Niña rica llora y se niega a regresar a casa desde el kínder hasta que la maestra revisa su casa - Historia del día
Una maestra de kínder sospecha cuando una niña de cinco años llora y le dice que no quiere irse a casa. Decide investigar y un día sigue el auto en el que la buscan hasta que la alumna llega a su casa. Entonces se encuentra con algo impactante.
Cuando la maestra Elisa culminó su clase, se despidió de los niños que sonreían mientras salían del salón. Estaban emocionados de irse a casa, y la mayoría fueron recogidos por sus padres. La primera en salir fue la pequeña Wanda. A la niña de jardín de infantes, de cinco años, le costaba llevar sus libros ilustrados, pero la maestra Elisa corrió a su rescate.
"Oye, Vilma… cuidado. ¿Quieres que te los lleve?", preguntó la maestra.
La niña se rio. "No, está bien, maestra Elisa. Mi papá debe estar esperando en la puerta. No está muy lejos de aquí. ¡Puedo llevarlos!".
La maestra suspiró. "Está bien, adelante entonces. ¡Que tengas un buen día, Vilma!". Desde el pasillo, vio a su alumna correr hacia su papá. Esto era algo a lo que la educadora estaba acostumbrada a ver todos los días después de la escuela.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Sin embargo, un día, notó que Vilma actuaba de manera extraña. Después de que sonó la última campana, no compitió con sus amigos para salir primero de la clase. Cuando la directora le pidió a la maestra que hiciera la ronda por la escuela después de su última clase, notó que la puerta de su salón todavía estaba abierta cuando normalmente habría estado cerrada...
Las aulas siempre se cierran después del horario escolar, por lo que le pareció extraño. Escuchó un ruido proveniente desde el interior. Se asomó para averiguar qué estaba pasando y quedó atónita.
"¿Vilma? ¿Qué haces todavía aquí? Pensé que ya te habías ido".
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La maestra observó un miedo extraño en los ojos de la pequeña. Vilma no pudo responderle de inmediato y fingió estar ocupada coloreando.
"Ven conmigo. Te llevaré con tu papá. Debe estar esperándote afuera". Pero para sorpresa de la maestra Elisa, Vilma se resistió y se aferró a su silla, negándose a abandonar el salón de clases.
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"Vilma, ¿qué pasa? Levántate y ven conmigo", sugirió la maestra Elisa, y la niña comenzó a llorar.
"Tengo miedo de irme a casa", dijo.
"Vilma, no puedes quedarte aquí. Ya es tarde. Ven conmigo". La docente recogió a la niña y la llevó afuera con su papá, quien la estaba esperando cerca del auto, con cara de preocupación.
"¡Dios mío! Gracias, maestra Elisa. Estaba a punto de entrar a buscarla. ¿Por qué se demoró tanto hoy?". El Sr. Tomás sonaba ansioso.
"Hola, Sr. Tomás. Encontré a Vilma sola en el salón de clases. No hay de qué preocuparse. Sabía que la estaría esperando aquí".
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Vilma caminó directamente hacia el auto y se sentó en el asiento trasero como una buena chica, negándose a escuchar su conversación. Lloraba en silencio, mirando por la ventana. Al ver el extraño comportamiento de la pequeña, la Sra. Elisa no pudo evitar sentirse preocupada, pero no quería decir ni preguntar nada.
El Sr. Tomás se fue con su hija y la maestra entró de nuevo a la escuela, haciendo caso omiso de sus preocupaciones. Tal vez Vilma solo estaba teniendo un mal día. Pero estaba equivocada.
La tarde siguiente, al final de su clase, la maestra Elisa se quedó atrás para asegurarse de que todos sus alumnos salieran del salón de clases. Pero como el día anterior, Vilma permaneció sentada y no salió corriendo a encontrarse con su padre.
"Maestra, no quiero ir a casa", rogó la niña cuando la educadora se le acercó y le preguntó por qué se había quedado. Pero la maestra Elisa insistió y la llevó afuera, donde vio que era su mamá, quien la estaba esperando ese día para llevarla a casa.
"¡Oye, cariño! Mira lo que mamá te compró. ¡Una muñeca nueva!". La mamá de Vilma saludó a la niña y le entregó el juguete. Pero la pequeña no estaba feliz. Vagamente, le dio las gracias a su madre y se subió al auto, con lágrimas en los ojos.
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"¡Gracias, maestra Elisa! ¡Que tenga un buen día!". La maestra cruzó la puerta principal muy confundida. Ella sospechó que algo andaba mal y decidió averiguar más. Rápidamente, llamó a un taxi y le indicó al conductor que siguiera el auto de la mamá de Vilma.
Llegaron a una casa elegante que coincidía con las descripciones de Vilma sobre su hogar. El portón estaba abierto y dentro vio estacionado el auto de la madre de su alumna. Caminó hacia la puerta principal y justo cuando estaba a punto de tocar el timbre, escuchó las voces enojadas de los padres de Vilma.
"¡Todo es tu culpa! ¡No quiero hablar contigo o ver tu estúpida cara! ¿Por qué no te largas de mi vida?" gritó el Sr. Tomás.
Su esposa le respondió: "¿Cómo te atreves a llamarme estúpida? ¡Eres TÚ el estúpido y toda tu familia está loca!".
La señora Elisa se asomó y vio a Vilma sentada en el sofá con las manos en los oídos. Estaba aterrorizada por la acalorada discusión de sus padres.
"¡¿Entonces es por eso que te has negado a ir a casa?!", pensó la maestra Elisa e inmediatamente tocó el timbre. Los padres de la niña hicieron silencio rápidamente y la mamá de Vilma abrió la puerta.
"¿Maestra Elisa?". Ambos padres se sobresaltaron. "¿Qué está haciendo aquí?".
La maestra los saludó y llevó a la madre de Vilma a un lado para hablar en privado.
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"Vine porque estaba preocupada por cómo Vilma se ha estado comportando últimamente. Después de ver lo que está pasando aquí, me temo que su hija podría estar afectada por eso. Ella siempre me dice que no quiere ir a casa. ¿Puedes decirme qué está pasando?", comenzó la maestra Elisa.
La madre reveló cómo ella y su esposo habían estado lidiando con problemas familiares. "... Y él nunca entiende lo que estoy tratando de decir. Se pone del lado de su madre y mis cuñadas".
"Todas las familias tienen problemas. Pero como padres, debemos ser lo suficientemente adultos como para resolver nuestras diferencias en privado. Discutir o pelear frente a nuestros hijos los afecta más de lo que cree. Además de aterrorizarlos, hacemos que sea difícil para ellos".
“Recuerde, su hija aprenderá de su ejemplo y será influenciada por sus acciones. Por favor, no haga que Vilma cargue con la carga de sus errores. Por favor haga lo que sea mejor para tu hija".
Eventualmente, los padres de Vilma se dieron cuenta de su error y decidieron separarse sin optar por el divorcio todavía. El Sr. Tomás se mudó a la casa de su madre, y su esposa se quedó en su casa.
Esta situación no le cayó muy bien a Vilma, quien tenía que trasladarse entre los lugares de su mamá y su papá con frecuencia. Se quedaba con su papá los primeros tres días de la semana y pasó los días restantes con su mamá. Ella pagó caro la situación. Así que decidió arreglar las cosas por su cuenta.
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"Papi, te extraño. ¿Por qué tienes que vivir lejos de nosotros?", le preguntó un día por teléfono. "Sabes, mamá no puede cocinar sola sin ti. Necesita tu ayuda con todo, papi. Por favor, ven a casa. Los extraño y los amo a los dos".
Y Vilma le decía lo mismo a su mamá: "Mami, extraño a papi. ¿Cuándo volverá con nosotros? No puedo vivir sin papi. ¿Cómo puedes? ¿No lo extrañas como yo?".
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En ese momento, la madre de Vilma se dio cuenta de que no podía vivir sin su marido. Pero justo cuando la mujer agarró las llaves de su auto para ir a buscar a su esposo, lo vio parado en el umbral de la puerta con su maleta. Ella se echó a llorar y corrió hacia él para disculparse.
"¡Lo siento, cariño! ¡Te necesitamos!". Se arrojó a los brazos de su esposo llorando.
"Yo también lo siento, cariño. No puedo vivir sin ti y nuestra hija. ¡Las amo a las dos!".
Vilma fue la más feliz ese día. Abrazó a sus padres y derramó lágrimas de alegría.
Al día siguiente, después de la última campana de la escuela, Vilma fue la primera en salir corriendo para encontrarse con sus padres. Saludaron a la maestra Elisa, quien les devolvió la sonrisa antes de marcharse con su niña.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No permita que sus problemas domésticos abran una brecha entre usted y sus hijos: Los padres de Vilma discutían constantemente en casa sin darse cuenta de cómo afectaba a su pequeña hija.
- Los niños aprenden de sus padres, así que sean un buen ejemplo: Cuando la maestra Elisa vio a los padres de Vilma discutiendo en su casa, les advirtió sobre cómo podría afectar a su hija a largo plazo. Ella les aconsejó que no permitieran que la niña cargara con el peso de sus errores.
Esta pieza está inspirada en historias de la vida cotidiana de nuestros lectores y escrita por un escritor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes son solo para fines ilustrativos. Comparte tu historia con nosotros; tal vez cambie la vida de alguien. Si desea compartir su historia, envíela a info@amomama.com.