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La mujer estaba sana. Ahora vive en una jaula de vidrio de solo 25 metros cuadrados

Fabricio Ojeda
20 abr 2018
17:48

Esta mujer todavía era muy joven, con toda su vida por delante cuando de repente se volvió inexplicablemente enferma.

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Juana Muñoz tenía 25 años en 1989 y vivía con su esposo y su hijo de 1 año cuando ocurrió la tragedia. Hoy, casi 3 décadas después, está confinada a una jaula de vidrio de solo 25 metros cuadrados.

Según lo informado por Shared, Muñoz vive sin contacto humano, y no tiene acceso a un teléfono celular, televisión o radio.

La mujer de 53 años explicó que la peor parte de su vida no es el dolor que siente, sino el daño psicológico que sufre al no poder llevar una vida normal con sus seres queridos.

Ella ha estado confinada a la caja de vidrio durante 13 años.

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"En unas pocas semanas nacerá mi nieto y no sé si seré capaz de abrazarlo en algún momento de mi vida", dijo.

En el tiempo transcurrido desde que enfermó por primera vez en 1989, la española ha desarrollado cuatro enfermedades crónicas incurables: sensibilidad química múltiple, fibromialgia, síndrome de fatiga crónica y electrosensibilidad.

A pesar de casi 3 décadas para descubrirlo, los médicos todavía están desconcertados sobre qué causó su repentino y grave deterioro de la salud.

Muñoz cree que se enfermó después de que fue envenenada por las papas sembradas por su propio marido. Ella había estado recogiendo las papas para llevarlas a casa cuando entró en contacto con el polvo cubierto con un agente antigerminativo.

Después de haber lavado el polvo, su ojo comenzó a picar. Ella lo rascó, y casi instantáneamente sus ojos y su lengua comenzaron a hincharse.

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Fue llevada de urgencia a la sala de emergencias, pero le dieron antiinflamatorios y la enviaron a casa. Horas más tarde, ella tuvo que regresar.

Luego, Muñoz pasó los siguientes 5 días inconsciente en la UCI, con la lengua tan hinchada que apenas podía respirar.

"Llegué a la conclusión de que el origen de todo está en la intoxicación que sufrí", explicó. Ella espera que su historia advierta a otros sobre los peligros de los productos químicos que se ponen en los sembradíos.

En un intento por entender lo que le había sucedido a Muñoz, los médicos enviaron muestras de su sangre y los pesticidas que habían estado en las papas, pero misteriosamente desaparecieron.

El agente anti-germinación que su esposo había usado fue luego retirado del mercado sin mucha explicación, y sin que la familia de Muñoz hubiera tenido algo que ver con eso.

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