Me sorprendió lo que encontré en el bolso de mi cuñada - Me hizo alejar urgentemente a mis hijos de su abuela.

Cuando Kate descubrió un misterioso bolso que se había dejado su cuñada, nunca imaginó que contendría la impactante prueba de un oscuro secreto. Lo que encontró dentro destrozó su confianza y la obligó a tomar medidas drásticas para proteger a sus hijos.

Me quedé allí, mirando el bolso negro del suelo como si fuera un animal peligroso. El corazón me latía con fuerza en el pecho y las palmas de las manos empezaban a sudarme. Sabía exactamente de quién era el bolso: de Lily.

Debía haberla dejado cuando vino a recoger a los niños. Normalmente, ni se me ocurriría registrar las cosas de otra persona, pero esto era diferente. Algo en mí no podía dejarlo pasar.

"No lo hagas, Kate", me susurré, pero mis pies no se movían. Me quedé clavada en el sitio y el bolso prácticamente me desafiaba a echar un vistazo. Se me retorcieron las tripas como siempre que algo iba muy, muy mal. No podía deshacerme de la sensación de que necesitaba ver lo que había dentro.

Mis manos se movieron solas y abrieron lentamente el bolso. Lo que vi no tenía ningún sentido. Una baraja de cartas con símbolos extraños, unas piedras que parecían pertenecer a algún tipo de tienda de magia y un manojo de hierbas secas atadas con un cordel.

Pero entonces, en el fondo, las encontré: dos fotografías, una al lado de la otra. Eran mis hijos. Ben y Tommy, sonriéndome desde el papel satinado. Casi se me paró el corazón y sentí que se me revolvía el estómago. ¿Por qué tendría Lily fotos de mis hijos en su bolso, junto con todas estas... cosas?

Dejé caer el bolso como si me hubiera quemado, y retrocedí dando tumbos, apoyándome a duras penas en el brazo del sofá. Me invadió una oleada de náuseas y me llevé la mano a la boca, intentando mantener la compostura. Mi mente iba a mil por hora, intentando reconstruir lo que acababa de ver. ¿Qué demonios tramaba Lily? ¿Y por qué implicaba a mis hijos?

Busqué a tientas el teléfono y marqué el número de John. Me pareció que había pasado una eternidad antes de que por fin lo atendiera y, cuando lo hizo, su voz tranquila y suave fue casi demasiado para mí.

"Hola, Kate" -dijo, sonando como siempre: completamente despreocupado. "¿Está todo bien?"

"No, John, no lo está", dije, intentando mantener la voz firme. "He encontrado algo en el bolso de Lily, algo raro. Ahora mismo voy a casa de tu madre. Creo... Creo que está pasando algo malo".

Hubo una pausa al otro lado. "¿Qué quieres decir con 'algo malo'? Lo que dices no tiene sentido".

"Te lo explicaré más tarde", dije rápidamente, con el pánico subiendo por mi garganta. "Sólo... ¿puedes reunirte conmigo allí? Por favor, John, es importante".

"Vale, vale", dijo, pero pude oír la confusión en su voz. "Saldré ahora del trabajo".

"Gracias", murmuré, terminando la llamada. Me temblaban las manos cuando cogí las llaves y salí corriendo por la puerta.

El camino hasta la casa de Margaret fue un borrón. Sólo podía pensar en mis hijos, sentados allí con su abuela y su tía, completamente ajenos a cualquier cosa oscura que estuviera ocurriendo entre bastidores.

Debería haberlo sabido. Debería haber confiado antes en mi instinto. Pero John siempre decía que yo exageraba, que su madre y su hermana sólo eran un poco "diferentes". ¿Pero esto? Esto era más que diferente.

John era un buen hombre, me recordé, agarrando el volante hasta que se me pusieron blancos los nudillos. Me quería y quería a los niños. Pero cuando se trataba de su familia, no podía ver lo que yo veía. No quería verlo. Prefería mantener la paz, aunque eso significara dejar pasar cosas que no debían ignorarse.

Pensé en Margaret, la madre de John. Aquella mujer fría y dura que nunca sonreía ni mostraba calidez alguna hacia mí. Siempre me hacía sentir que no era lo bastante buena para su hijo. Como si fuera una intrusa en su pequeño mundo perfecto.

¿Y Lily? Bueno, Lily era algo totalmente distinto. Apenas hablaba y, cuando lo hacía, era como hablar con una pared. Sus miradas vacías y su actitud distante se sumaban a esa energía pesada y opresiva que me agotaba cada vez que estaban cerca. Nunca me sentía bien con ellas. Nunca.

Sacudí la cabeza, intentando aclarar mis pensamientos. No estaba imaginando cosas. Algo iba muy, muy mal.

La casa de Margaret se alzaba ante mí, sombría y vieja, como sacada de una película de terror. Los altos árboles que la rodeaban contribuían a la inquietante atmósfera, haciendo que la casa pareciera ocultar algo, lo cual, me di cuenta con un escalofrío, probablemente era así.

Llegué a la entrada, con el corazón acelerado. Aún me temblaban las manos cuando cogí el pomo de la puerta. "Puedes hacerlo, Kate" -susurré, aunque la voz me temblaba de miedo. Tenía que hacerlo. Mis hijos estaban dentro y no iba a permitir que les pasara nada. Hoy no. Ni siquiera me molesté en llamar; abrí la puerta de un empujón y entré furiosa.

"¡Ben! Tommy!", grité, con el eco de mi voz en el pasillo poco iluminado.

No obtuve respuesta, sólo el suave murmullo de las voces del salón. Podía oír el tono bajo y firme de Margaret y las respuestas silenciosas, casi susurrantes, de Lily. Se me aceleró el pulso mientras seguía el sonido, y mis pies apenas tocaban el suelo mientras me apresuraba por el pasillo.

Cuando llegué al salón, me quedé helada. La visión que tenía ante mí parecía sacada de una pesadilla.

Mis hijos estaban sentados en el suelo, inocentes y con las piernas cruzadas, con los ojos muy abiertos mientras miraban a su abuela y a su tía. Margaret estaba sentada en el sofá, con una baraja de cartas extendida en la mesita de café frente a ella.

Lily estaba arrodillada a su lado, sosteniendo una vela que parpadeaba con un brillo antinatural y espeluznante. Toda la escena me parecía incorrecta, como si hubiera entrado en un ritual retorcido, de otro mundo.

"¿Qué estás haciendo?", grité, con la voz temblorosa por el miedo y la rabia.

Margaret me miró, con expresión tranquila, casi serena. Lily ni siquiera se inmutó; se limitó a mantener los ojos fijos en la vela como si nada pudiera romper su concentración.

"Kate, no deberías estar aquí", dijo Margaret, con voz fría y distante, como si estuviera hablando del tiempo. "Esto no es para ti".

"¿Qué demonios está pasando?", exigí, corriendo hacia delante y cogiendo a mis hijos en brazos. Se aferraron a mí, confusos y asustados, pero no dijeron ni una palabra.

"¿Mamá?", susurró Ben, mirándome con aquellos ojos grandes e inocentes que siempre me derretían el corazón. "¿Qué está pasando?"

"No pasa nada, cariño", le susurré, intentando mantener la voz firme por su bien. "Nos vamos a casa".

Me giré para marcharme, pero la voz de Margaret me detuvo en seco.

"¿De verdad crees que puedes llevártelos sin más?", preguntó, con un tono de calma gélida que me produjo escalofríos. "¿Sabes siquiera lo que está en juego?".

"Siempre has sido un problema", dijo por fin Lily, con voz suave pero llena de una certeza inquietante. "Desde el día en que John te trajo a esta familia. No perteneces a este lugar".

Sentí que se me helaba la sangre. No se trataba sólo de una mezquina disputa familiar. Lo creían de verdad. Creían que yo era el problema y estaban dispuestos a hacer lo que fuera para librarse de mí.

Antes de que pudiera responder, se abrió la puerta principal y John entró corriendo, con los ojos muy abiertos por la confusión. Me miró a mí, a los chicos y a su madre, intentando descifrar lo que estaba pasando.

"John, gracias a Dios", exhalé, sintiendo alivio. "Tenemos que sacar a los niños de aquí."

"John, no seas tonto", dijo Margaret, su voz adquiría ahora un tono más agudo. "Sabes lo que está en juego. Te está envenenando, está envenenando a tus hijos. Estamos intentando salvarte".

John miró a su madre y luego a mí. Pude ver el conflicto en sus ojos, la batalla entre la lealtad a su familia y el amor que sentía por mí y por los chicos.

"Esto es una locura", dije, agarrándolo del brazo. "Tenemos que irnos. Ahora".

"John", dijo Margaret, su voz se suavizó de nuevo, casi suplicante. "Sólo queríamos lo mejor para ti. Queríamos mantener a salvo a nuestra familia, protegerte de ella".

John respiró hondo, con el rostro pálido, y finalmente se volvió hacia mí. "Kate, llévate a los niños fuera. Estaré detrás de ti".

Lee también: Mi suegra tiró a la basura todos los juguetes de mi hijo de 4 años "para enseñarle a ser agradecido" - Yo también le enseñé algo importante a ella

"John..."

"Vete", dijo con firmeza, clavando sus ojos en los míos. No dudó más. Sabía lo que tenía que hacer, y yo también.

Asentí con la cabeza, sujetando a los chicos mientras los apresuraba hacia la puerta. Pero al llegar al umbral, miré hacia atrás por última vez. John estaba allí de pie, frente a su madre y su hermana, con los hombros erguidos. Oía la voz de Margaret, grave e insistente, pero no me quedé a escucharla. No podía.

La decisión de mudarnos se tomó rápidamente. Encontramos un nuevo lugar en otra ciudad, lejos de Margaret y Lily, lejos de la nube oscura que se había cernido sobre nosotros durante tanto tiempo. No fue fácil: despedirnos de todo lo que conocíamos, pero era la única forma de proteger a nuestra familia.

Nuestra vida no era perfecta, pero era nuestra. Y por primera vez en mucho tiempo, sentí que íbamos a estar bien.

Si te ha gustado esta historia, considera la posibilidad de leer esta otra: A veces los adultos permiten que sus sentimientos se apoderen de su sentido común, y ése es el caso de la historia de mi suegra. Se volvió distante y despectiva con mi hija, pero supe hacer que aprendiera de su error.

Esta obra se inspira en hechos y personas reales, pero se ha ficcionalizado con fines creativos. Se han cambiado nombres, personajes y detalles para proteger la intimidad y mejorar la narración. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia y no es intención del autor.

El autor y el editor no garantizan la exactitud de los acontecimientos ni la representación de los personajes, y no se hacen responsables de ninguna interpretación errónea. Esta historia se proporciona "tal cual", y las opiniones expresadas son las de los personajes y no reflejan los puntos de vista del autor ni del editor.

Suscríbete a AmoMama para leer las mejores historias del espectáculo y el mundo en un solo lugar.