Mamá con tumor incurable colecciona regalos especiales para que su hijo no la olvide
Cartas de cumpleaños, mechones de cabello y su máscara de radioterapia son algunos de los presentes que Tyla Livingstone, de 22 años, quiere dejarle a su pequeño hijo para que la recuerde por siempre.
La vida, sin duda alguna, llega a ser bastante dura. Algunos la viven desapercibidos, despreocupados porque nada grave les ha pasado en realidad, así que solo se desvelan por nimiedades. Mientras que otros son los desafortunados ganadores de una lotería que ni siquiera habían pedido jugar.
Así es la vida de Tyla Livingstone, una hermosa madre de 22 años, de Fife, Edimburgo, Escocia, quien recibió la dura noticia de que un tumor está creciendo rápidamente en el lóbulo frontal izquierdo de su cerebro, tan solo un mes después de haber dado a luz a su hijo.
Hace 14 meses, los especialistas le dijeron a la joven madre que le quedaban aproximadamente dos años de vida, por lo que decidió dejarle regalos muy especiales a su hijo Preston, de poco más de un año de edad.
"Es desgarrador. Me siento muy culpable por algo que no puedo controlar. Pero lucharé para ver todo lo que pueda. Mi principal objetivo es verlo ir a la escuela y que él recuerde quién soy y mi voz. Pero siempre estaré con él en su corazón", dijo a The Sun.
Su embarazo empezó cuando ella tenía 20 años, y aunque se sentía bastante joven, no dejó de sentirse feliz por el hecho de que se convertiría en madre.
Todo marchaba bien hasta las 31 semanas de embarazo, cuando, mientras tomaba una ducha, su mano se detuvo y luego sintió una rara sensación que le recorría el brazo. La escena terminó con su madre llamando a una ambulancia.
Cuando los paramédicos llegaron, la señora le explicó que Tyla se había desmayado a la vez que su cuerpo se sacudía. “Estaba tan estresada por mi bebé que ni siquiera pensaba en mí misma”, explicó la joven.
Su miedo cesó un poco cuando sintió al bebé moviéndose en su vientre. Para ese momento ya sabía que sería un varoncito.
Una vez en el Western General Hospital, en Edimburgo, los especialistas hicieron las pruebas para detectar preeclampsia (presión arterial alta muy peligrosa en embarazadas), pero no fue eso. Así que pidieron una exploración de MRI, una lectura profunda del cerebro.
Los médicos habían comentado que probablemente no era nada, pero pedían la prueba para descartar afecciones.
Sin embargo, al día siguiente los resultados fueron inquietantes, pues el médico le informó que la resonancia magnética había revelado que una masa de 2 centímetros estaba creciendo en su cerebro, aunque podría ser benigna. Solo que ese no era el caso.
Los médicos le habían dicho a Tyla que podía llevar su embarazo a término. Y eso hizo. Finalmente, Preston nació en el Royal Victoria Hospital, cerca de casa, una semana antes del 12 de enero, luego de un breve parto con fórceps. Él pesó poco más de 2 kg.
Unas semanas más tarde, decidió salir con un amigo y dejó a Preston con su padre, de 29 años. Esa noche tomó un poco de alcohol. No mucho, debido a que había pasado nueve meses sin haber consumido licor.
Cuando despertó al día siguiente, la joven se dio cuenta de que no podía mover la mitad de su cuerpo. “No estaba preocupada, le eché la culpa al alcohol. Así que durante dos días no hice nada, logrando que mi familia ayudara con Preston”.
Finalmente lograron convencerla de ir a su médico de cabecera, quien le reclamó por no haber ido con él de inmediato.
Después de otra IRM, los resultados mostraron que el tumor había crecido masivamente y estaba presionando sus nervios, causando la parálisis. Se trataba de un glioblastoma de grado cuatro, el cáncer más agresivo que comienza en el cerebro y es terminal.
“Todos venimos a este mundo para ser turistas y es desafortunado que algunos de nosotros nos vayamos antes que otros”, reflexiona Tyla.
Ahora, solo quiere aprovechar tiempo con su pequeño niño, y mientras esté viva le escribirá cartas de cumpleaños y le dejará regalos especiales como mechones de cabello y su máscara para la radioterapia.
“Necesito que sepa que su mamá luchó desesperadamente por estar con él, que ella lo quería tanto y que no eligió dejarlo”.
En contraste, una familia puede sentir la milagrosa dicha después de que su hija de 3 años ganara la batalla contra un muy peligroso tumor cerebral.
Yamileth Gómez Martínez y su madre Amparo Martínez Ramos. | Foto: Facebook.com/hospital.general.tijuana
La pequeña, que se llama Yamileth, estuvo más de un año internada en el Hospital General de Tijuana, México. Al principio presentaba náuseas, vómitos, fiebre, falta de equilibrio, por lo que su madre la llevó a un centro asistencial.
La noticia menos deseada llegó a los preocupados padres poco tiempo después: su hija tenía meduloblastoma. Conozca aquí todos los detalles de esta historia milagrosa.