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Niño de 11 años regresa a casa para su última Navidad

Georgimar Coronil
18 dic 2018
00:00

Hace seis semanas, Reece Probert y sus padres pensaban que todavía tenía toda una vida por delante para compartir, pero todo cambió de un momento a otro.

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En noviembre, Reece, de 11 años, regresó de un viaje a Irlanda del Norte tras pasar unos días con sus abuelos, cuando su madre Jenna notó en él síntomas inusuales.

Debido a que el niño presentaba una mano adolorida y cojera, su médico ordenó una radiografía y le examinó los tendones, pero no encontró nada.

A tan solo dos semanas de lo sucedido, Reece comenzó a susurrar sus palabras, hecho que preocupó enormemente a su madre.

El 1 de diciembre, los médicos del Hospital de Niños de Birmingham realizaron una tomografía computarizada del cerebro del niño, donde se reveló una "anomalía".

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Un vecino, a quien se le había diagnosticado un tumor cerebral benigno, reconoció los síntomas cuando Reece comenzó a luchar con su habla y temió lo peor.

Ahora todo lo que Jenna quiere es hacer que el tiempo que le quede a Reese sea lo más memorable posible, como ella dijo:

"Será nuestra última Navidad juntos, y queremos asegurarnos de que sea agradable, cómodo y acogedor para Reece. Quiero que se sienta como un rey. Debe sentirse como la persona más importante del mundo. Será doloroso porque será su última Navidad. Decoraremos toda la casa y la haremos parecer a la gruta de Santa. Será la Navidad más memorable de la historia".

Al hablar sobre cómo Reece está tomando las noticias, Jenna continuó:

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"Reece sabe que tiene cáncer, pero no ve la realidad. No puedo decírselo. Solo necesito que sea feliz. La Navidad será un día familiar y le daremos todo lo que quiera.

Fue diagnosticado con un glioma pontino intrínseco difuso, que es agresivo y se encuentra típicamente en niños, y la mayoría solo logran vivir entre seis y doce meses después del diagnostico.

"Me derrumbé cuando me dijeron eso. Sentí como si me hubieran arrancado el corazón. Fue una sensación horrible. Le pusieron esteroides para reducir la hinchazón antes de que se le realizaran la resonancia magnética. Al saber el resultado comencé a gritar "no, no, no". No podía respirar. Es lo peor que se le puede decir a una madre", afirmó Jenna.

Reece, de 11 años, comenzará pronto con la radioterapia para que el tumor se reduzca, por lo que tendrá más tiempo con su familia. El objetivo de Jenna ahora es hacer de esta Navidad el momento más fantástico en su hogar en Wombourne, South Staffordshire, para toda su familia.

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La madre de dos, planea para pasar tiempo de calidad con su pareja, Robert Perry, de 27 años, Reece y su hermana Trinity Alcock, de seis años, para aprovechar al máximo el tiempo que les queda.

"He tenido dejar la realidad en el fondo de mi mente. Solo estoy concentrada en disfrutarlo mientras todavía lo tenemos. Queremos hacer recuerdos con él y solo queremos asegurarnos de que esté feliz y cómodo".

La familia y los amigos están ayudando a que esto suceda, ya que han lanzado campañas de recaudación de fondos, donaciones y eventos de caridad y han recaudado £ 8,968 de la meta de £ 10,000 hasta el momento.

Si desea ayudar a hacer que su última Navidad juntos sea memorable y especial, puede hacer donaciones en la página GoFundMe de Reece.

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Lamentablemente hay otros niños como Reese. Uno de ellos fue Jacob Thompson, de 9 años, quien fue hospitalizado en octubre de 2017 y le dijeron que solo le quedaba un mes de vida.

Los médicos le dijeron a la familia que el neuroblastoma de alto riesgo en etapa 4 se había extendido a su cabeza, por lo que sus padres decidieron llevarle la Navidad al hospital y celebrar un mes antes.

Las primeras celebraciones navideñas para Jacob incluían un árbol y nieve, y Santa Claus. Lamentablemente, Jacob falleció el domingo 19 de noviembre de 2017, pero al menos pasó una última Navidad con su familia.

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De manera similar, Brody, de 2 años, también celebró la Navidad temprano después de que le diagnosticaron tumores embrionarios raros con rosetas de múltiples capas en septiembre y le dijeron que no llegaría a la Navidad. Tenía un tumor en la parte inferior de su columna vertebral que se entrelazaba con su tronco cerebral y otros dos detrás de sus glúteos.

En su hogar en Ohio, hicieron que la casa fuera festiva con muchas luces parpadeantes y decoraciones, solo para que el pequeño Brody pudiera celebrar la Navidad.

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