Mamá no se despierta en todo el día: niña llama llorando al 911 y luego se convierte en la hija de una policía - Historia del día
Una mujer policía y su equipo partieron en busca de una niña que había llamado al 911 y había dicho que su mamá no se despertaba. Las circunstancias tomaron un giro horrible cuando la oficial irrumpió en su casa esa noche.
Los agentes estaban más ocupados que de costumbre en la comisaría ese día. Todas las líneas de ayuda estaban ocupadas, con llamadas enrutadas a varias emergencias de toda la ciudad. Y luego, hubo una extraña llamada de una niña.
“911, ¿cuál es su emergencia?”, respondió la despachadora mientras un espeluznante silencio se extendía en el fondo, seguido de un fuerte silbido en el receptor.
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“Tengo hambre... Mami no se ha despertado en todo el día”, dijo una niña mientras se echaba a llorar.
“¿Dónde estás?”.
“No sé... mami me dijo que llamara al 911 si tenía problemas”, respondió la niña, sonando aterrorizada...
Luego, la despachadora presionó a la pequeña para que le diera más detalles sobre su ubicación.
“Cálmate, ¿Cuál es tu nombre?”
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“Lucy”.
“Lucy, ¿puedes decirme tu dirección?”.
Después de un profundo silencio, la niña le dio a la despachadora la dirección en la que vivía antes, pero no sabía su dirección actual.
“Lucy, ¿puedes contarme sobre tu ubicación actual? ¿Puedes describirla?”.
Aunque la niña no sabía la dirección, pudo darle al oficial pistas visuales sobre dónde se encontraba.
“Puedo ver casas grandes y grises afuera... hay un perro grande y enojado ladrando afuera... hay árboles y una puerta rota”.
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“Muy bien, Lucy, quédate donde estás. Enviaremos ayuda de inmediato”.
Luego, los detalles se transmitieron a la oficial Nancy, de 34 años, y su equipo. Inmediatamente partieron en busca de la niña y llegaron a la primera dirección que les había dado.
Los policías se dirigieron al lugar y buscaron detalles que coincidieran con la descripción de la niña, pero vieron que era completamente diferente.
“¿¿Hay alguien ahí??”. Nancy llamó a la puerta, pero nadie respondió. Miró por la ventana de cristal y vio que el interior estaba oscuro y polvoriento. Parecía haber estado deshabitado durante mucho tiempo.
La oficial luego consultó con los vecinos y se enteró de que una familia de tres, un hombre, su esposa y una niña llamada Lucy, solían vivir allí.
“¿Sabe dónde están ahora?”.
“No, oficial”, le dijo un hombre a Nancy. “Después de que el Sr. Jairo muriera en un accidente seis meses atrás, su esposa e hija se empobrecieron mucho”.
“El propietario las echó porque no podían pagar el alquiler. No sé su dirección actual, pero me enteré por un amigo que las había visto en un vecindario pobre a veinte kilómetros de aquí.
Nancy siguió las pistas y se dirigió a ese lugar. Estaba oscureciendo y, para empeorar las cosas, el área no tenía electricidad.
“¡Silencio! Un segundo”, la oficial silenció a un compañero después de escuchar el débil sonido de un perro ladrando en algún lugar bastante lejos de donde se encontraba parada.
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Recordó que Lucy había mencionado a un perro que ladraba constantemente cerca de su paradero.
“Debe ser ese... vamos por ese camino”, instruyó Nancy a su equipo para que la siguieran. Luego llegaron a una casa pequeña y destartalada.
La oficial encendió la linterna de su teléfono para ver mejor y notó la silueta de alguien cerca de la ventana. Miró de cerca y vio a una niña llorando y pidiendo ayuda.
La mujer policía abrió la puerta de una patada y entró en la casa, sin saber lo que encontraría.
“Oye, está bien... está bien... no llores”, consoló Nancy a Lucy, quien corrió hacia ella llorando. La niña parecía aterrorizada por algo.
“Tengo hambre... mami no se ha despertado en todo el día... está durmiendo”, repetía.
Nancy llevó a Lucy afuera y la metió en el auto. “Por favor, denle unas galletas. Vuelvo enseguida”, le dijo a su equipo y volvió adentro para ver dónde estaba la madre de la niña.
Buscó a la mujer en todos los rincones de la casa, pero no pudo encontrarla. Mientras seguía buscando, encontró una puerta a un sótano. Entró y encontró a la madre de la niña inconsciente en el suelo.
Nancy corrió a la escena y tocó a la mujer para despertarla, pero se dio cuenta de que había fallecido. “¡Oficiales! Entren aquí, rápido”. Nancy se asustó e inmediatamente alertó a los médicos y servicios sociales.
Momentos después, llegó una ambulancia y recogió el cuerpo sin vida de la mujer para realizarle la autopsia. Nancy no sabía cómo contarle la noticia a Lucy, pues la niña había pensado que su mamá estaba durmiendo.
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“¿Cómo le voy a decir que su madre está muerta?”, se preguntó Nancy.
“¡Mami! ¿A dónde se llevan a mi mami? ¡MAMI! ¡Espera!”, gritaba Lucy mientras corría tras la ambulancia. La oficial fue hacia la niña, la abrazó con fuerza y trató de consolarla.
“Cariño, mami estará bien. Sé una buena niña y escucha lo que digo”.
“No, quiero ir con mami. Déjame”.
“Cariño, mami volverá. Te quedarás conmigo hasta entonces, ¿de acuerdo?”.
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Lucy comenzó a llorar mientras agarraba con fuerza a su osito de peluche. Cuando llegaron los servicios sociales momentos después, le dijeron a Nancy que la pequeña sería enviada a un hogar de acogida.
Por alguna razón, a la oficial no le gustó la idea, y le dolió más pensar en el impacto que tendría en Lucy, de cinco años, cuando supiera que su mamá había muerto.
“No, llevaré a la niña a casa esta noche. Tiene que limpiarse, comer y calmarse. La llevaré al refugio mañana”. A pesar de sopesar los riesgos, Nancy llevó a Lucy a su casa.
“Dios mío, cariño, ¿quién es ella?”, preguntó Jacobo, el esposo de Nancy, que había quedado atónito cuando abrió la puerta y vio a su esposa con una niña dormida en sus brazos.
“Te contaré todo, cariño, pero no ahora. Estoy cansada. ¿Podemos comer primero?”.
“... y encontré a su madre sin vida en el sótano”, le narró Nancy a Jacobo. “Todavía tenemos que averiguar cómo murió”.
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“¿La niña sabe eso?”.
“No, no sé cómo decírselo. Todavía piensa que su mamá está bien en el hospital. Su corazón se romperá cuando sepa la verdad”.
“Pobrecita... pero ¿cuánto tiempo la mantendremos con nosotros?”, preguntó el hombre cuando una extraña idea vino a la mente de Nancy.
Esa noche, después de que Lucy se durmiera...
“Cariño, estaba pensando... ¿por qué no adoptamos a Lucy?”, le preguntó la oficial a Jacobo. “Llevamos mucho tiempo intentando tener un bebé. Realmente no sé qué le pasa a mi cuerpo. Las pruebas están bien, no hay complicaciones, pero no sé por qué no puedo concebir”.
Los esposos no habían podido concebir durante varios años. Habían intentado todos los métodos para tener bebés, pero todo había sido en vano.
En algún momento, Nancy incluso había renunciado a la idea de convertirse en madre y comenzó a concentrarse por completo en su carrera.
Estaba exhausta y constantemente desanimada, asumiendo que nunca podría tener un hijo. Estar cerca de Lucy sanó su corazón afligido, incluso si solo había sido por unas pocas horas.
“Cariño, mírala. Es un angelito que necesita el amor y el apoyo de unos padres. La darán en adopción y alguna pareja al azar la adoptará. ¿Por qué no la acogemos? Es un pequeño milagro tan hermoso. ¿Qué opinas?”.
Jacobo reflexionó sobre las palabras de Nancy mientras miraba a la pequeña, que dormía profundamente entre ellos. Sintió que su inocencia y presencia abolían el vacío en sus vidas y se dio cuenta de que esa era la alegría que había anhelado toda su vida.
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No le importaba que Lucy no fuera su hija biológica. Según él, una familia se formaba por los lazos de amor y afecto, no por la genética.
Jacobo accedió a la adopción, pero el siguiente gran desafío sería cómo reaccionaría Lucy al ver el funeral de su madre.
Al día siguiente...
Nancy dejó a la niña en el hogar de acogida, con la promesa de ir a buscarla pronto, y la llevó al funeral de su madre dos días después. La ansiedad se apoderó de ella cuando condujo a Lucy al ataúd de su madre.
No sabía cómo decirle a la pequeña que su mamá había muerto de un infarto, según reveló el informe de la autopsia.
“Cariño, quédate aquí. Este lugar es muy tranquilo, ¿no?”, le dijo a Lucy tratando de distraerla.
“Sí... lleno de mariposas y flores. Y velas. ¿Y para qué son estas cruces? ¿Y qué hay en esa caja negra?”.
La pobre niña no sabía que era un ataúd que contenía el cuerpo sin vida de su madre.
“Cariño, a veces, cuando Dios nos ama y se vuelve demasiado protector con nosotros, nos invita a Su casa en el cielo, y podemos vivir allí con Él para siempre”.
“¡¿Una casa en el cielo?!”, preguntó la pequeña asombrada.
“¡Si cariño!”.
“¿Dónde está mami? Quiero verla...”.
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“Cariño, tu mami se ha ido a vivir con Dios... y me dijo que te cuidara. Todo lo sabrás cuando seas grande”.
El corazón de Nancy se desgarró porque no podía explicarle más a la pequeña ingenua. Las lágrimas caían sin cesar por sus ojos mientras abrazaba a la niña con fuerza y se daba cuenta de que era hora de tomar la siguiente decisión más importante de su vida.
Unos meses más tarde, Jacobo y Nancy adoptaron a Lucy y organizaron una lujosa fiesta para amigos y familiares para celebrar su alegría. El hombre hizo un brindis mientras la risa llenaba el salón de fiestas.
“Pensé que el día más feliz de mi vida había sido cuando conocí a Nancy”, comenzó.
“Pero me equivoqué. Fui más feliz cuando vi a mi esposa sosteniendo a una pequeña profundamente dormida en sus brazos”.
“Y cuando me preguntó, ‘cariño, ¿podemos ser sus padres?’, no podía negar el placer de convertirme en papá. ¡¡Saludos a mi pequeña y feliz familia de tres!!”.
“No, no, no, cariño, espera... no tres”, interrumpió Nancy a Jacobo, quien estaba sorprendido.
“¡¡Vamos a ser una pequeña familia feliz de CUATRO!!”, reveló ella, entregándole un sobre con una prueba de embarazo positiva.
Jacobo no podía creer lo que veía. Era el hombre más feliz de la tierra. Las oraciones de Nancy habían sido respondidas de la manera más hermosa en el momento adecuado.
“¡Feliz pequeña familia de cuatro, todos!”. Jacobo hizo un brindis mientras lágrimas de alegría brotaban de sus ojos.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
El bien que haces genera una cálida sonrisa en el rostro de una persona desconsolada: Cuando Nancy se enteró de que Lucy había perdido a su madre y se había quedado huérfana, la llevó a casa y la consoló. Más tarde, la adoptó porque quería criarla en un círculo de amor y apoyo paternal.
- Un corazón bondadoso que ayuda a los demás será elevado por el amor, la compasión y los milagros: Nancy adoptó a Lucy porque no quería que tuviera una vida de huérfana. Su amabilidad y amor por la niña la animó cuando quedó embarazada después de varios intentos inútiles.
- La familia no se trata de sangre y genética; se trata de quién toma tu mano y te lleva a la luz desde la oscuridad: Cuando Nancy persuadió a Jacobo sobre la adopción de Lucy, se dio cuenta de que la familia y los niños no se trataban simplemente de conexiones biológicas y de sangre, sino de amor y apoyo.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.