discapacitado que quedó huérfano - Historia del día
Cuando un estudiante notó que su único amigo en la escuela estaba ausente un día, le preguntó a su maestro qué había sucedido. Al enterarse de que había tenido un accidente que le había cambiado la vida, el niño decidió hacer algo especial por su amigo, sin saber cómo reaccionarían otras personas.
Liam estaba tirando su ropa en una maleta cuando comenzó a pensar en cómo su vida había cambiado repentinamente después de la muerte de su padre.
El papá del alumno de quinto grado había fallecido inesperadamente tres meses atrás, dejándolos a él y a su madre solos.
“¡Date prisa, Liam!”, gritó su mamá desde la sala de estar de abajo. “Debemos llegar a nuestro nuevo apartamento en treinta minutos, y ya estamos retrasados”.
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“Ya voy, mamá. Ya casi termino”, respondió Liam desde su habitación. Después de la muerte de su padre, su madre no podía pagar el alquiler, por lo que decidieron mudarse a un departamento en un área relativamente más barata de la ciudad.
Después de empacar toda su ropa, Liam arrastró la maleta escaleras abajo y le dijo a su madre que había empacado todo. Unos minutos más tarde, salieron de su casa y se dirigieron a su nuevo apartamento.
En el camino, Liam solo podía pensar en las desventajas de mudarse a una nueva casa. Como era introvertido, la idea de hacer amigos siempre lo ponía nervioso, y mudarse a un nuevo vecindario significaba que tenía que enfrentar sus miedos.
Un día después de mudarse a su nuevo hogar, Liam comenzó a asistir a una escuela del vecindario. En su primer día, no habló con nadie ni trató de hacer amigos, y durante el recreo, se sentó en la mesa de la esquina de la cafetería y almorzó solo.
Aunque otros estudiantes en la clase sabían que era un estudiante nuevo, nadie dio un paso adelante para darle la bienvenida. En cambio, lo ignoraron y se negaron a sentarse a su lado en clase.
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Al día siguiente, Liam no quería ir a la escuela por cómo lo habían tratado sus compañeros de clase, pero se obligó a levantarse de la cama y fue a la escuela. Ese día, estaba sentado solo en el salón de clases cuando un niño se le acercó y le preguntó: “¿Puedo sentarme a tu lado?”.
“Claro”, dijo Liam sonriendo.
“Soy Joel. ¿Y tú?”.
“Liam”.
“¿Es tu primer día hoy?”.
Liam miró a su alrededor y dijo: “No, es mi segundo día. Recientemente me mudé a este vecindario”.
“Ah, no sabía eso”, dijo Joel. “Falté a la escuela ayer, así que pensé que hoy era tu primer día”.
Con el paso de los días, los dos niños se hicieron amigos y descubrieron que vivían en la misma calle. Después de la escuela, a menudo jugaban a la pelota en el parque cercano. Era un juego que a ambos les encantaba jugar.
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Liam tardó unas pocas semanas en convertirse en el mejor amigo de Joel. Incluso sus madres sabían cuánto se querían los niños, y sus maestros nunca querían que se sentaran juntos porque no podían dejar de conversar.
Un día, Joel faltó a la escuela y Liam tuvo que sentarse solo en clase. Pensó que la ausencia de su amigo era extraña porque él nunca faltaba a la escuela, especialmente los lunes.
“¿Por qué habrá faltado a la escuela?”, se preguntó Liam. La última vez que vio a su mejor amigo fue el sábado por la noche, y el domingo no se vieron porque Joel tenía que ir a casa de un pariente con sus padres.
Sintiéndose preocupado, Liam le preguntó a la maestra de su clase si sabía por qué Joel no había venido a la escuela. Lo que ella dijo a continuación fue algo para lo que él no estaba preparado.
“Oh, Liam, sé que te sentirás triste después de escuchar esto”, dijo su maestra. “Por favor, siéntate”.
Liam se sentó en la silla al lado de su maestra y la miró mientras jugueteaba con sus dedos.
“Liam, lo siento mucho, pero tu mejor amigo tuvo un accidente anoche”, la maestra puso su mano en el hombro del niño. “Perdió a sus padres en el accidente automovilístico”.
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“¡No puede ser!”, dijo Liam cubriéndose la cara con las manos. “¿Dónde está él ahora?”.
“El director me dijo que Joel está en el hospital en este momento debido a una lesión grave en la columna. No estoy segura de qué hospital es, pero puedes preguntar y visitarlo con tu madre, Liam”, dijo la maestra.
Después de regresar a casa ese día, Liam lloró mientras le contaba a su madre lo que le había pasado a Joel. El niño desconsolado le pidió a su mamá que averiguara dónde estaba su mejor amigo.
Pronto, Liam se enteró de que Joel estaba en un hospital cercano, pero había perdido la capacidad de caminar. Le preguntó a su madre si podía ver a Joel en el hospital, pero ella le dijo que los médicos no permitían visitas en ese momento.
“Mamá, me siento muy mal por Joel. ¿Cómo va a vivir sin sus padres?”, le preguntó el chico a su madre.
“Lo sé, cariño. Escuché que su abuela está en el hospital con él y ella lo cuidará cuando regrese a casa”, reveló su madre. “No te preocupes, Joel. Tu amigo estará bien”, le aseguró ella.
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La abuela de Joel era una señora pobre que se había apresurado a ver a su nieto después de enterarse del accidente automovilístico. Quería mucho a Joel y accedió a criarlo con sus limitados recursos.
Dos meses después, los médicos permitieron que el niño se fuera a casa después de que le practicaran una cirugía de columna. Sin embargo, todavía no podía caminar y estaba restringido a una silla de ruedas.
Mientras tanto, Liam extrañaba a su mejor amigo en la escuela y deseaba poder reunirse con él pronto. Como Joel era su único amigo y a otros estudiantes no les gustaba hablar con él, pasaba la mayor parte del tiempo solo en la escuela.
Cuando Liam supo que a Joel pronto le darían de alta en el hospital, no podía esperar para ver a su amigo. El día que llegó a casa con su abuela, Liam se apresuró a verlo con una barra de chocolate y la pelota con la que solían jugar.
“¡Hola, Joel!”, exclamó Liam cuando vio a su mejor amigo.
Los ojos de Joel se iluminaron al ver a Liam después de meses, pero no pudo levantarse y encontrarse con él. El niño ahora estaba confinado a su silla de ruedas y dependía de su abuela para moverse.
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La mujer mayor empujó la silla de ruedas para que su nieto pudiera estar cerca de donde se sentaría Liam. “¿Cómo te sientes ahora, Joel?”, preguntó Liam, preocupado. “Te extrañé en la escuela y tengo mucho que contarte”.
“Estoy mejor ahora”, sonrió Joel. Los niños hablaron durante horas antes de que la madre de Liam fuera a recogerlo por la noche.
“¡Te veré mañana, amigo!”, le dijo Liam a su amigo antes de irse.
Si bien estaba feliz de verlo después de meses, se sintió terrible al saber que Joel nunca podría volver a caminar. Además, ver a su anciana abuela esforzarse para empujar la silla de ruedas hizo que Liam se sintiera aún peor.
“Mamá, me siento muy mal por Joel”, le dijo a su madre en la mesa de la cena más tarde esa noche. “El accidente automovilístico le arrebató la capacidad de caminar”.
“Puedo entender, cariño. Pero no tienes que sentirte triste”, respondió su madre. “Puedes ayudar a tu amigo a adaptarse a su nuevo estilo de vida y hacer que se sienta mejor. Compadecerlo lo haría sentir peor”.
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Una semana después, Liam le pidió a Joel que jugara a la pelota con él afuera. Sin embargo, cuando los muchachos comenzaron a jugar, Liam se dio cuenta de que su amigo fallaba en la mayoría de las recepciones porque no podía correr.
Más tarde esa noche, Liam siguió pensando en lo que su madre había dicho en la cena la semana anterior. Pensó en todas las formas en que podría ayudar a Joel y luego se dio cuenta de que comprar una silla de ruedas eléctrica sería la mejor opción.
Dado que una silla de ruedas eléctrica le permitiría moverse sin la ayuda de su abuela, podría jugar con Joel y hacer otras tareas de forma independiente.
“¿Cómo conseguiré una silla de ruedas eléctrica para él? ¡Debe ser muy cara!”, pensó el chico. En ese momento, se le ocurrió una idea que podría ayudarlo a comprar la silla de ruedas, pero no sabía si funcionaría.
Al día siguiente, Liam compartió la idea con su madre mientras desayunaba antes de ir a la escuela.
"Mamá, quiero comprar una silla de ruedas eléctrica para Joel, para que no tenga que pedirle a su abuela que lo empuje”, dijo Liam. “Y tengo un plan para eso”.
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La madre de Liam lo miró y sonrió. “¿En serio? ¿Cuál es tu plan?”, preguntó ella.
“Quiero organizar un concurso de caridad en la escuela, mamá”, dijo Liam. “¿Crees que eso funcionaría?”.
“¡Ah, sí! ¡Por supuesto, Liam! Un concurso benéfico te ayudará a recaudar fondos para comprar una silla de ruedas eléctrica. Pero no estoy segura de si la dirección de la escuela te permitiría hacerlo”, su madre se paró detrás de él y le puso las manos sobre sus hombros. “Tienes que preguntarles a tus maestros primero”.
Durante el recreo de ese día, Liam se acercó a su maestra y compartió su idea con ella. “¿Cree que el director me permitiría organizar un concurso de caridad en la escuela?”.
“Sí”, respondió su maestra. “¡Creo que puedes hacerlo, y estoy muy orgullosa de ti por haber tenido una idea tan brillante!”, dijo la docente. Luego ella llevó a Liam a la oficina del director y él obtuvo permiso para organizar un concurso de caridad.
La maestra lo ayudó a organizar el evento y lo guio sobre lo que debía hacer para atraer la atención de la gente. Quería que él recaudara la mayor cantidad de dinero posible para poder comprar una silla de ruedas eléctrica para Joel.
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Más tarde esa noche, Liam diseñó invitaciones personalizadas para sus maestros y los padres de otros estudiantes. Quería que todos asistieran al evento, pero no estaba seguro de si la gente aceptaría su invitación, pues no tenía amigos en la escuela excepto Joel.
Después de enviar las invitaciones a todos y terminar la mayoría de los preparativos para el concurso benéfico, Liam pasó toda la noche diseñando carteles y pancartas llamativas para su evento.
El día de la actividad, llegó a la escuela con su madre antes de que comenzara el concurso benéfico y fue el primero en entrar al salón. Se sentó adentro con su mamá y esperó a que aparecieran los invitados.
Durante la primera hora, Liam pensó que no podría recaudar suficientes fondos porque para entonces solo un par de estudiantes habían visitado el salón.
Sin embargo, unos minutos después, comenzaron a llegar maestros, estudiantes y padres. Pronto, el salón estaba repleto de participantes y Liam estaba encantado de ver la respuesta. No tenía idea de que tanta gente participaría en el concurso.
Al final del día, el chico y su madre se sentaron en el pasillo vacío y contaron el dinero que la gente había dejado en la caja de donaciones. Para sorpresa de Liam, había recaudado suficiente dinero para comprar la mejor silla de ruedas eléctrica para Joel.
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“¡Me has hecho sentir muy orgullosa, cariño!”, dijo la madre de Liam agrazándolo, después de contar el dinero. “Vamos a comprar la silla de ruedas mañana a primera hora de la mañana, ¿de acuerdo?”.
“Está bien, mamá”, dijo el niño sonriéndole a su madre.
Al día siguiente, Liam estaba afuera de la casa de Joel con una silla de ruedas eléctrica nueva. Cuando la abuela del niño abrió la puerta, Liam le pidió que llevara a Joel a la entrada.
“¡Esto es para ti, Joel!”, exclamó el niño mientras señalaba la silla de ruedas eléctrica. “¡Toda la escuela me ayudó a comprar esto para ti!”.
Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Joel después de que Liam le contara sobre la recaudación de fondos. “¡No tenías que hacer esto por mí, Liam! Soy muy afortunado de tenerte como amigo”, dijo Joel.
Después de ese día, los dos niños continuaron jugando a la pelota y Joel incluso comenzó a asistir a la escuela. Eventualmente, los estudiantes de la clase de Liam comenzaron a respetarlo y querían ser sus amigos.
Tener más amigos significaba que Liam nunca tendría que almorzar solo durante el recreo, ni siquiera cuando Joel faltara a la escuela.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Siempre ayuda a los demás: Cuando Liam se dio cuenta de que la vida de Joel había cambiado repentinamente, decidió ayudar, a pesar de no saber si su plan funcionaría. Incluso los participantes del concurso de caridad no rehuyeron donar dinero.
- Nunca dudes de tus ideas: Al principio, Liam pensó que su idea no funcionaría, pero una vez que la ejecutó, recaudó más fondos de los que esperaba y compró la mejor silla de ruedas eléctrica para Joel.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.