Papá que echó de casa a hija adolescente embarazada se entera de que él nació en la calle - Historia del día
Después de que una anciana viera a su hijo echando a su hija embarazada, ella reveló su mayor secreto, algo que le había ocultado a su hijo durante décadas. “Mamá, deberías haberme dicho esto antes”, le dijo el hombre a su madre mientras sentimientos de arrepentimiento se deslizaban en su corazón.
“¿Que voy a hacer ahora?”, pensó Stephanie mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y su corazón latía con fuerza. Estaba sentada en su cama con una prueba de embarazo positiva en su mano.
Mientras todo tipo de pensamientos pasaban por su mente, la joven lloraba en silencio, haciendo todo lo posible para no atraer la atención de su padre o abuela. De repente, la puerta de su dormitorio se abrió y se asomó su papá, Frank.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
“Vamos, Stephanie”, dijo el hombre. “Mamá y yo te estamos esperando en la mesa para cenar”. En lugar de mirar a su padre, Stephanie se dio la vuelta y deslizó la prueba de embarazo debajo de la almohada.
Luego, rápidamente se secó las lágrimas con los dedos antes de mirar a Frank.
“Bajaré en un minuto, papá”, dijo la joven sonriéndole a su padre, quien no estaba complacido con sus intentos de ocultar la verdad. “¿Algo te molesta, Stephanie?”, preguntó él.
“Oh, no. No puedo decirle nada”, pensó Stephanie mientras forzaba una sonrisa. “Nada, papá. ¿Qué te hace pensar eso?”, mintió.
“Pude ver claramente que estabas llorando justo antes de que entrara a tu habitación”, respondió el hombre mientras caminaba hacia la cama de Stephanie.
Él la miró a los ojos, que se habían vuelto de un tono rosado a causa del llanto. “Vamos. Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad?”, le dijo Frank dándole unas palmaditas en la espalda.
Stephanie respiró hondo antes de abrir la boca para decir otra mentira. “Lo sé, papá. Pero realmente no hay nada que decir. Solo estaba pensando en mamá y en cuánto la extraño”.
En ese momento, los ojos de Frank se clavaron en la almohada de Stephanie y alargó la mano para tomarla.
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“¡No, papá!”, dijo la joven con voz cada vez más débil justo antes de que Frank levantara la almohada. La frente del hombre se arrugó cuando recogió la prueba de embarazo.
“¿Estás embarazada?”, preguntó.
“Sí, papá, pero...”, Stephanie trató de explicar, pero Frank se negó a escuchar.
"¿Qué estabas pensando? ¿Estás loca?", Frank tiró la prueba de embarazo al suelo y se frotó la frente.
Stephanie comenzó a llorar desconsoladamente antes de que su padre le aconsejara que no tuviera al bebé.
“Escucha, Stephanie. Abortarás a este bebé. Eres demasiado joven para criar a un niño, mi amor”, dijo Frank con calma.
“¿Qué?”, dijo la joven mientras se limpiaba las lágrimas con la manga. “No, papá. No puedo hacerle eso a mi bebé”.
“¿Entonces qué? ¿Estás pensando en criar a un niño?”.
“Sí. Es mi bebé. Lo amaré y le daré todo lo que necesite”.
“Bueno, si eso es lo que piensas, ¡entonces no será viviendo bajo mi techo!”, gritó Frank. “¡Empaca tus maletas y vete!”.
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Cuando Frank salió de la habitación de Stephanie, ella no pudo evitar llorar. Como no tenía amigos ni familiares en la ciudad, no sabía dónde viviría después de dejar la casa de su padre.
Sin embargo, Frank la había dejado sin otra opción que irse. Después de unos segundos de inexpresividad, la joven se levantó y metió su ropa en un bolso. Guardó todo lo que necesitaba y bajó las escaleras en silencio para no tener que enfrentarse a su abuela, Margaret.
Cuando la chica salió por la puerta principal con su maleta, su abuela Margaret sintió que algo no estaba bien. Estaba sentada a la mesa con Frank.
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“¿Adónde va Stephanie a esta hora?”, le preguntó Margaret a su hijo. “Pensé que le habías dicho que bajara a cenar con nosotros”.
“Ella no regresará, mamá”, respondió el hombre.
“¿Qué quieres decir con que no regresará?”.
“La eché”.
“¿Pero por qué?”.
Después de enterarse de lo que había sucedido, Margaret comenzó a pensar en su pasado. Había algo que le había ocultado a Frank, pero creía que era el momento adecuado para revelar su secreto.
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“Hijo, necesito contarte algo”, dijo Margaret con severidad después de terminar su comida.
“Claro, mamá. Adelante”, respondió el hombre.
Lo que Frank escuchó a continuación fue algo que nunca había esperado. “¿Sabías que el hombre al que llamaste papá no era tu padre biológico?”, preguntó la mujer mayor.
“¿Qué estás diciendo, mamá?”. Frank miró a los ojos de su madre mientras juntaba las cejas.
“Así es. Naciste antes de que nos casáramos”, reveló ella mientras jugueteaba con su tenedor. Luego, Margaret le narró su secreto.
Ella reveló que había quedado embarazada cuando tenía poco más de veinte años, pero su novio se había negado a asumir la responsabilidad y la había abandonado en las calles cuando se acercaba la fecha de parto.
Después de pasar unos días como una mujer sin hogar, se había puesto de parto en la calle mientras los transeúntes la veían gritar de dolor. Pronto, un hombre amable llamó al 911 y llegaron los paramédicos.
“Me ayudaron a dar a luz y me llevaron a un refugio donde podría cuidarte”, recordó Margaret.
Mientras ella estaba en la casa de acogida, uno de los paramédicos siguió visitándola con frecuencia para ver cómo estaban ella y su bebé. En ese momento, la joven madre no tenía idea de que se casaría con él unos meses después.
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“Ese paramédico era el hombre que conoces como tu padre”, dijo Margaret. “Después de casarnos, decidimos ocultarte la verdad”.
Frank no podía creer lo que su madre le acababa de decir. “Mamá, deberías haberme dicho esto antes”, dijo, levantándose de su asiento.
“Nunca sentí la necesidad de decírtelo, hijo, hasta que vi a Stephanie irse hoy”, dijo la anciana. “No deberías haberle pedido que abortara al bebé. Si yo hubiera hecho lo mismo, no estarías aquí”.
“Tienes razón, mamá”, dijo Frank, reflexionando con gran arrepentimiento antes de ponerse la chaqueta. “Iré a buscarla”.
El padre salió de la casa y comenzó a buscar a su hija en las calles. Pronto llegó al parque del vecindario y pensó en buscarla adentro.
“Ahí está”, pensó Frank cuando vio a Stephanie sentada en un banco con la cara enterrada entre las manos. “¡Hola, Stephanie!”, dijo el hombre.
“¡Papá!”, dijo la joven sorprendida, mirándolo con lágrimas en los ojos.
“Lamento mucho lo que pasó antes, cariño”, dijo Frank abrazando a su hija.
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Luego, compartió con ella todo lo que Margaret le dijo y le pidió que regresara a casa. “Criaremos a tu hijo juntos, Stephanie. Nadie te pedirá que te deshagas de tu bebé”, le aseguró.
Eventualmente, la chica aceptó la disculpa de su padre y regresó a casa con él. Durante los siguientes meses, Frank cuidó de su hija y se aseguró de que tuviera todo lo que necesitaba para mantenerse saludable y dar a luz a un niño hermoso, sano y saludable.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca dejes de lado a tus seres queridos: Después de enterarse de la verdad, Frank se arrepintió instantáneamente de su decisión de echar a su hija. Si no hubiera hecho eso, no hubiera tenido que sentirse mal consigo mismo.
- A veces, debes esperar el momento adecuado para revelar la verdad: Margaret podría haberle dicho a su hijo que su esposo no era su padre biológico, pero no lo hizo hasta que pensó que era el momento adecuado.
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