Hombre no podía conseguir trabajo de conserje por no tener dirección de correo electrónico
A veces, lo que un principio puede parecer un evento desafortunado, puede terminar abriendo la puerta a oportunidades insospechadas de construir una nueva vida.
Un hombre desempleado, desesperado por proveer para su familia, aplicó para la posición de conserje en una gran empresa multinacional.
Le negaron el trabajo porque era demasiado pobre como para tener computadora, o siquiera un correo electrónico. Pero resultó ser el día más afortunado de su vida.
Mopas y escobas. Fuente: Pexels
El hombre, desesperado por alimentar a su familia, tenía pocas opciones. Decidió tratar de conseguir trabajo como conserje en una gran compañía, pues no tenían muchos requisitos. El sueldo era bajo, y él estaba calificado para algo mejor, pero no le importaba siempre y cuando pudiera alimentar a su familia.
Pasó la prueba de aptitud con excelente calificación. El gerento le dijo: "Será contratado a sueldo mínimo, $5.05 por hora. Deme su correo electrónico para poder hacerle llegar la información. Nuestro sistema automáticamente le enviará por correo electrónico todos los formatos y planillas, y le dirá dónde comenzar y a dónde reportarse el primer día".
Pero el hombre señaló que era demasiado pobre como para tener computadora, y que por eso, no tenía correo electrónico.
Gerente. Fuente: Pexels
El gerente respondió fríamente. "De seguro entiende que una compañía como la nuestra considera que no tener correo electrónico es, virtualmente, no existir. Sin correo electrónico, no puede ser empleado de una firma de alta tecnología. Buen día".
Impactado y decepcionado, el hombre se marchó. No sabía qué hacer con su vida, y tenía apenas $10 en la cartera. Pasó por un mercado para mayoristas, y vio a un hombre vendiendo cajas de 12 kilos de hermosos tomates rojos.
Compró una caja, la cargó hasta una calle atestada de gente y comenzó a venderlos. En menos de dos horas, vendió todos los tomates y tuvo una ganancia del 100%. Repitió el proceso varias veces al día, y terminó ganando casi $100, llegando a casa con varias enormes bolsas de alimentos para su hambrienta familia.
Tomates. Fuente: Pexels
Al día siguiente, intentó repetir la proeza del día anterior. Trabajando muy duro y por muchas horas, logró multiplicar sus ganancias. Para la segunda semana, ya se había comprado un carrito para las verduras, y dos semanas después, compró una destartalada camioneta. Para fin de año, ya tenía tres camiones.
Sus dos hijos abandonaron las pandillas a las que se habían unido en su vecindario para ayudarlo con el negocio de los tomates. Su esposa compraba los tomates, y su hija estudiaba contaduría en la universidad local para ayudar a mantener las finanzas del negocio.
Granja de tomates. Fuente: Pexels
Tras cinco años, era dueño de una flota de camiones y galpones, supervisados por su esposa, además de dos granjas de tomates, manejadas por sus hijos varones. La compañía de tomate le daba trabajo a cientos de personas que antes fueron desamparados y desempleados. Su hija reportaba que el negocio recaudaba millones de dólares.
Planificando para el futuro, decidió adquirir un seguro de vida, y con ayuda de un agente de seguros, escogió un plan acorde con su nueva riqueza. Entonces, el agente le pidió su correo electrónico, para enviarle los documentos finales.
Hombre con dinero. Fuente: Pexels
El hombre respondió que no tenía tiempo para ponerse a aprender a usar la computadora, y que no tenía correo electrónico, y el agente quedó pasmado. "¿Cómo? ¿Sin computadora? ¿Sin internet? ¿Sin correo electrónico? ¡Imagínese dónde estaría hoy en día si hubiese tenido todo eso hace cinco años!".
"¡Ja!", interjectó el hombre. "Si hubiese tenido correo electrónico hace cinco años, estaría barriendo el piso en una multinacional y ganando $5.05 por hora".
Granja. Fuente: Pexels
Realmente, es un hombre que aprendió por su esfuerzo el valor real de las cosas. Pero si hay un momento de la vida en que nada entendemos del valor de las cosas, es la adolescencia.
Por eso te tenemos una divertida anécdota sobre un adolescente que quiere un automóvil.