Mamá recibe alerta de movimiento en la habitación de su bebé: entra y ve a una adolescente allí - Historia del día
Mientras preparaba la cena, una mujer recibió una notificación en su teléfono que decía: “¡ALERTA! Movimiento detectado”. Rápidamente corrió a la habitación de su bebé para ver qué había sucedido. No se imaginaba que vería a una chica desconocida sentada junto a su pequeño.
Cynthia nunca se saltaba su rutina nocturna de cuidado de la piel. Al igual que todas las noches, miraba detenidamente su rostro en el espejo y deslizaba sus dedos sobre su cutis.
Luego, se aplicaba generosamente su crema de noche favorita en la cara sin dejar de mirar su reflejo. “Nunca podría haber imaginado usar estas cremas y sueros tan caros hace cinco años”, pensó Cynthia.
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Después de que sus padres fallecieran en un accidente automovilístico cuando ella tenía diez años, vivió en un hogar de acogida con otros niños huérfanos.
Vivir allí no fue una experiencia agradable, pero le hizo darse cuenta de que necesitaba trabajar duro. No quería pasar el resto de su vida en la pobreza.
A los 29 años, Cynthia dirigía una de las mejores líneas de ropa de la ciudad, lo que la ayudaba a mejorar su estilo de vida. Ahora vivía en la zona más cara y tenía suficiente dinero para comprar lo que quisiera sin preocuparse por los precios.
Sin embargo, no estaba en paz incluso ahora que vivía el lujoso estilo de vida que siempre había soñado. Cada vez que Cynthia veía parejas pasando tiempo con sus hijos, deseaba poder hacer lo mismo. Ella anhelaba tener una gran familia, pues había perdido a la suya a una edad temprana.
“¿Alguna vez encontraré el amor verdadero?”, se preguntaba a menudo.
Había salido con muchos hombres, pero ninguno de ellos la había impresionado. Algunos no querían tener hijos, mientras que otros no estaban dispuestos a casarse con ella.
El trabajo de Cynthia la ayudaba a distraer su mente de las cosas que anhelaba. Trabajaba duro para mejorar su línea de ropa, por lo que a menudo se reunía con inversionistas en reuniones de negocios.
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Durante una de esas reuniones, el asistente de Cynthia le presentó a Samuel, un joven apuesto que había ganado mucho dinero a una edad temprana. Ella pensó que no era como los otros hombres que había conocido. Había algo diferente en él.
Pronto, Cynthia y Samuel se hicieron amigos y comenzaron a reunirse fuera del ámbito comercial. Compartían muchos intereses comunes, incluido el deseo de tener una gran familia.
Después de pasar meses conociendo a Samuel, Cynthia decidió que quería casarse con él. Contrariando la costumbre, ella le propuso matrimonio y, para su sorpresa, él aceptó casarse con ella.
“No me imaginaba que dirías que sí tan fácilmente”, dijo ella en broma.
“¡Oh, Cynthia! ¿Quién puede decirle que no a una chica hermosa como tú?”, respondió él.
“¡Estoy dispuesto a pasar el resto de mi vida contigo!”.
Cynthia y Samuel se casaron sin perder más tiempo, pero la pareja no tenía idea de que las cosas tomarían un giro inesperado. Un mes después de su matrimonio, comenzaron a intentar tener un bebé. Pero cada vez que quedaba embarazada, Cynthia sufría un aborto espontáneo.
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Después de muchas evaluaciones, los médicos le dijeron que no podía tener hijos propios, y le sugirieron que adoptara. A ella le pareció buena idea, pues su objetivo era tener una gran familia y no le importaba criar a un niño que anhelara el amor maternal.
Sin embargo, Samuel no quería adoptar. “Quiero mis propios bebés”, decía cada vez que Cynthia hablaba de adoptar un niño. Él no la escuchaba, aunque ella tratara de explicarle que la adopción de un bebé los beneficiaría de múltiples maneras.
Un día, Samuel regresó del trabajo y le dijo a Cynthia que quería hablar con ella. Los dos habían estado conversando sobre la adopción de niños durante las últimas semanas y no se habían puesto de acuerdo en nada.
“No creo que las cosas estén funcionando entre nosotros”, dijo él. “Creo que deberíamos separarnos”.
“¿Qué?”, dijo Cynthia, mirándolo con incredulidad. “Dijiste que querías pasar el resto de tu vida conmigo”.
“Sí, lo dije. Pero no tenía idea de que no podías tener hijos”.
“¿Y qué? Te he estado diciendo que podemos adoptar niños. ¡Todo el mundo lo hace!”.
“Eso es lo que me preocupa, Cynthia. Tú quieres adoptar niños, pero yo no”, dijo Samuel juntando las manos. “Creo que es mejor si nos separamos. Quiero tener una gran familia, pero no con niños adoptados”.
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Cynthia nunca pensó que Samuel hablaría sobre el divorcio algún día. Ella había planeado criar hijos con él, pero parecía que había tomado la decisión equivocada. Podía sentir su corazón latir con fuerza cuando su esposo dijo que pronto se divorciaría de ella.
“Creo que tienes razón. Tenemos que separarnos”, dijo Cynthia cerrando los ojos y respirando hondo.
Semanas más tarde, ella estaba sentada en su nuevo apartamento, lejos de su exesposo. Trataba de mantenerse ocupada con su trabajo, pero la idea de criar hijos nunca abandonaba su mente.
De repente, el tono de llamada de su teléfono interrumpió sus pensamientos y extendió la mano para ver quién la estaba llamando.
“¿La agencia de adopción?”, se preguntó. Cuando estaba con Samuel, se había puesto en contacto con una agencia de adopción local después de su último aborto espontáneo.
“Hola, ¿hablo con Cynthia?”, preguntó la señora del otro lado.
“Sí”, respondió ella.
“Quería hacer un seguimiento sobre su interés en nuestra agencia. ¿Todavía está interesada en adoptar un niño?”.
“Eh... sí. Quiero adoptar un niño”, respondió ella después de una breve pausa.
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“¡De acuerdo!”, exclamó la dama. “Por favor, visítenos pronto para que podamos continuar con los pasos a seguir”.
Cynthia pensó que no necesitaba a un hombre para criar a un niño. Lo que necesitaba era convertirse en madre. Después de meses de espera, finalmente adoptó a un bebé y lo llamó Tomás.
Aunque ella no dio a luz al bebé, sentía un fuerte vínculo con él. Cinthya pensaba que él la completaba y despertaba una fuerza en ella que no sabía que tenía.
Además de ser una mujer de negocios exitosa, ahora era una madre amorosa que nunca dejaba solo a su bebé. Quería protegerlo en todo momento, por lo que compró un vigilabebés para verlo cuando ella no estaba en su habitación.
Un día, Cynthia estaba en la cocina mientras Tomás estaba en el dormitorio. De repente, recibió la alerta de movimiento en la habitación.
“¡¿Qué está pasando?!”, pensó antes de correr hacia la habitación, pero no encontró a nadie adentro. “El sensor de movimiento podría haber fallado”, pensó y reinició la cámara.
Al día siguiente, Cynthia recibió la misma alerta. “Esto no puede ser una coincidencia”, pensó antes de caminar de puntillas hacia el dormitorio. Cynthia se asomó en silencio y se sorprendió al ver a una adolescente sentada junto a su hijo.“¡¿QUIÉN ERES?!”, gritó Cynthia. “¡Aléjate de mi bebé!”.
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Los ojos de la chica se abrieron como platos al ver a la mujer entrar en la habitación.
“¡Voy a llamar a la policía!”, dijo Cynthia tomando su teléfono para marcar el número de emergencias.
“¡Por favor, no llame a la policía! No le haré daño ni a usted ni a mi bebé”, gritó la joven.
“¿Tu bebé?”, preguntó la mujer frunciendo el ceño.
“Sé que lo adoptó a través de la agencia de adopción. Soy su madre”, dijo la chica mirando al suelo.
“¿Qué?”, preguntó Cynthia, perpleja.
“Mi nombre es María”, dijo la chica. Luego le contó a Cynthia su historia.
María era una joven de 18 años que accidentalmente había quedado embarazada, pero no podía quedarse con el bebé. Sus padres la habían echado, por lo que decidió darlo en adopción. Cuando supo que Cynthia lo había adoptado, siguió su auto y descubrió dónde vivía.
“Solo vine aquí para ver a mi bebé por última vez”, dijo María. “Le prometo que no volveré. Gracias por adoptarlo”.
Entonces, María se puso de pie y caminó hacia la puerta para irse. “Espera, María”, dijo Cynthia.
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“¿Te gustaría trabajar para mí como niñera?”, preguntó la mujer. “De esta manera, puedes pasar tiempo con el bebé, ganar dinero y tener un espacio seguro para vivir”.
Los ojos de María brillaron al escuchar la oferta de trabajo de la mujer. “Me... me gustaría hacer eso”, respondió ella.
Pronto, María comenzó a trabajar como niñera para Cynthia y comenzó a cuidar a Tomás. Pasaron los años y la madre biológica había ahorrado suficiente dinero para comprar su propio apartamento, pero visitaba a su hijo con frecuencia.
“¿Quieres ser la madrina de Tomás?”, le preguntó Cynthia a María un día.
“¡Claro!”, dijo la joven riendo y abrazando a su pequeño.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Ayudar a otros te beneficia: Cynthia ayudó a María dándole un trabajo y un lugar seguro para vivir y, a cambio, consiguió una niñera de tiempo completo para su hijo.
- Nunca te sientas desesperanzado: Cynthia podría haber renunciado a su sueño de tener un hijo después de sus abortos espontáneos y divorcio, pero decidió no hacerlo. En cambio, se centró en su objetivo e hizo lo que era mejor para ella.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.