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Famila cultiva todo lo necesario para comer en el patio trasero de su casa

El mundo necesita que las personas tomen conciencia acerca de los estilos de vida saludables para el ser humano y para el planeta.

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La familia Dervaes, asentada en California, construyó su propio huerto urbano. Hoy es un estilo de vida y modelo a seguir, como informó La Voz de la Madre Tierra.

Jules Dervaes es oriundo de Tampa, Florida. En 1973 se trasladó a Nueva Zelanda para tener una vida rural, lejos de los Estados Unidos, que estaba en guerra con Vietnam.

Después de muchos años regresó con su familia al país. En Florida puso en práctica las habilidades de apicultura que aprendió en Nueva Zelanda y más adelante se trasladó a California, donde emprendió el proyecto de huerta urbana.

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Esta aventura inició en su patio trasero y luego se extendió al jardín delantero, la cochera y ahora tiene parte de su cultivo en el terreno de una vecina que les permitió seguirse expandiendo.

Jules vive con Anais, Justin y Jordanne en Pasadena, no muy lejos de Los Ángeles. Sin embargo, al llegar al interior de su casa puedes experimentar la vida de campo en todo su esplendor.

No es para menos, la familia se ha esforzado en representar una autentica hacienda en la ciudad. Allí se producen unos 2.700 kilos de comida al año.

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Además de los vegetales, frutas, huevos, miel, chocolate, condimentos y mermelada, ellos también organizan veladas de música y cine tradicional, junto al ofrecimiento de cuidar a los niños de los vecinos cuando ellos lo necesiten.

Esa es su forma de volver de alguna manera a las formas de vida ancestrales. Una vida más natural y comunitaria.

Pensar en volver a vivir de esa forma no hace que los Dervaes estén atrasados en su tecnología para cuidar del medio ambiente y su huerta.

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Ellos cuenta con técnicas modernas para ahorrar energía y, sobre todo, minimizar el consumo de agua. La familia también hace un gran esfuerzo para concientizar a las personas de que los jardines exteriores consumen grandes cantidades de agua, sobre todo en tiempos de sequía.

Por eso recomiendan cambiar esos espacios de lujo, por cultivos de plantas nativas que consumen menos agua por ser propios de ese clima.

Ellos no son una empresa que esté capacitada para competir con los grandes comerciantes. Aún así, logran vender sus productos a los restaurantes y vecinos que van allí.

“Nosotros queremos marcar la diferencia. Empezamos por la comida, le incorporamos el elemento de la música y caminamos hacia una vida de compañerismo y conversación", dijo el hombre.

“Esto no es un hobby, es un proyecto para las generaciones futuras y una cuestión de supervivencia”.

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